Por: Carlos Villota Santacruz
“La principal razón del viaje del presidente de norteamericano Barack Obama a América Latina es reforzar la alianza económica con la región. El argumento no es otro que generar empleo. La Casa Blanca ha visto con admiración como la economía del continente crece rápidamente, gracias al aumento del consumo. “
Un escenario totalmente diferente tres décadas atrás. La economía de esta parte del mundo es cada día más internacional. Una razón más que suficiente para que Washington comience a construir una alianza que le permita generar empleo y apagar el “incendio” de un sector de la opinión pública que señala que el mandatario se encuentra en “saldo en rojo” dentro y fuera del país.
Adicionalmente, el gran reto de la administración Obama –en lo que le resta de Gobierno- es aumentar las exportaciones. “Quiero abrir más mercados alrededor del planeta para que las empresas estadounidenses puedan hacer más negocios y contratar más a nuestra gente”, es la tesis del líder demócrata que tiene el desafío urgente de mantener y elevar la calidad de vida de sus connacionales y millones de hispanos que viven en su territorio.
Las estadísticas dan cuenta que hoy Estados Unidos exporta más del triple a América Latina que a China. Una tendencia –que de mantenerse- podría generar dos millones de empleos. Una tarea que no puede dilatarse en el tiempo y que puede sentar una base sólida con socios como Brasil y Chile, al tiempo que la relación del Salvador –el pequeño país centroamericano gobernado por un partido de izquierda- es un espaldarazo a su presidente Mauricio Funes a un proceso de reconciliación que pude interpretarse como un mensaje directo a Colombia que a pesar del apoyo norteamericano en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo, continua sumergido en un conflicto interno, donde los ciudadanos llevan la peor parte.
Como se observa existen antecedentes y hechos de coyuntura que invitan a Estados Unidos a fortalecer su política exterior con América Latina. Sin embargo, los acuerdos de cooperación y alianzas que se construyan deben ser lo suficientemente fuertes que soporten la fuerte dinámica geopolítica que un presidente como Obama debe enfrentar con Egipto, Pakistán, Corea del Norte y Corea del Sur y hace pocas horas con Libia cuyo régimen amenaza con desestabilizar la paz mundial.
Bajo ese escenario el presidente de Venezuela Hugo Chávez llamó al Gobierno Obama “los señores de la guerra. Más muerte. Más conflicto es el resultante de la intervención norteamericana y los países aliados en Libia” dijo, marcando una vez más distancia con Washington.
Es decir, la relación América Latina-Estados necesitará más que una “receta mágica” para mantener viva “la llama del diálogo diplomático y comercial”. En ese contexto, solo la aprobación del TLC confirmará a Colombia como socio estratégico en la región.
En la otra esquina está Chile, cuyo país es mirado por Obama como la continuidad de la política independiente. Tanto el presidente Lagos como la presidente Bachelet se presentaron como administraciones de izquierda pero gobernaron de manera pragmática. Igual sucede con Sebastián Piñera que si bien es de derecha en todas sus acciones demuestra la preocupación de mantener el nivel de desarrollo del país, que se repone a paso lento del fuerte terremoto que lo sacudió en enero de 2010.
En resumen, la visita de Obama a América Latina no se medirá por la calidad de sus discursos o acuerdos que puedan gestarse. Sino por el resultado a mediano y largo plazo en favor de un continente que tiene un amplio portafolio de servicios comenzado por el recurso humano y que reclama –sector público y privado- insertarse de manera definitiva en el renglón de países desarrollados. Si este objetivo se logra, se podría decir que la visita de Obama sería relevante. A propósito de este comentario, usted que piensa e mail villotasantacruzcarlos@yahoo.com.co