Por: Maia Jastreblansky
“Pero, cómo, ¿Ustedes tratan simplemente de ganar elecciones?”, recuerda Jaime Durán Barba que le preguntaron durante un seminario. “La respuesta es un rotundo sí”, escribe en su libro.
La primera frase de “El arte de ganar” es un lema de Néstor Kirchner. Eligió el caso del ex presidente para ilustrar lo que significa un “caudillo del siglo pasado”: el contraejemplo de lo que debería ser un candidato contemporáneo.
Según este consultor, hoy sinónimo del éxito electoral a pesar de estar bajo la lupa acusado por Daniel Filmus de realizar una “campaña sucia”, la estrategia del kirchnerismo en las elecciones legislativas de 2009 tuvo todas las características para derivar en un fracaso.
En el libro que escribió en colaboración con Santiago Nieto, publicado el año pasado por la editorial Debate, el ecuatoriano brinda las claves para “dar en el blanco” de las urnas. Leerlo a la luz de los resultados que obtuvieron Mauricio Macri y Miguel Del Sel, ayuda a entender lo que intelectuales y expertos buscaron explicar en los últimos días. A continuación, algunos de sus consejos.
1. Más tecnología y menos “cabecitas negras”. En su libro, lejos de subestimar las capacidades de liderazgo de Néstor Kirchner, Durán Barba lo califica como un político de oficio, de arraigada formación partidaria y parte de la generación heredera de Juan Domingo Perón. Pero aclara que eso forma parte de la “vieja” política, que ya no sirve para ganar en las urnas.
Advierte que el mundo en el que se formaron muchos de los dirigentes actuales, sin celulares, ni Ipods, sin Facebook, ni Twitter, era bastante distinto al de hoy. “Parecería obvio que las campañas deben ser distintas pero muchos no son conscientes de eso y quieren ganarlas llenando la Plaza de Mayo con cabecitas negras como lo hacía Perón”, explica el autor.
2. De la palabra a la imagen. Muchos criticaron “el baile y los globitos” de Mauricio Macri. Lo hicieron referentes del oficialismo, Lopez Murphy (otrora aliado al macrismo) y hasta el propio asesor del kirchnerismo, Fernando Braga Menéndez.
Pero para el gurú del jefe de gobierno porteño los votantes se sienten atraídos más por el color, una sonrisa o un gesto que por los discursos cargados. No teme en asegurar que hay que hacer a un lado “las palabras que transmiten ideas” para aludir a “las imágenes que transmiten sentimientos”.
3. Más respeto y menos “asco”. El “asco” que provocó a Fito Páez el electorado de Macri está fuera de todo guión para este estratega político, que afirma que lo primero para el éxito de una campaña es “respetar” y “comprender” al elector. “No se ganan las elecciones con criterios elitistas”, afirma el Durán Barba en el mismo libro en el que cita a Maquiavelo, Sigmund Freud, Gino Germani y Jean Paul Sartre.
Los debates posteriores a las victorias macristas y análisis de intelectuales de la talla de Horacio González que analizó que “Del Sel es el vaciamiento de la palabra política”, parecen no hacer mella para este consultor. “La discusión contribuye a fortalecer la democracia y a solidificar las instituciones políticas, pero no a ganar elecciones”, postula el texto.
4. Más show y menos banderas. ¿Cómo entender que un cómico del trío Midachi se haya instalado en escasos meses? ¿Qué rol ocupaba el “mago sin dientes” en el búnker del Pro? En “El arte de ganar” Duran Barba alude a dirigentes “que supieron adueñarse de los escenarios bailando o haciendo reir a la gente”.
Lo considera más efectivo que los militantes que vivan al candidato que habla desde un atril. Para ilustrarlo, recuerda que la visita de De Narváez al programa de Marcelo Tinelli en 2009 cuando aceptó el desafío de bailar reggaeton junto a su imitador. “Votame”, “votate”, “alica”, “alicate”, quedaron en el recuerdo colectivo.
5. No confrontar. Desde que se inició la campaña porteña Mauricio Macri no se cansó de repetir que no entraría en un “clima de confrontación” con sus rivales. También así justificó su negativa a presentarse en el debate televisivo, el gran ausente de las elecciones en la ciudad.
El motivo parece responder a los consejos del asesor ecuatoriano. “Algunos estrategas políticos han entendido que lo principal no es matar a los demás. Cuando el atacante tiene mala imagen, el atacado puede ganar las elecciones utilizando la fuerza de su adversario. Este fue el elemento central en la campaña de De Narváez que le permitió derrotar a Kirchner”, analiza Durán Barba en uno de sus capítulos.
6. Charlar con el vecino. Según “El arte de ganar”, el votante siempre tiene la razón. Un buen candidato debe escuchar las necesidades cotidianas del vecino, sus esperanzas y sus sueños. “No hay que partir de lo enunciado por los expertos sino de los dichos de la gente común”, postula. La campaña de Del Sel en Santa Fe se basó en recorridos por todos los rincones de la provincia. Macri aludió a los “timbrazos” como centrales en su campaña porteña.
“La gente común – continúa Durán Barba- tiene sus propias ambiciones y su propio concepto de felicidad. El candidato no es dueño de la verdad y no está para educar a los electores, ni para juzgarlos. Necesitan dialogar con ellos para comprender sus puntos de vista y sobre todo, obtener sus votos”, explica el ecuatoriano.
7. Apuntar al elector “menos politizado y más desinformado”. Al revelar sus estrategias electorales, Durán Barba explica que no hay que desgastar esfuerzos en los votantes fanatizados por un partido político, ya que será un esfuerzo ocioso. “Cuando diseñamos una campaña nos interesan más los electores poco informados los menos politizados, porque son ellos los que pueden moverse”, explica el consultor.
Para el autor, las encuestas sirven para analizar cuáles son los votantes “duros” y cuáles los “blandos”, más que para pronosticar resultados. “Hacer una campaña dirigida a partidarios duros que son capaces de sacrificarse concurriendo a algo tan aburrido como una manifestación, es tan absurdo como suponer que ellos representan los sentimientos de la mayoría”, concluye.
8. Las denuncias judiciales, inútiles. Las elecciones porteñas que tendrán su último capítulo el domingo próximo pusieron en el centro de la tormenta al propio Durán Barba, acusado de estar involucrado en una “campaña sucia” que hoy investiga la Justicia. Según aseguró Daniel Filmus, uno de los socios del ecuatoriano es el titular de la empresa que, a través de llamadas telefónicas, vinculó a su padre con Sergio Schoklender.
Ya el año pasado el ecuatoriano publicaba en su libro que las denuncias judiciales contra el adversario no suelen dar resultado. “Los antecedentes del juez que enjuicio a de Narváez con una acusación absurda que lo vinculaba al contrabando de la efedrina quitaron toda credibilidad a las acusaciones que pretendía endosarle la campana de Kirchner”, ilustra el texto.
9. ¿Sirve la “campaña sucia”? Según señaló Durán Barba en la única aparición pública que tuvo tras las acusaciones de Filmus, “es una tontería hacer campañas sucias”. Aseguró no hacerlas ni en nuestro país, ni en ningún otro.
En la parte final del libro puede encontrarse la cita leída por Filmus en su denuncia pública por las llamadas que lo habrían perjudicado: “En ocasiones, el ataque de un político fue tan brutal que su adversario se aniquiló psicológicamente, e incluso llegó al suicidio”.
“Una cosa es dar a conocer a los electores cierta información para demostrar que el adversario representa un peligro y otra es hacer campaña sucia”, indica el autor, y pone en duda que, tanto una práctica como la otra, consigan votos de manera sustancial. “Nosotros somos reacios a participar en campañas negativas, no sólo por razones éticas sino también prácticas”, agrega.
10. Ataques permitidos al rival. Pero para este consultor, hay que distinguir entre “distintos tipos de ataque que se parecen, sin ser lo mismo”. Por eso, en la última parte de su obra se extiende sobre tácticas que estarían permitidas y resultarían efectivas en términos pragmáticos.
Recomienda investigar al adversario y aconseja no meterse con viejos aliados o con cuestiones “que puedan contaminar” al candidato propio. Lo ideal es “hacerle perder el tiempo” al rival. Entre otras cuestiones sugiere atacar “con fundamentos de fondo” pero cuidando las formas, “no insultar”, sostener el sentido del humor y “decir la verdad”.
Fuente: La Nación