El rap en política

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Por: Antoni Gutiérrez-Rubí

La mañana del domingo 1 de febrero, Pablo Iglesias, secretario general de Podemos —y actualmente segundo en las encuestas para las próximas elecciones generales españolas de finales de 2015—, encabezaba una multitudinaria manifestación en la Puerta del Sol de Madrid. Al finalizar, dio un discurso titulado «Soñadores de la patria», tremendamente aclamado por los allí presentes. Al poco rato de terminar ya circulaban por la Red infinidad de memes e imágenes, pero destacó, sobre todo, un vídeo donde a la voz del líder de Podemos, en pleno discurso, se le añadía la música de un rap.

Al poco tiempo, se difundían otras versiones de este video. Y, pocas horas más tarde, más de medio millón de personas había escuchado las distintas canciones, colgadas incluso también en Soundcloud (sumando 100.000 visitas más). En dos días, ya eran millones las que lo habían hecho, ya que tuvieron un gran efecto viral en Twitter y Facebook.

La voz, el tono del discurso, se acentúa y aumenta la emocionalidad al añadir música de fondo. Lo hemos visto con Pablo Iglesias, pero ya había sucedido antes. En 2008, el impacto político del famoso «Yes, We Can» fue determinante electoralmente. Después de ese vídeo, esta relación se convirtió en integración política. De hecho, el producto era extraordinario: una canción, «Yes, We Can», compuesta por el rapero Will.I.am, líder de los Black Eyed Peas; un vídeo, dirigido por Jesse Dylan (hijo de Bob Dylan); una coreografía de celebridades y una cuidada selección de palabras de Barack Obama, de su brillante y vibrante discurso, después de las primarias de New Hampshire, configuraban un conjunto absolutamente fascinante. Una propuesta única en plasticidad, emoción y eficacia.

Otro ejemplo lo encontramos en marzo de 2012, cuando el presidente israelí, Shimon Peres, estrenaba su Twitter y Facebook personal. Para difundirlo, el equipo de Peres creó un videoclip en su canal de YouTube donde su voz era remasterizada para darle ritmo (al estilo del «Yes, We Can» de Obama, pero mucho más movido). Su mensaje: «dale a ‘me gusta’ en Facebook para compartir paz, sé mi amigo». Obviamente consiguió su objetivo y se convirtió en una pieza viral.

Estos discursos musicalizados y la utilización de la música en la política (sobre todo en campaña electoral), ayuda a la conexión emocional con el ciudadano, a la identificación de un partido, de un candidato… de manera muy efectiva. Como indica Xavier Peytibi, los vídeos con música son una excelente herramienta para expresar las ideas de un político, y poderlas difundir mucho más rápido y hacerlas llegar a mucha más gente. El uso de YouTube, además, permite una visualización exponencial. En 2012, el vídeo principal de François Hollande era otro discurso musicalizado, épico y con un relato claro: la historia de Francia se entremezclaba con la historia del Partido Socialista francés. La música reforzaba la emocionalidad de la historia. Mostraba a un líder hablándole a su pueblo, cuando hasta entonces Hollande era percibido más como un buen gestor. Ese discurso cambió su historia. Y ponerle música lo convirtió en viral.

Hoy, la relación entre la música y la política es muy intensa: los himnos, las sintonías electorales, la canción protesta o de denuncia, los intérpretes comprometidos… La música ayuda a sentir y a compartir los mensajes de los políticos, y el rap es una buena muestra de ello.

Fuente: Blog de Antoni Gutiérrez-Rubí