Por: Melanie Rodriguez
Desde los inicios de la comunicación política moderna vemos como las crisis y los grandes acontecimientos juegan un papel determinante en la comunicación política.
Recordemos el comercial conocido como “Daisy Spot”, donde la amenaza de un ataque nuclear, magistralmente llevada a la televisión por Tony Shwartz, y visto una sola vez antes de ser sacado del aire, fue un factor determinante en el triunfo de Johnson versus Goldwater en la campaña presidencial del 1964.
Recordemos más recientemente los terribles acontecimientos del 9/11, donde el entonces Mayor de New York City, Rudy Guilliani, se convirtió en una figura prominente por su liderazgo durante los eventos, y fue catapultado al protagonismo del partido Republicano, que lo perfiló como el posible candidato presidencial republicano para las elecciones del 2008, efecto que, con el tiempo, él no pudo sostener.
Y hace apenas unos días, los ojos del mundo presenciaron el milagroso rescate de los mineros chilenos. Lo que muchos no se percataron, es que este acontecimiento mundial fue orquestado de forma magistral para los medios de comunicación, y como resultado la popularidad del presidente chileno Sebastián Piñera se encuentra en su punto más elevado.
Por otro lado, recordemos el derrame en el golfo, sin duda una crisis de consecuencias fatales y el devastador efecto del huracán Katrina. La administración de cada uno de esos gobierno pagó por la forma como cada crisis fue manejada. En la primera, el gobierno de Obama fue criticado, y en la segunda, la actuación de Bush fue condenada, en ambos casos produciendo consecuencias políticas muy claras.
El aprendizaje: Ya sea durante una noticia aterradora, como el ataque a WTC, o una noticia de esperanza, como el rescate de los mineros, las autoridades políticas reciben, sin quererlo, la oportunidad de ponerse en primera fila frente a la opinión pública. Pero para salir victorioso es importante estar preparado para la ocasión. Los chilenos nos acaban de dar una lección, no solo en el rescate como tal, sino en la forma cómo fue comunicado, sin fallas, sin improvisaciones.