Esta es una lectura muy interesante sobre 5 tendencias, que los creadores de Laboratorio de Tendencias, consideran que significarán un gran cambio en la política para los próximos 10 años.
a. Los nuevos liderazgos
La organización tradicional de los partidos políticos está seriamente amenazada, no sólo por la imparable necesidad de cambio y de regeneración política que una ciudadanía más crítica y autónoma reclama, sino por la irrupción de una cultura política radicalmente diferente que se alimenta de una praxis comunitaria, colaborativa y participativa que las tecnologías sociales o 2.0 sustentan.
El modelo político tradicional fundamenta la autoridad en la jerarquía organizativa, desde el primer secretario al último militante o simpatizante. Y esta autoridad no se sustenta, fundamentalmente, en el mérito de sus ideas o en su liderazgo para cohesionar y movilizar recursos y equipos. Su autoridad es poder, no necesariamente conocimiento o capacidad. Una de las lacras de este modelo es la incapacidad para seleccionar a los mejores… o para atraerlos.
La política 2.0 pone en jaque tal axioma organizativo. La comunidad política es mucho más rica que el partido y promueve y valora los nuevos liderazgos que encuentran nuevas formas de emerger sin prejuicios y sin corsés. Liderazgos transparentes.
b. El fin de la agrupación y la comunidad política
El modelo de partido basado en las agrupaciones territoriales como encuadramiento básico para la participación política será rebasado. El hecho de pedirle a un ciudadano activista que vaya a una reunión tal día a tal hora, para que en una asamblea local se decida tal o cual representante en una lista de congreso o electoral, será superado por una dinámica más estimulante que levantar una mano en una votación “por unanimidad”. ¿Para qué asistir a reuniones muy previsibles si me puedo conectar y participar sin limitaciones tiempo/espacio? Los socialistas franceses eligieron a su candidata en primarias online y también lo hicieron los demócratas norteamericanos.
Los nuevos activistas quieren participar del todo sin pasar por la casilla de salida, casi siempre limitada y controlada. Los “culos de hierro” (expresión utilizada en algunos ambientes políticos para identificar a los que ganan asambleas gracias a su capacidad para alargar indefinidamente reuniones) no podrán frenar el avance de los activistas. Éstos harán política desde dentro o desde fuera. El avance es imparable.
Las comunidades organizadas sobre servicios de redes sociales, como Facebook, Tuenti u Orkut, también están marcando nuevas tendencias para el desarrollo de la estrategia política en Internet, donde se promocionan los grupos de apoyo on y offline, y se intenta implicar a los más activos en el proceso político. La afinidad (y la proximidad) es la palabra clave. Compartir el conocimiento (y el poder) es el password del futuro de la política.
c. El activismo como elemento de cohesión
La política 2.0 favorece el activismo gradual, a la carta, espontáneo, organizado, solitario o en red. Esta movilización de energía para la acción, para el cambio, combina mal con un modelo de partido pensado fundamentalmente como maquinaria electoral y que ha ido abandonando poco a poco las referencias cívicas del activismo crítico. Participar, al mismo tiempo, en un campaña de movilización o sensibilización contra la dictadura de Birmania, colaborar con Barack Obama desde otro país, o compartir vídeos de las concentraciones por una vivienda digna con otras personas a más de 500 kilómetros de distancia proporciona el estímulo necesario para sentirse parte de redes plurales y diversas con las que sumar tu capital personal.
Las dificultades sociales y políticas a las que debemos enfrentarnos, en lo local y global, exigen que el talento y la creatividad latentes en la Red penetren y revitalicen las estructuras de los partidos democráticos para actualizar su concepción básica: la de servicio público. La Red palpita mientras las estructuras partidarias languidecen. La cultura digital es una ola de regeneración social (de ahí su fuerza política) que conecta con movimientos muy de fondo en nuestra sociedad: placer por el conocimiento compartido y por la creación de contenidos; alergia al adoctrinamiento ideológico; rechazo a la verticalidad organizativa; fórmulas más abiertas y puntuales para la colaboración; nuevos códigos relacionales y de socialización de intereses; reconocimiento a los liderazgos que crean valor; sensibilidad por los temas más cotidianos y personales; visión global de la realidad local y creatividad permanente como motor de la innovación. Hay esperanza de nuevos liderazgos. Pero en la Red sólo se reconoce la autoridad, no la jerarquía. Mejor las causas que los dogmas.
d. La creatividad política
Las tecnologías 2.0 descubren talentos creativos y estimulan la imaginación. La política será más divertida y la retroalimentación entre los medios on y offline, entre los medios formales y los informales, abre nuevas oportunidades para la comunicación política, donde cualquier iniciativa con repercusión en la Red tiene su impacto en los medios de comunicación convencionales.
La viralidad como referencia moderna y contemporánea. Juegos, vídeopolítica, ciberacciones, wikis… Créalo, pásalo, compártelo, reinvéntalo.
e. La recuperación de la palabra y de las ideas
Las tecnologías 2.0 refuerzan el poder de la palabra. Son, más que nunca, hipertextuales. Las consignas, la publicidad, la propaganda… tienen poco predicamento en un entorno exigente con las ideas. Los nuevos activistas son, fundamentalmente, constructores de relatos y de interpretaciones. Su pasión por la escritura, por el texto, por el mensaje no para de crecer y convive muy bien con la cultura de la imagen y el culto estético. Estamos descubriendo a personas que escriben fantásticamente bien, que argumentan, que razonan, que convencen.
La política 2.0 será leída y escrita por muchos autores.
Fuente: Laboratorio de Tendencias