Por May Gañán/Raúl Vaquero
Ninguno supera los 25 años pero algunos llevan en política desde que alcanzaron la mayoría de edad. Les apasionan los debates, las sesiones del congreso y la campaña electoral. Han estudiado derecho y ciencias políticas, carreras que se les quedan cortas cuando de lo que se trata es de aterrizar a la arena política. Por eso asisten a cursos de oratoria en los que aprenden a elaborar discursos y a recitarlos con la precisión, energía y contundencia necesarias para ganar adeptos.
En política, todo influye: la imagen, el tono de voz, la intensidad, el volumen, la seguridad y la actitud. Y un compendio de todo eso es lo que aprenden en estas clases. Fran Carrillo es el creador de “La fábrica de discursos”. Es periodista especializado en temas políticos y la persona que dirige a estos futuros líderes muy de cerca. El objetivo básico que trata de inculcarles es el de ser un político “SPS” : “que es, parece y sabe”.
A partir de ahí les dice que de lo que se trata es de saber argumentar una idea, ordenándola en el discurso de forma que llegue a quien la escucha. Para eso les enseña una táctica esencial, la de recurrir siempre al “sound bite” como se denomina en el lenguaje profesional a ese lema final en el que hay que resumir todo lo que se ha dicho para que la idea cale. Como ejemplo les recuerda el “váyase señor González” que en 1995 dedicó Jose María Aznar al entonces presidente Felipe González, o el más reciente “ Yes we can”, el podemos que alzó a Obama a la Casablanca.
Los alumnos, militantes de distintos partidos, atienden con una mirada inteligente a la que no parece escapar nada. Plantean preguntas sustanciosas y en cada frase aportan datos. Es fácil comprender la valoración que Fran hace de ellos como futuros políticos. Afirma que muchos tienen ya madera de líderes y que está convencido de que en cuestión de una década más de uno despuntará. Al curso han asistido hoy tres militantes del PP, uno del PSOE y otro de UPYD. Cuando termina la clase, sentados en una sala comparten un refresco mientras comentan sus expectativas de cara a las elecciones. Valoran las noticias políticas del día y dan su opinión sobre la difusión de los debates. Su porte es serio. Aparentan más años de los que tienen y en su conversación todo es política.
Tras el descanso toca el turno de pasar a la sala de los espejos. Allí, de uno en uno a solas con el profesor ponen en práctica lo aprendido. El ejercicio consiste en verse en el espejo mientras hablan. “Es esencial” nos dice Fran. Sólo así pueden ver la imagen que proyectan y autoexaminarse mientras hablan. Algunos nos cuentan que suelen practicar en la ducha y en el baño. Fran pone a prueba a Bruno, que elige como tema proponer listas abiertas para elegir a los candidatos. Tiene energía, habla sin papeles y con las ideas bien claras e hiladas pero Fran le interrumpe repetidas veces para que baje el tono, para que utilice un lenguaje más cercano, para que simule estar dirigiéndose a una anciana…Bruno se detiene y procesa el cambio rápido para seguir con la prueba.
Al final, pedimos al profesor que puntúe al alumno su capacidad oratoria. Tras meditarlo unos segundos, le pone un siete y con su deformación profesional, inmediatamente nos lo argumenta “pero sólo porque sé de lo que es capaz… es un alumno de diez, por lo tanto hay que pedirle más” Y en esas los dejamos preparándose a conciencia para un futuro quizá no tan lejano.
Fuente: TeleCinco.es
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