Por: Ana Polo
Roser Reeves, un visionario publicista estadounidense de la década de los cincuenta, introdujo un elemento revolucionario en las campañas: el spot televisivo. Fue él quien convenció al equipo de Eisenhower allá por 1952 de que la televisión tenía que jugar un papel fundamental en la carrera hacia la Casa Blanca, pero que no cualquier mensaje servía. Tenían que ser mensajes breves y personales.
Aquella innovación fue crucial y, a partir de aquella contienda, los anuncios políticos televisivos se convertirían en un elemento crucial. Pues bien, ahora parece que la publicidad televisiva está llegando a su ocaso.
Después de tanta profecía, Internet (ahora sí, por fin) se ha hecho con el control absoluto.
Y es que los hábitos de los consumidores (alias, votantes) han cambiado tanto en tan poco tiempo que ya parece poco inteligente centrarse en la televisión. La clave ahora está en perseguir a los votantes a través de las redes sociales, blogs, ediciones online de diario y, por supuesto, a través de YouTube. O, siguiendo la vieja máxima política de que “cualquier campaña ha de salir siempre a buscar al votante, nunca al revés”, ahora hay que ir a buscarlo donde realmente está: en Internet.
- Según una encuesta realizada por la consultora Targeted Victory, 1 de cada 3 votantes en Estados Unidos no habían visto la televisión durante toda la semana anterior a ser consultados.
- Además, el 70% de los votantes de Carolina del Sur reconocieron haber empleado Internet como su principal fuente de información sobre las primarias republicanas.
Desconocidos, sí, pero creíbles
Que Internet sea ahora el rey indiscutible no quiere decir que cualquier estrategia online sirva. Es más, el hecho de que tengamos una cuenta en Twitter, actualicemos regularmente el Facebook o que colguemos un video no nos asegura por sí mismos conseguir votantes. Ni mucho menos.
Según el “Global Trust in Advertising Report” de Nielsen, hay una serie de datos a tener muy en cuenta:
- La principal fuente de lo que percibimos como “información creíble” nos llega de familiares y amigos: el 92% de los consumidores sigue confiando por encima de todo en las opiniones vertidas por su círculo de personas más allegadas.
- Ahora bien, la segunda fuente de “información creíble” es ya Internet y, más concretamente, las opiniones que otros consumidores cuelgan en la web. El 70% de los consumidores consideran que esta información es veraz y, por tanto, se puede confiar en ella.
- Antes de que los “online consultants” se pongan a descorchar botellas de champán: según el estudio de Nielsen, sólo el 36% de los consumidores se creen los mensajes que les llegan a través de los vídeos corporativos online y sólo el 29% confían en los mensajes de texto que les llegan a los móviles.
Por tanto: credibilidad de las fuentes. Ahí está la clave.
Fuente: Blog de Ana Polo