Cuando un votante decide sufragar, lo hace fundamentando su elección con base en tres factores: el partido, el candidato y la propuesta o los temas que se debatieron en la campaña. Éstos tienen características complejas, pero conviene hacer dos puntualizaciones: por un lado, tienen un peso diferente, pues el partido explica alrededor del 25% de las motivos que fundamentan la decisión de un votante, el candidato explica el 33% y la propuestas o temas un 40%; por otro lado, no son mutuamente excluyentes, sino que se presentan simultáneamente en los votantes, correlacionándose de manera distinta, según los antecedentes particulares del ciudadano y el contexto de la contienda.
He buscado, en mi trabajo académico, esclarecer por qué varían de manera significativa las tendencias electorales en periodos relativamente cortos y la explicación más adecuada me la ha dado la conjugación de los tres factores anteriormente mencionados. La relación entre ellos varía dependiendo de la conjugación del partido, los candidatos y, sobre todo, de los temas. De ahí que las preferencias electorales rumbo a la elección presidencial se mantendrán favorables al PRI si su candidato es Enrique Peña Nieto, por contar con el voto partidista más sólido y el mejor valor como candidato. Pero sin duda alguna variarán una vez iniciada la campaña debido a que el foco de atención se centrará en los temas de la contienda, y de cómo los actores políticos, llámese partido o candidatos, responden a estos temas.
Contrario a lo que se piensa, el abanico de temas es reducido, debido a que representan diferentes grados de importancia (o rentabilidad) desde el punto de vista de los votantes y por el costo que representa el impacto en la agenda de medios. Para el año 2012, son cuatro los temas que enmarcará la contienda entre los partidos y candidatos.
En primer lugar, está el tema “cambio”, que paradójicamente no enarbolará el PAN. Después de 12 años de gobiernos federales de Acción Nacional, más del 50% de los electores en el país están de acuerdo con un cambio de partido a nivel de la Presidencia de la República. Este tema favorece a dos candidatos y partidos, comenzando con Enrique Peña Nieto del PRI, con la representación del Nuevo PRI, que en la contienda del 2012 tendrá que probar ante la opinión pública lo que representa, ante los cuestionamientos que recibirá de sus adversarios. Le favorece también a Marcelo Ebrard, como abanderado de la izquierda, quien enmarcará un cambio basado en los logros de la administración del Gobierno del Distrito Federal, con temas que resultarán controversiales para un elector conservador, opuesto espontáneamente a los matrimonios entre personas del mismo sexo o el aborto como una decisión de la madre. En el caso del PAN, el cambio es negativo para su candidata o candidato, a menos que decida romper públicamente con la política de Felipe Calderón, situación poco probable por la dinámica de la contienda interna, donde no ha habido pronunciamiento alguno respecto de los errores de la actual administración.
Concomitante con el tema “cambio” se ubica la política de seguridad. A pesar de que el presidente Calderón se ha cansado de justificar la necesidad de su política contra la delincuencia organizada y publicitar sus resultados, para la mayoría de los mexicanos no le significa sentido, puesto que su sexenio se ha caracterizado por la violencia y el incremento de la inseguridad en diversas partes del territorio nacional. El tema de “seguridad” será importante, aunque de manera negativa. Y a pesar que desde el punto de vista del elector la inseguridad se ha incrementado con la llegada de los gobiernos del PAN, muy difícilmente los gobiernos del PRI y PRD tienen un expediente limpio en términos de delincuencia organizada. La seguridad será un tema que todos los actores marcarán distancia con la forma en que lo operó Calderón, pero es insuficiente para que represente un beneficio que explique el triunfo de un candidato o partido en particular.
El tercer tema relevante, sin lugar a dudas, será el “fortalecimiento de la economía familiar”, un tema positivo, en el sentido de que representará la oferta que los diferentes actores políticos se comprometerán a cumplir una vez ganada la Presidencia de la República. ¿A quién beneficia este tema? Considero que a los tres principales partidos; dependerá de la manera en que hagan la oferta –ya sea a través de una tarjeta, o que o firmen ante notario público su compromiso– y la credibilidad del candidato durante la contienda.
En cuarto lugar está el tema con el que los rivales buscarán acortar las distancias con Enrique Peña Nieto. A pesar de que en la actual legislación electoral no se permite la operación de campañas negativas en los medios de comunicación, el casi seguro candidato del PRI será blanco de un conjunto de mensajes que buscarán frenarlo en su camino, así como ocurrió en la elección del 2006 con Andrés Manuel López Obrador. El probable enfoque que enmarcará esta campaña no será la personalidad del candidato, sino la del gobierno que representa; veremos mensajes de cómo el nuevo PRI es el mismo de siempre, o la forma en que las finanzas públicas de los gobiernos priistas ponen en riesgo al país, o que la delincuencia ha crecido en los estados gobernados por el PRI. Sus personajes controvertidos se pondrán en boga y sus leyendas negras adquirirán nuevas versiones.
La conjugación de estos temas y la manera en que respondan los distintos actores políticos determinará el regreso del PRI a la Presidencia de la República, como se plantea el escenario a la distancia desde 2011, o por el contrario, contra todo pronóstico, el refrendo de la permanencia del PAN en el gobierno federal o que el PRD concrete su llegada a Los Pinos. Quienes consideran que las tendencias no cambiarán de aquí al 2012 están adelantando vísperas, porque la parte más volátil de la contienda (la que representa el 40% de la variación) tendrá lugar hasta entrado el mes de mayo del próximo año.
Fuente: Eje Central / Esfera Pública