Neuropolítica aplicada a las campañas políticas digitales

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Por Donají Lobato

Si conocemos el producto o la marca que estamos comprando y llevamos varios años adquiriéndolo en la misma empresa, las emociones apenas van a influir en nuestra compra, y será mucho más fácil mantener la decisión racional.

Esto también ocurre en la política, cuando el cerebro moderno debe enfrentarse a la elección de un candidato u otro, la información que disponga de ellos va a ser crucial. Esto es lo que estudia y analiza la Neuropolítica.

Según teorías, aquellas personas que tienen una mayor capacidad económica son menos susceptibles de ser influenciadas por las decisiones emocionales.

Cuanto mayor inteligencia tenga una persona, mas racional será, menos se dejará influir por las emociones y menos manipulable será por partidos políticos.

La palabra emoción procede de emotio, que significa ”movimiento”, y se define como una alteración pasajera del estado de ánimo con un objetivo, el cual, inicialmente, era garantizar nuestra supervivencia y bienestar.

Este sistema límbico es el que regula la expresión y el control de las emociones, y explica conductas como la agresividad, el miedo, el pánico, la angustia y todas aquellas que son automáticas y se encargan de mantener la supervivencia.

Cada vez que un político solicita tu voto a través de un ”ahora o nunca” o ‘‘tic tac tic tac’‘ está provocando una activación importante del sistema límbico, con lo que está provocando en ti una respuesta visceral, una emoción que bloquea tu capacidad de tomar decisiones de forma razonada y libre.

Si cuando un candidato nos presenta una idea política, consigue activar más nuestro sistema de recompensa cerebral, aceptaremos su propuesta y le recompensaremos con nuestro voto y, si se activa mas nuestro sistema de aversión a la perdida, lo rechazamos.

Cada vez que una idea política o un candidato nos atraen, se va a liberar en nuestro cerebro esta sustancia, que activará nuestro sistema de recompensa cerebral y, por lo tanto, desencadenará una serie de reacciones químicas y eléctricas que nos llevarán a otorgarle nuestra confianza.

El sistema de aversión a la pérdida o de aversión al riesgo se activa cuando nuestro cerebro percibe algo como arriesgado o peligroso.

De este modo conseguirían evitar la activación de la amígdala cerebral de los votantes al no provocar el recuerdo negativo asociado a la otra persona y, por ende, el rechazo.

  • La corteza prefrontal se activaba cuando las ideas políticas de un determinado programa electoral coincidían con las necesidades de las personas.
  • El núcleo de accumbens se activaba cuando el programa, el candidato político o el objeto que se presentaba era de interés para el sujeto. Indicaba presencia por el mismo.
  • La amígdala y la ínsula cerebrales cuando el producto o el candidato político podrían suponer algo de riesgo o de perdida para el individuo.
  • Cuando el candidato era desconocido o proyectaba algún tipo de desconfianza, o si el programa político no se adaptaba a las necesidades.

El sujeto toma la decisión varios segundos antes de que sea consciente de ello. Dicho de otro modo, tu cerebro elige qué candidato va a apoyar y luego te hace consciente de su decisión.

Ya que los conservadores serán menos proclives al cambio y a afrontar peligros, mientras que los volantes de izquierdas apostarán más por derribar los cimientos de la sociedad actual y apostar por los cambios, sin importarles los riesgos.

Mientras los conservadores suelen fijarse en una idea y en un modo de solucionar un determinado problema, los votantes de izquierdas suelen intentar.

Cada vez se conoce más que el comportamiento electoral de aquellas personas que se sitúan en la derecha es más fiel a la hora de votar en las convocatorias electorales, que el de las que se sitúan en la izquierda y que, además, tienden a votar siempre a los mismo partiros y ser menos proclives a cambiar y a experimentar con formaciones políticas nuevas.

Los conservadores permanecían más tiempo mirando aquellas imágenes que se podían entender como peligrosas o amenazantes, mientras que los votantes de izquierda se centraban más en lo positivo y menos en los riesgos que podían proceder de los peligros que aquellas fotografías albergaban.

Los votantes de derechas eviten situaciones que supongan un peligro potencial y los de izquierdas las busquen, debido a que tienen un área cerebral mas enfocada a buscar las soluciones que a enfocar los problemas.

Conservadores y progresistas, y señala que los primeros necesitan un alto grado de certidumbre en su vida, lo que los va a llevar rechazar todos aquello que no encaja con su forma de entender el mundo.

Cuando los seres humanos debemos enfrentarnos a algo desconocido, se activa una estructura cerebral propia del sistema de aversión a la perdida, la amígdala cerebral, que nos hará ser reacios a aceptar toda la información que nos llega desde otro grupo y referimos, sin pestañar, la que procede del nuestro.

Este sesgo de familiaridad nos proporciona un exceso de confianza sobre todo aquello que nos es cercano y aclara que demos más crédito a las explicaciones de los políticos de nuestra región que a los de otras.

Tu capacidad racional para tomar las decisiones, el modo en el que interpretas el mundo exterior y los mensajes de las campañas electorales, tus emociones, tus recuerdos, el miedo a otros candidatos y tus expectativas quedan reflejadas en este simple equilibrio entre las fuerzas que llevan a aceptar a un candidato y las fuerzas que llevan a rechazarlo.

Fuente: Blog de Andrés Elias 


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