Publicado en: El País (12.11.2011) (Artículo 18, Las formas son fondo)
Muchos ciudadanos y ciudadanas se preguntan sobre la eficacia y la relación entre el coste (económico, organizativo) y el retorno (electoral, mediático) de los mítines en una campaña electoral. Y más en una sociedad digital como la nuestra. Lo cierto es que siguen siendo un elemento importante en la planificación electoral y son el prototipo de acto que acostumbra a cerrar la larga campaña.
Veamos cuáles son las razones que los hacen, todavía, imprescindibles y los nuevos usos y oportunidades que permiten.
1. Mediático. Durante un mitin a veces es curioso observar como el candidato/a que está desarrollando un discurso que va por unos derroteros, de repente, salta con otra energía, se mueve con otra dinámica, lanza un mensaje muy preciso, contundente… y también, en un instante, los aplausos se generan “espontáneamente”. Significa que ha aparecido una luz roja o una señalización muy visible, en el atril o en el fondo de la sala o del escenario, significa que se está saliendo en directo en televisión. No es falsear la realidad, es preparar una dosis de ésta (que ya estaba en el mitin) en el formato, en el tiempo y en el producto que necesitan los medios de comunicación y que necesitan las propias fuerzas políticas.
2. Audiovisual. Los grandes partidos acostumbran a dar la señal audiovisual a los medios de comunicación para garantizar el corte, los planos y los encuadres. Además, muchos mítines sirven después para postproducciones de vídeos en formato anuncio o reportaje para ser utilizados en las redes sociales o la televisión. En cada mitin todo está estudiado, desde la posición de las cámaras a la gente que se coloca detrás del político/a que está dando el discurso (para demostrar que no está solo y porque representa a otras personas con las que también nos podemos identificar).
3. Emocional. En cada mitin -por la visibilidad que tendrá- se plantea la oportunidad de lanzar el mensaje del día, de mostrar un estado de ánimo a los simpatizantes que están presentes físicamente y, también, a la gente que lo ve desde sus casas. Los espectadores quizás no acaben de escuchar muy bien la frase, o no estén muy pendientes del contexto político y mediático, pero sí que tienen un olfato especial para detectar ambientes. Se pueden crear ambientes de euforia, de victoria o expresar otro tipo de emociones y sentimientos. Se busca crear complicidades y generar un recuerdo perdurable: “Yo estuve allí, no lo olvidaré”. La música (de ambiente o en directo), los presentadores, los vídeos que se proyectan, las imágenes previas… todo se piensa para crear un efecto emocional intenso que permita insuflar ánimo, mostrar fuerza y movilizar al electorado.
4. Digital. La televisión y la búsqueda de los espacios mediáticos sigue siendo un pilar fundamental de la comunicación política en los mítines, pero cada vez más se busca tener repercusión en la Red. Los asistentes a los mítines tienen teléfonos móviles, cuentas de Twitter o de Facebook, y hacen fotografías, comentan, redistribuyen la información… También, en muchos casos, las fuerzas políticas emiten en directo vía Internet el contenido de esos mítines. Se hacen esfuerzos de realización de imagen más allá de la repercusión en los medios de comunicación. Los partidos también proponen hashtags para conseguir máxima difusión en Twitter, como en el caso del último mitin del PSOE en Dos Hermanas, el pasado 4 de noviembre, donde los hashtags “Alfonso Guerra” y “AndaluciaconRbCb” fueron trending topic mundial.
5. Relacional. Las primeras filas, las de los invitados, son un elemento clave para mostrar capacidad de relación, apertura y pluralidad. Es también una tónica habitual en estos últimos años invitar a reputados bloggers, pero esta vez para que se sienten casi siempre al fondo de la sala (a menudo con la prensa tradicional), con la idea de que escriban crónicas de lo que ven o sienten, sea en directo, a través de sus comentarios en sus canales de Twitter y Facebook (seguramente muy seguidos), o al día siguiente en sus blogs. Para ello, los partidos preparan y envían materiales de ayuda, como imágenes, logos o vídeos, que servirán a quien quiera hablar del mitin.
6. Crítico. Los mítines, por su capacidad de amplificación, son un gran escenario para la respuesta crítica o la contraprogramación política. La visibilidad en un mitin es real, y lo saben bien los colectivos que quieren protestar, que suelen tener presencia fuera de los mítines y que siempre intentan entrar para salir en los medios. También hemos visto críticas al político/a, especialmente en las últimas elecciones alemanas, cuando una masa de jóvenes incordiantes seguía a Angela Merkel a todos sus mítines para aclamarla con tal exageración que suscitaba el ridículo. Cada frase de Merkel, por ejemplo, “Estimados Señoras y señores…” o “combatir el desempleo con un rápido regreso al crecimiento” venía seguida de la aclamación “!Yeaahh….!”. El efecto para la oradora era demoledor.
7. Diferente. Con muy pocos elementos (y asistentes) también se puede conseguir recrear un ambiente de ágora cívica y ciudadana tan propia de los speak corners tradicionales británicos y hacer un mitin de bolsillo muy efectivo. Una silla o a una escalera a la que subirse, como es habitual en distintos parques del país -como el Hyde Park (y otros, en el resto del mundo)- o un palé (como el que utilizaba para hacer campaña el actual líder conservador David Cameron) son púlpito suficiente para un buen mitin.
Fuente: Blog de Antoni Gutierrez_Rubí