Por Luis Aguado
Se denomina soundbite a un pequeño fragmento de una intervención o discurso que concentra la máxima información y la esencia de un mensaje en el menor tiempo posible. Por decirlo de otra manera, un soundbite es la frase que un político o portavoz desea ver convertida en titular en los medios.
Su origen se sitúa en la década de 1950, cuando la televisión se convierte en un medio de comunicación de masas, y su uso se extiende en la década de 1980 con la llegada de las cadenas especializadas en noticias e informativos. Lo que caracteriza a un soundbite es su capacidad de comunicar sin necesidad de contextualización, de resumir la noticia por sí sólo y, preferiblemente, sin ser editado por periodistas u otros intermediarios.
Algunos de ellos se han convertido en iconos culturales porque han sabido concentrar el imaginario de una era y la esencia de un discurso o una ideología: el “No te preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate que puedes hacer tú por tu país” de John F. Kennedy; “Un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad”, de Neil Amstrong; “Tengo un sueño”, de Martin Luther King… Otros no son tan universales, pero en su momento cumplieron su objetivo de convertirse en titulares, como el famoso “Váyase, señor González” de Aznar, el “Tsunami bipartidista” de Gaspar Llamazares o el reciente “Llamadme Alfredo” de Rubalcaba, candidato a presidente del Gobierno español en las elecciones generales de 2011.
Para ser efectivo, un soundbite debe ser:
- Breve: la clave del soundbite es que sea corto, cuanto más mejor. El espacio en los medios es cada vez menor, a la par que aumenta la competencia entre los contenidos. Y en la televisión e Internet, el montaje es cada vez más rápido y las intervenciones más breves. En 1968, la duración media de un soundbite era de 43 segundos, mientras que hoy está por debajo de los 10 segundos. Para adaptar un mensaje a esta duración es una buena idea empezar a pensar en 140 caracteres o en “tuits”.
- Preciso: un buen sound bite es aquel que dice más cosas con menos palabras. Debe tener sentido por sí sólo, independientemente del contexto en el que se emplee.
- Original: juegos de palabras, metáforas, símiles… Todos aquellos recursos que alejan al soundbite del lenguaje coloquial contribuyen a diferenciarlo del discurso y captan la atención de los periodistas y el público. El ingenio, las imágenes mentales, el humor y la mala leche son también buenos imanes para los medios.
- Pregnante: algunas frases se quedan grabadas en nuestra memoria con sólo escucharlas una vez. Un soundbite es pregnante cuando apela a un sentimiento universal, cuando conecta con un mensaje que la población ya tiene interiorizado. En estos casos, el soundbite aparece como la expresión de un deseo colectivo que captura, en palabras, todos y cada uno de los matices de ese deseo o anhelo. “Váyase, señor González” no hacía más que verbalizar un deseo de cambio presente en buena parte de los españoles.
- Pertinente: los mejores creadores de soundbites saben cuándo lanzarlo y en qué parte del discurso introducirlo. El contexto, la atención de los periodistas, la importancia de la ocasión, el ciclo de noticias… Todos ellos son factores relevantes que hay que considerar a la hora de buscar el titular.
- Perenne: los buenos soundbites perduran más allá del acontecimiento o noticia para el que fueron ideados, llegan a los libros de historia y se viralizan durante años.
- Por último, un soundbite debe ser practicado. Los mejores titulares suelen estar enmarcados en una estrategia y rara vez son fruto de la improvisación. Es más, cuando un portavoz genera un sound bite no buscado, éste suele ser perjudicial para sus intereses.
Si quieres leer más sobre el soundbite, te recomiendo este artículo de Total Politics.
Fuente: Blog de Luis Aguado