Por Roger Fort
La inexistencia de experiencias democráticas durante largos siglos no impidió que los gobernantes utilizaran ciertas nociones incipientes del marketing y la comunicación política.
Maquiavelo en ‘El Príncipe’ (1513), desarrolló una sofisticada teoría sobre el rol de la persuasión política como alternativa al uso de la fuerza. Por su parte Napoleón, creó su oficina de prensa, la ‘Oficina de la Opinión Pública’, lo que atestigua como los gobernantes querían ejercer su control sobre la opinión de las masas. O el emperador Luis XIV de Francia, que podría considerarse como uno de los precursores de ‘la imagen’ del hombre político debido al ritual que seguía en sus actividades públicas y a la puesta en escena en sus apariciones en la Corte de Versalles.
Cualquier forma de organización política, independientemente de su naturaleza (democrática o no) ha utilizado siempre la comunicación para transmitir sus mensajes haciendo uso de las tecnologías disponibles en cada momento según el contexto socio-político e histórico de cada país.
Aparición y uso de la propaganda
El concepto ‘propaganda’ apareció por primera vez en los años 20. Según Xavier Peytibi, fueron dos los líderes de esta nueva forma de entender la comunicación para controlar a la sociedad: Walter Lippman y Edward Bernays. Ambos formaron parte del comité Creel, creado en Estados Unidos para influir en la opinión pública generando un sentimiento patriótico para intervenir en la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
El consultor de comunicación política, Xavier Peytibi, relata que ambos idearon los ‘comités de hombres de 4 minutos’. Recaudaron 75.000 voluntarios que daban un discursodurante los descansos en cines, teatros, iglesias, sindicatos, etc. Era una charla a favor de la intervención de Estados Unidos en la guerra, de 4 minutos como máximo. Con ello consiguieron más de un millón de mítines, llegando a 100 millones de oyentes (cuando en aquella época en Estados Unidos había 120 millones de personas). Asimismo, sigue Peytibi, el comité Creel reunió a grandes pensadores para propagar sus mensajes a favor de ir a la guerra. Una de sus campañas más conocidas es el ‘I want you, for the US Army’.
Edward Bernays destacó durante los años 20 por ser el inventor del concepto ‘relaciones públicas’. Escribió en 1928 el libro ‘Propaganda’ y para él, la manipulación consciente e inteligente de las masas jugaba un papel importante en la democracia. Según Bernays, la ciudadanía no se mueve por necesidad, sino por el deseo, y hay que conseguir que tengan ese deseo. Es la energía que mueve la mecánica social.
Es así como durante el transcurso del siglo XX, estados totalitarios y autoritarios hicieron uso intensivo de distintas técnicas de comunicación, en especial de la propaganda, para persuadir a las masas. Aquello demostró que las técnicas de comunicación y persuasión no tienen un fin inherente, sino que están orientadas según la propia voluntad del líder o gobernante. Fue la época de máxima esplendor del liderazgo carismático y del auge de la visión más ‘propagandística’ de la comunicación política como herramienta de acción partidaria.
Hitler y Goebbles son exponentes del uso perverso de las técnicas de comunicación política que se estaban sofisticando en la Alemania de la primera mitad del siglo XX. Hitler utilizó la propaganda estatal (sobretodo radiofónica) y su carismática oratoria para persuadir a las masas y conseguir su apoyo para denunciar el Tratado de Versalles de 1919, aterrorizar al pueblo judío, oponerse al pacifismo y al comunismo internacional, así como ensalzar el nacionalismo alemán, el racismo y el militarismo. Para ello recurrió a Josep Goebbels, Ministro de Propaganda y cara visible del nazismo, creador de la mayoría de los discursos de Hitler y que hizo uso de diversos métodos y técnicas para controlar todos los medios el país (radio, televisión, cine…) para promover los sentimientos de orgullo, el odio y persuadir a las masas. Goebbels consiguió que durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) la población viera a Alemania como atacada.
Éste es, sin lugar a dudas, uno de los ejemplos más ilustrativos del uso perverso de las técnicas de comunicación de aquella época, de la que se han servido, y se continúan sirviendo, regímenes autoritarios, totalitarios y dictatoriales para ejercer una férrea influencia y controlar a su población.
Fuente: Packaging Politics