Por Claudio Alpizar Otoya (*)
La reciente visita del tres veces candidato Ottón Solís a la Presidente Laura Chinchilla, con recepción y cierre digno de un jefe de Estado, ha sacudido las arenas políticas de la Alianza legislativa opositora al gobierno. Solís camino erguido al lado de la Presidente, con quien dice mantener comunicación directa. Sacó pecho e ignoró y borró con arrogancia al Ministro de la Presidencia y al de Información, los mismos que luego estarían obligados a alabar su “desinteresada” actitud, fue un escenario soñado para Solís. Se hizo acompañar de un diputado cercano y de poco renombre, obvió la estructura jerárquica de su partido y aún más la de la fracción legislativa. ¿Y la Alianza?, menos le importaba. Con cada uno de sus movimientos y señales quería indicar: “el PAC es mío”, aunque luego por cortesía protocolaria dijese lo contrario.
No cabe a duda que las declaraciones de Solís tienen resonancia en los medios de comunicación costarricenses; pero menos duda queda de que después de irse derrotado y ensimismado a impartir clases a los Estados Unidos de América dejó espacios en su partido, y le “pellizcaron el queso”. A tal punto de perder el control de una agrupación que armó y diseño alrededor de su figura, que manejó a “control remoto”, un partido que se le ajustaba como licra al cuerpo, en el que siempre evitó la competencia a su liderazgo. Hoy quiere recuperarlo y escenario más propicio no pudo encontrar.
Lo interesante es que fue el propio PLN desde gobierno el que le facilitó a Solís ese intento por recuperar protagonismo como líder. Empero, los “estrategas” de gobierno olvidaron que varios diputados del PAC hacen caso omiso a las directrices ottonistas, entre ellos los dos más distinguidos y reconocidos por su labor parlamentaria, Juan Carlos Mendoza y Claudio Monge, son los que menos están dispuestos a hacerse a un lado, como las aguas del Mar Rojo con Moisés, para que el “mesiánico” excandidato pase entre ellas. Además, con esta acción el gobierno enfrió a los diputados del PASE que estaban dispuestos a colaborar con el Poder Ejecutivo en el asunto de la reforma fiscal, ahora han reculado.
Ya sabemos que Solís no es un estratega político por excelencia, sus derrotas así lo demuestran, pero ha aprendido de ellas lo suficiente para leer la política nacional, por eso, bien sabe que su partido tiene en estos momentos “agarrada por el mango” a la Alianza Opositora. Pues de romperse los más perjudicados serían el Movimiento Libertario y la Unidad Socialcristiana, que se quedarían sin la “medallita” de presidir el Parlamento y tomar protagonismo político de primer nivel. Además, los dardos venenosos de corrupción que Ottón tira con constancia a esos dos desgastados partidos son difíciles de desviar, puesto que son asuntos más que comentados por la ciudadanía; son garrapatas pegadas a sus cuerpos más que pulgas que sacudirse.
Cuenta los que saben que por allá de 1966, aún con las heridas frescas por la derrota electoral sufrida por don Daniel Oduber frente a don José J. Trejos Fernández -momento difícil y clave para el Partido Liberación Nacional, que lo tenía ante la encrucijada de desintegrarse si volvían a perder- don “Pepe” Figueres escribió un memorándum a sus más allegados colaboradores. Hasta en Chile recibieron el documento en que don Pepe analizaba la derrota y llamaba la atención de que no podían permitir otra igual. Desde aquel momento y “sorpresivamente” diversos grupos empezaron a trabajar silenciosamente para el regreso del líder a su tercera magistratura. Empero, un día de 1968 los periodistas inquietos y con dudas le preguntaron a don Pepe que quien sería el candidato de su partido para las elecciones de 1970, en forma directa y decidida, sabiéndose líder, sin florituras falsas y viéndoles de frente les dijo: “El candidato soy yo”.
Ottón Solís, luego de perder las elecciones del 2010, en un berrinche político cometió el error estratégico de autoexcluirse para elecciones futuras, algo que a lo interno de PAC esperaban impacientes los de la segunda fila de su partido. Hoy deambula ante la tentación de un panorama que pareciera propicio para su discurso, que mantiene vigencia, pero poca empatía electoral por quien lo pronuncia. Solapadamente quiso mostrarse como don Pepe en su partido. La diferencia es que a Figueres lo había perseguido y atrapado el éxito en su vida política, eso le permitía no ser dubitativo para reconocer de frente y con fuerza sus aspiraciones, y de paso ubicar en su lugar a la dirigencia del PLN. Aun con liderazgo competitivos del peso de Daniel Oduber, Luis A. Monge y Rodrigo Carazo quienes empujaban, todos expresidentes de la República, don Pepe los obligó a esperar, así lo definió quien tenía la magia y el respeto para ser obedecido.
Ottón Solís no puede presumir de lo mismo. En el PAC no hay esos liderazgos tan fuertes como los mencionados, eso le permitió hacer en solitario y sin mayores riesgos el show mediático de la semana pasada. Sin embargo, tiene miedos internos y poca valentía para decir “el líder del PAC soy yo”, y mucho menos una frase lapidaría, marcada para siempre, como “El candidato soy yo”.
(*) Claudio Alpizar Otoya. Politólogo
Fuente: Costa Rica Hoy