Por Daniel Eskivel
Las elecciones son momentos cruciales en la vida democrática de los países. Tanto las elecciones presidenciales como las legislativas y las provinciales y locales.
Múltiples partidos y candidatos disputan unos pocos espacios de poder. La mayoría queda por el camino, muchas veces buscando explicaciones para su derrota. Unos pocos logran el objetivo.
En los espacios periodísticos y públicos se debate con esmero acerca de los resultados y de las variables que inciden en el mismo: los aspectos socio-económicos, el contexto cultural, la personalidad de los candidatos, los programas de gobierno, el papel de los medios de comunicación y muchos otros factores.
Mientras tanto, reflexionando desde ámbitos profesionales especializados, surge el manejo de la comunicación como una de las variables de más peso tanto en el triunfo como en la derrota electoral.
Al fin y al cabo una elección es una instancia donde la clave pasa por convencer a sectores muy amplios de la sociedad. Convencer, persuadir, entusiasmar, motivar…Como resulta obvio, nada de esto puede hacerse sin una buena comunicación.
Comunicación política
Las campañas electorales tienen una duración variable. La misma depende de la legislación electoral de cada país, así como del clima sociopolítico de la sociedad y de las estrategias de los distintos partidos y candidatos.
Pero más allá de esas variaciones podemos considerar que los últimos tres meses previos al acto electoral constituyen la recta final, el tramo decisivo que culmina todo un proceso político anterior.
En esos tres meses finales todo es comunicación, porque lo que es imposible es no comunicarse. No hay nada, ningún evento ni conducta, que pueda caracterizarse como no-comunicación. Lo que hay es buena o mala comunicación. Y lo buena o mala que sea la misma influye poderosamente en la decisión de voto del elector.
Dimensiones de la comunicación política
El complejo entramado comunicacional generado en una campaña electoral puede ser ordenado en varias dimensiones distintas y complementarias. A saber:
* El discurso verbal del candidato.
* El discurso no-verbal del candidato.
* La campaña publicitaria.
* El programa de gobierno como pieza comunicacional.
* El discurso verbal y no verbal del partido político.
* La circulación de mensajes en las redes sociales.
Psicología política
En este comienzo del siglo XXI las ciencias sociales cuentan con suficientes herramientas conceptuales y técnicas como para analizar en profundidad la comunicación política.
El instrumental básico proviene de la psicología de la comunicación, el psicoanálisis, la psicología cognitiva, los estudios de psicología de la percepción, la psicología social, la sociología, el marketing, los desarrollos publicitarios, los estudios de opinión pública, la semiótica y la antropología.
Si analizamos las campañas electorales con estos afilados instrumentos seguramente vamos a desentrañar muchos de los secretos, tanto de quienes ganan como de quienes pierden una elección.
Esta lectura profesional permite, además, ir achicando el terreno a los inefables “opinólogos” que invaden los medios de comunicación en cada campaña electoral. Que hablan con supuesta seriedad de asuntos que no conocen ni siquiera en lo superficial, pero que a veces son escuchados ante la carencia de análisis serios y fundados.
El éxito electoral
Durante mucho tiempo los partidos políticos condujeron las campañas electorales a fuerza de experiencia, golpes de intuición y mucho olfato político. En la medida que todos actuaban así, se trataba de una competencia igualitaria en la que podían triunfar quienes tuvieran más desarrolladas aquellas virtudes.
Pero ese tiempo ya finalizó.
Ahora las campañas se profesionalizan al máximo, aplicando el instrumental proveniente de las ciencias sociales y convocando al trabajo de especialistas. Al fin y al cabo el conocimiento científico puede volverse operativo también en este terreno. Si la revolución científico-técnica ha cambiado por completo la vida cotidiana de la humanidad, ¿por qué no iría a cambiar también las campañas electorales?
La profesionalización de las campañas hace rato que es una realidad consolidada en diversos niveles de los Estados Unidos, de Europa y de varios países de América Latina.
Todavía quedan, por supuesto, algunos escollos. El principal de ellos reside en los propios políticos, en alguna de sus debilidades más significativas. Tal vez por deformación profesional, tal vez por negación de la realidad, tal vez por un desborde narcisista o simplemente por cierta embriaguez con el poder…pero el hecho es que casi todos los políticos creen ser buenos comunicadores.
La mayoría de ellos está férreamente convencida de sus dotes comunicacionales, de su habilidad para convencer, de las conclusiones inequívocas de su experiencia y del mandato férreo de su intuición.
En realidad es solo cuestión de tiempo.
A medida que pasan los años se va produciendo un doble fenómeno. Por un lado se suceden las derrotas de los candidatos que se ubican en el lugar del supuesto saber, de aquellos que imponen contra viento y marea su sacrosanta experiencia y su infalible intuición.
Y por otro lado van triunfando los candidatos que reconocen sus limitaciones, que organizan buenos equipos de especialistas y que incorporan a sus campañas electorales el saber acumulado en las ciencias sociales.
Es el signo de los tiempos que corren.
Fuente: Psicociudad