Gobiernos tan dispares como los de José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy han sido criticados recientemente por fallos en la comunicación. Resulta curioso cómo diversos analistas han señalado los mismos errores en presidentes con estilos comunicativos muy distintos. Zapatero destacó por una sobrexposición a los medios de comunicación que le acabó perjudicando. Por el contrario, el actual
presidente es criticado por sus adversarios por comparecer muy poco en público y por mostrarse huidizo ante los periodistas. Sin embargo, ambos comportamientos han provocado el mismo efecto: algunos ministros se queman muy rápido ante la prensa.
El expresidente socialista los eclipsaba y se metía continuamente en su terreno. De forma contraria, los silencios de Rajoy quizás obliguen a los miembros de su gobierno a realizar demasiadas declaraciones y apariciones públicas.
La sensación de que se improvisaban las medidas políticas caló en la opinión pública durante el mandato de Zapatero. En el poco tiempo que lleva gobernando Rajoy, aunque en mucha menor medida, también se ha deslizado esta opinión. Más frecuente es la crítica de que los ministros de Rajoy se contradicen entre sí. Para algunos, de forma más acentuada que en el caso del socialista. En este problema concreto sí puede
influir mucho la dosificación de las intervenciones del presidente, pues los ministros
en ocasiones pueden echar en falta que el líder marque con claridad la posición oficial
que deben defender.
Lo que sí han reconocido ambos gobiernos es falta de coordinación en algún momento. El Partido Popular y el Gobierno han tomado medidas recientemente para corregir esta cuestión. También lo hizo Zapatero en sus últimos meses de gobierno recurriendo a la experiencia de Rubalcaba y Jáuregui. Curiosamente, ambos presidentes confiaron en dos mujeres enérgicas para mejorar la coordinación gubernamental. Tanto María Teresa Fernández de la Vega como Soraya Sáenz de Santamaría tienen muy buena imagen ante la población. Son mujeres con liderazgo que transmiten mejor que la mayoría de los ministros el mensaje del Ejecutivo. Otra coincidencia simpática entre ambos jefes de Gobierno es la rivalidad entre los dos
expertos económicos de confianza. Los ministros de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, y de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, protagonizan algunas discrepancias que nos recuerdan a las vividas en la primera legislatura por el jefe de la Oficina Económica del Presidente del Gobierno, Miguel Sebastián (después ministro de Industria) y el, a la sazón, ministro de Economía y vicepresidente segundo, Pedro Solbes. Las mayores o menores diferencias de criterio que mantuvieran han tenido su impacto en la comunicación del Gobierno, fundamentalmente a causa de declaraciones contradictorias o filtraciones a la prensa.
Las coincidencias entre los dos presidentes no deben ocultar los diferentes estilos que ambos siguen en lo que respecta a la comunicación. Miguel Barroso fue una de las personas que más influyeron en la estrategia comunicativa de ZP. Aparte de contribuir a la configuración de un nuevo panorama mediático, Barroso le ayudó mucho al leonés en cuestiones de imagen, construcción del discurso y en la preparación de los debates electorales. A Zapatero le acusaron de vincularse demasiado con el grupo Mediapro.
También le achacaron un exceso de superficialidad que le hacía gobernar a golpe de encuesta y slogan, así como de preocuparse en exceso por la telegenia. Por su parte, Rajoy confía en Pedro Arriola, quien también ha dejado su sello en los debates. Su máxima es “responder a los problemas de lado, nunca de frente”. Esta estrategia se adapta perfectamente a la flema y a la paciencia de Rajoy, que hasta el momento le ha dado buenos resultados. Sus críticos opinan que esta estrategia acaba traduciéndose en pasividad o en ambigüedad. Algunos medios conservadores le reprochan a Arriola su excesiva influencia sobre el líder popular y le responsabilizan de un discurso político, a su juicio, demasiado tibio.
Más allá de los fallos anotados, me da la impresión de que los errores de comunicación son a veces un mantra que se invoca como excusa cuando cae la imagen de un político o gobierno. Como ya sostuve en otros artículos, quien más perjudica a los índices de popularidad de éstos es la grave crisis económica que está sufriendo Europa. Reconocer esto no es minimizar los fallos de los políticos y sus asesores, ni restar importancia a la comunicación. Pero también es justo reconocer que ambos presidentes supieron mejorar mucho sus habilidades comunicativas y conectar con amplios sectores de la población.
Fuente: El Puerto Actualidad