Por Fran Carrillo
Obama se sinceró en la mañana del martes ante decenas de periodistas cuando, al pedirle unas palabras sobre Romney de cara al Supermartes, el Presidente respondió: “le deseo buena suerte esta noche”. Y añadió a continuación entre las sonrisas sarcásticas de la prensa. “Es en serio”. Cumplidos que Romney agradeció y devolvió una vez conoció la noticia.
Pues bien, Romney ganó (en su estado Massachussetts, Alaska o en Ohio, aquí por sólo 12.000 votos de diferencia sobre Santorum) pero no convenció. No convence su bipolaridad de valores, su ajustado equilibrio entre las políticas demócratas que aplicaba cuando era gobernador y las republicanas que deberá poner en marcha si gana en noviembre. Y tampoco su pensado pragmatismo en busca del votante moderado, sin tener en cuenta que USA es sobre todo conservadora, incluyendo a un buen número de votantes demócratas. Sigue primero, pero no se distancia del resto de perseguidores.
Santorum ganó en los feudos más conservadores (Tennessee. Dakota del Norte y Oklahoma), como se esperaba y su discurso familiar, religioso y de valores está empezando a calar más en la base sociológica del GOP que la retórica bipolar de Romney. Quizá no le alcance para desbancarlo de la carrera. Quizá le falte fuelle y fondos (un elemento nada baladí en las campañas electorales norteamericanas) pero ya ha dejado plantada la idea en la mente de muchos votantes: USA necesita un cambio de valores para volver a ser la que era. Y ese cambio no se lo puede dar Romney.
El tercero en discordia es Gingrich. Ganó en su territorio, Georgia, que aportaba 76 delegados, más que ningún otro estado en liza ayer. Contaba con ella porque fue donde se crió y representó a su gente durante 20 años en el Congreso. Ayer, le devolvieron los servicios prestados. Pensaba arrancar algún que otro estado más (sobre todo sureño) pero no ha sabido contrarrestar la fuerza del discurso de Santorum, más listo y hábil a la hora de captar a las mentes americanas más tradicionales, muy receptivas a esa conjunción Dios-familia. A Newt le han adelantado, irónicamente, por la derecha.
Y es que, con Gingrich ocurre un caso curioso. Es visto como radical incluso por parte de su electorado, pero por otro lado todos saben que es el único que puede vencer a Obama en un debate cara a cara. No tiene pelos en la lengua y sabe escudriñar bien los puntos débiles de su adversario, que machaca y saca a la luz al menor descuido de este. Es lúcido, irónico y con una oratoria fuerte y convincente. Menos persuasivo que Obama, que sabe muy bien que le pondría en aprietos y eso, en un país donde los debates electorales sí cambian muchas percepciones de voto, es muy relevante.
Por eso Obama quiere que gane Romney. Por eso le desea suerte. Por eso incluso habla bien de él en circulos públicos. Porque sabe que en un eventual debate, Romney será Romney, es decir, un tipo sin punch, dubitativo y que al menor golpe retórico al mentón, se irá a la lona. Y Obama lo sabe.
Pero aún queda mucha campaña republicana. No todo está decidido, salvo una cosa: gane quien gane para representar al GOP, este aperecerá muy muy dividido. La estrategia del todo vale les pasará factura. Divide y vencerás (la nominación republicana) pero perderás las presidenciales.
PS: Ron Paul nunca ha tenido aspiraciones de nada, más allá de hacer ruido y de que su mensaje fluya e influya. Un tipo bien visto por los liberales de Europa y que tendría mucho que aportar al Partido Republicano si le prestaran más atención).