Liderazgo político mientras Trump mira televisión y tuitea…

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Por: Daniel Eskibel

Donald Trump se despierta a las 5.30 de la mañana pero le resulta muy difícil comenzar a trabajar antes de las 9.30. ¿Qué hace durante esas 4 primeras horas de su jornada? ¿Cómo aprovecha el momento en el cual está más descansado su cerebro? ¿Cómo optimiza el uso de las frescas energías de la mañana?

Lo que hace durante esas 4 horas el Presidente Trump es mirar televisión y tuitear.
La información surge de varias fuentes, entre ellas una investigación periodística del New York Times.

¿Qué ocurre psicológicamente cuando se comienza así el día?
¿Cómo afecta esa rutina matutina a su liderazgo político?

¿Cómo comienza su jornada de gobierno un presidente?

La Casa Blanca no es solo un eslabón fundamental del gobierno de los Estados Unidos de América. Es, además, un ícono. Es una imagen reconocible en todo el mundo, un símbolo de la política, una fotografía imposible de confundir. La Casa Blanca está en los periódicos, en los telediarios, en las series de televisión, en el cine. Y está en los libros de historia.

Por eso es tan numerosa e interminable la procesión de personas que llegadas a Washington DC desde todas partes del mundo acuden hasta sus inmediaciones. Aquella mañana yo estaba allí mismo, en el entorno de la Casa Blanca. Observando.
Observando el edificio mismo, pero observando también a la gente.
Pensando.
Imaginando que muchos de los que miraban a través de la verja suponían lo que estaría ocurriendo detrás de las ventanas en aquel mismo momento. Me animo a decir que todos suponían que tras aquellas ventanas estaba el Presidente trabajando. No creo que imaginaran que en aquel instante el Presidente no estaba trabajando sino recostado en la cama, en pijama, mirando televisión, comiendo hamburguesas, bebiendo un refresco dietético y tuiteando desde su teléfono móvil.

Me corre un cierto escalofrío por el cuerpo cuando repaso mi propia rutina matutina, tal vez semejante a la de muchos de mis lectores. Porque luego de las primeras 4 horas de cada día:

  • Ya caminé entre 7 y 8 kilómetros
  • Ya escuché una hora de un podcast o de un audiolibro
  • Ya me di una ducha, me cambié de ropa y desayuné
  • Ya leí las noticias más importantes del día en el país donde estoy trabajando
  • Ya analicé la nueva encuesta de ese mismo país
  • Ya comencé a escribir un informe para un cliente de la consultoría

El escalofrío me recorre el cuerpo al pensar que así comienzo mi jornada, siendo un simple consultor político con responsabilidades que son importantes para mi familia y para mis clientes pero que son inconmensurablemente menores que las de un Presidente de los Estados Unidos.

Si pienso en hamburguesas y coca cola, en alguien recostado en su cama buena parte de la mañana, en un señor absorto en las pantallas del televisor y del smartphone…pues no logro pensar en ningún presidente de ningún país del mundo.

Alguien podría argumentar que de todos modos los medios de comunicación, las redes sociales, la actualización de noticias y la comunicación forman parte del trabajo del Presidente. Ergo: Trump está trabajando mientras su atención va y viene entre las pantallas del televisor y del móvil.

Pues no.
Que no está trabajando.
Que no lo está.

Por dos razones.
La primera es que trabajar es algo muy diferente a simplemente “hacer cosas”.
Y la segunda es que los ciudadanos de su país no le pagan al Presidente para monitorear medios y encargarse de la comunicación, las cuales son importantes tareas profesionales de otros funcionarios a quienes también pagan su sueldo los ciudadanos.

Definitivamente: el Presidente Trump no está trabajando mientras mira televisión y tuitea.
No lo hace.
El trabajo implica esfuerzo, dedicación, constancia, aplicación. El trabajo significa rigor, concentración, remoción de obstáculos. No es trabajo dejarse llevar por el placer de quedarse recostado en la cama. No es trabajo dejarse llevar por el placer de escuchar el propio nombre en las noticias. No es trabajo dejarse llevar por el placer de tuitear a los cuatro vientos las primeras ideas que a uno se le vienen a la cabeza.

Pero claro: también el Presidente tiene su derecho al ocio, al descanso, al placer.
Por supuesto que sí.
Alguien podría agregar que tiene el mismo derecho que cualquier otra persona.
Pero no.
No es así. No tiene el mismo derecho.

El poder apareja responsabilidades. Y cuanto mayor es el poder, pues tanto más inmensas las responsabilidades. De manera que sería superficial y erróneo creer que el Presidente de los Estados Unidos tiene exactamente los mismos derechos de ocio que la señora que acaba de pasar frente a mi ventana cargando trabajosamente con tres pesados bolsos.
Definitivamente no.

Porque el liderazgo político es otra cosa.
Y la rutina matutina de Trump revela que el actual inquilino de la Casa Blanca no ha comprendido las claves de ese liderazgo.
Lo cual le puede costar muy caro (y no solo a él…)

El liderazgo político, la persona y los hábitos

El liderazgo político va mucho más allá de ser un buen candidato, rodearse de un calificado equipo de campaña, desempeñarse bien en los medios de comunicación, comunicar ideas importantes, interpretar a la sociedad y ejecutar una gran operación electoral.

Es eso, sí. Pero es mucho más.
Y no se limita a ganar una elección y dirigir la Presidencia, la Alcaldía, la Gobernación o el despacho legislativo.
Va mucho más allá.

Más aún: el liderazgo político tampoco se limita puramente a la política.
Porque para ser efectivo, ese liderazgo tiene que asentarse en hábitos.
Hábitos, sí.

Porque el líder político no es una sustancia flotante, no es una mente vagando en el ciberespacio, no es un concepto abstracto.
El líder político es una persona.
Una persona que se prepara y que organiza su vida para que ese liderazgo sea productivo.
Esa persona necesita muchas cualidades políticas y personales, por supuesto. Pero también necesita hábitos.

Ya lo decía Aristóteles: somos lo que hacemos cada día.
Y lo que hacemos cada día son los hábitos que desarrollamos.

A eso me refería, justamente, en el artículo Los 14 hábitos del político altamente eficaz.

La rutina matutina es una parte importante de la vida de un líder, de un candidato y de un gobernante. Y también de la vida de todos los profesionales de la política, todos quienes habitamos ese mundo tan lleno de stress y de desafíos que se renuevan a toda velocidad.

Ese comienzo del día importa y mucho porque es un momento crucial para gestionar nuestro tiempo, nuestras energías y nuestras tareas. Hay muchas maneras diferentes de hacerlo, pero no todas conducen a una jornada productiva y fértil. Algunas rutinas, de hecho, conducen a jornadas plenas de problemas.

5 efectos negativos de la rutina matutina de Trump

La forma en que están diseñadas las 4 primeras horas del día del Presidente Donald Trump acumula por lo menos 5 efectos negativos principales. A saber:

  1. Efectos negativos sobre su salud física. La combinación de comida chatarra con sedentarismo extremo es una amenaza constante para su organismo. Tarde o temprano estos hábitos le pasan factura a cualquier persona, y más aún cuando se tiene la edad y el nivel de stress del Presidente Trump.
  2. Efectos negativos sobre su estabilidad emocional. Auto-someterse cada mañana a un bombardeo televisivo de noticias que lo golpean en crudo, en directo y sin filtro es activar desde temprano lo más irracional e inestable de su cerebro. Por eso los jefes de gobierno de cualquier país civilizado lo primero que reciben por lo mañana es un reporte sintético preparado por profesionales sobre la base de la información necesaria, ni más ni menos.
  3. Efectos negativos sobre su toma de decisiones. La calidad de las decisiones depende en gran medida del tipo y la cantidad de información que recibe el cerebro. Si se lo sobresatura artificialmente cuando comienza el día, pues entonces las decisiones que vaya tomando a lo largo de las horas serán a cada momento de peor calidad. Si la información es de poca calidad, masiva y mal elegida, entonces la calidad de las decisiones será aún más baja.
  4. Efectos negativos sobre su agenda política. Un Presidente que se comunica vía Twitter salteándose toda estrategia comunicacional e inmerso en las primeras emociones que le disparan las noticias televisivas termina arruinando su propia agenda política. Ni siquiera necesita oposición: él mismo lo hará. Tal vez ya lo esté haciendo.
  5. Efectos negativos sobre su equipo de gobierno. Nadie gobierna solo, ni siquiera el monarca más absolutista. Todo gobernante necesita equipo. Y un equipo en funciones, operativo, entusiasmado, coherente. Si el día del Presidente comienza con 4 horas caóticas como se describe, eso constituye la peor pesadilla para el equipo que trabaja a su lado y hace posible el gobierno. Pesadilla que conduce invariablemente al mal funcionamiento, al desorden, a la pérdida de oportunidades y a las renuncias y despidos en secuencia interminable.

El Presidente Trump tiene ideas políticas bien definidas y representa a un segmento importante de la opinión pública de su país. Más aún: ha comprendido con mayor profundidad que otros políticos las emociones de ese público que lo votó. Pero él mismo es su principal enemigo. Y su rutina matinal su arma mortal de auto-destrucción política.

La pregunta que sobrevuela todo es inquietante: ¿quién lidera mientras Trump mira televisión y tuitea? ¿Quienes expanden su liderazgo y su poder en el mundo, en Estados Unidos y en la propia Casa Blanca?

El Presidente que llegaba antes de la salida del sol

Mientras escribía este artículo recordaba a otro Presidente. Un mandatario de un país de América Latina a quien asesoré años atrás.

Aquel Presidente se levantaba muy pero muy temprano por la mañana.
¿Sabes lo que hacía?
Se dirigía hacia el Palacio Presidencial antes de que saliera el sol, atravesando las calles aún oscuras y casi desiertas de la ciudad. Me decía que lo hacía por respeto, para no obstaculizar ni incomodar con su pequeño despliegue de vehículos a los millones de compatriotas que colmaban las calles después de la salida del sol. Cuando aquella multitud se desplegaba en las calles en el duro tránsito matutino, el Presidente ya estaba desde mucho antes trabajando en su oficina. Desde antes incluso que la mayoría de sus colaboradores.

Te lo cuento porque la rutina matutina de cualquiera que ejerza un alto cargo de gobierno dice mucho acerca del gobernante. Y porque si estás en política y de verdad quieres crecer en liderazgo político, pues comienza por decidir cómo vas a comenzar todas y cada una de tus jornadas de trabajo.

Fuente: Blog Maquiavel&Freud