Factor es aquel elemento que juega un papel fundamental en el desencadenamiento o en la evolución de un fenómeno. En la campaña electoral brasileña actual, que enfrenta, en segunda vuelta, a la candidata oficialista Dilma Rousseff del Partido de los Trabajadores contra el candidato opositor José Serra del Partido Social Demócrata, el factor desequilibrante se llama Luiz Ignacio Da Silva, más conocido como Lula.
Luego de publicados los resultados de la primera vuelta parecía que la elección estaba decidida a favor de Rousseff, puesto que obtuvo una ventaja de 14 puntos, 46% contra 32% de Serra. La tasa de participación electoral que llegó a más del 80%, dejó, sin embargo, fuera a 25 millones de ciudadanos que perfectamente hubieran dirimido estas elecciones en la primera instancia. Afirman los expertos que a Dilma Rousseff le faltó un poco de esfuerzo para atraer a una parte de esos electores para finiquitar el pleito en la primera ronda, pero lo cierto es que algunos movimientos políticos de su partido la perjudicaron en gran manera. Si sumamos a ello los escándalos de corrupción o tráfico de influencias que mancharon a su entorno, podemos tener una explicación de su performance.
José Serra tuvo una campaña oscilante entre un temprano triunfalismo, seis meses antes de la cita electoral, y una resignación serena en los últimos días de la primera vuelta. A diferencia de su contrincante, pareció guardarse lo mejor de su artillería para el segundo y definitivo momento.
Luego de los primeros resultados, apenas unos días después, las encuestas mostraron que la brecha entre Dilma y José se habría ido acortando. Parece que, a pesar de que Marina Silva, la candidata que quedó en tercer lugar, decidió quedarse neutral, muchos de sus acompañantes tendieron hacia la oposición.
Esto parece haber decidido al presidente Lula a ingresar de lleno en la campaña electoral y lograr de esta manera el desbalance a favor de su candidata. Se trata sin duda de una apuesta arriesgada, pero necesaria en las circunstancias actuales. El factor Lula podría inducir a una buena parte de los votantes de izquierda que obtuvo Marina Silva a preferir las propuestas de Rousseff antes que las del “neoliberal” Serra, pero si esta incursión del Presidente fracasa y la Social Democracia logra la victoria, la imagen y el inédito apoyo que Lula ha conseguido a la finalización de su mandato, podría desdibujarse de forma irremediable. Estamos asistiendo a una de las campañas más creativas, disputadas y entretenidas de la historia brasileña. Por lo pronto Lula ha logrado erradicar la sonrisa del rostro de Serra, pero como se sabe, en las elecciones como en la vida, el que ríe último ríe mejor… y el final es, por ahora, imprevisible.
Ricardo Paz Ballivián es sociólogo y constitucionalista