Les presentamos este artítculo por Jordi Pérez Colomé donde nos habla de 5 fortalezas que tiene el candidato a la presidencia Estado Unidense por el partido Republicano, Mitt Romney.
1. No es Barack Obama
El presidente Obama se enfrenta a la reelección en un país que va mal. El paro es 8,2 por ciento y las perspectivas de crecimiento no son buenas. El 63 por ciento de americanos cree que el país va por mal camino.
Su eslogan en 2008 era “cambio”. El 56 por ciento de americanos piensa que el país ha cambiado a peor. También era “esperanza” y parte de sus seguidores progres creen que ha empeorado el respeto por los derechos humanos con sus guerras secretas y la lucha contra el terrorismo.
Su gran proeza legislativa -la reforma sanitaria- está en duda. A pesar de que el Tribunal Supremo la dejó con vida, un presidente Romney ha prometido desmontarla pieza a pieza. Solo un 24 por ciento de americanos apoya la medida tal como está.
En general en una reelección, el presidente siempre parte con ventaja: más vale malo conocido. Pero si la reelección es solo un referéndum sobre sus políticas, Obama está en una situación difícil.
De su rival importa sobre todo que no sea como él. Pero algo importa. ¿Quién es Mitt Romney? Su vida ha sido menos interesante que la de Obama. Romney estaba más predestinado a una trayectoria pública y de éxito. Su padre, George Romney, fue gran empresario, gobernador de Michigan y candidato presidencial en 1968 (Richard Nixon le ganó las primarias y la elección; luego sirvió en su gobierno como secretario de Vivienda). La campaña de Mitt Romney acaba de presentar material electoral vintage inspirado en la campaña de su padre.
El factor más reivindicativo y peculiar en la vida de Romney es su religión: mormón. Su bisabuelo debió emigrar a México porque las autoridades federales perseguían la poligamia. Su abuelo y su padre se casaron ya solo con una mujer (por poco la elección de 2012 no es la primera entre dos candidatos con abuelos polígamos). Sobre su bisabuelo, Mitt Romney ha dicho: “Trataban de construir una generación en el desierto, así que él [Miles P. Romney] tuvo que tomar más esposas tal como le dijeron. Debo admitir que no puedo imaginar nada más horrible que la poligamia”.
Tras el primer año de universidad en Stanford, Romney debió dedicar dos años una obligación mormona: propagar la religión por el extranjero. La presencia de jóvenes como los de la foto aún es habitual por el mundo. En la chapa pone su nombre y el oficial de su tradición: Iglesia de Jesucristo y los Santos de los Últimos Días.
A Romney le tocó ir a Francia entre 1967 y 1969. Allí aprendió francés; unos años después aún le quedaba algún recuerdo de pronunciación:
Al regresar a Estados Unidos dejó la Universidad de Stanford, el San Francisco. El movimiento anti Vietnam y los hippies no iban con él. Allí había coincidido con David Harris, que luego se casó con la cantante Joan Baez. No era un lugar cómodo para un joven serio y conservador, según cuentan dos periodistas delBoston Globe en el libro The Real Romney.
Tras casarse con Ann, su amor de juventud, a los 22 años -ella tenía 19- los dos fueron a seguir sus estudios a la Brigham Young University, la gran universidad mormona en Utah. Allí tuvieron los dos primeros hijos de los cinco de la pareja. Tras licenciarse, fueron a Harvard, donde Mitt obtendría títulos en derecho y empresariales en 1975.
Tras Harvard, Mitt trabajó unos años en una consultora en Boston. Pero pronto llegó a Bain, una compañía que ensayaba un método innovador: compraban empresas, aplicaban medidas contundentes y las vendían de nuevo a mejor precio. Los beneficios para los inversores y los propietarios era enorme. El objetivo era dar con compañías que tuvieran problemas o proyectos prometedores. Romney era muy bueno en dos aspectos: analizar datos y evitar riesgos. En Bain se hizo multimillonario. Su fortuna ronda los 250 millones de dólares, parecida a la de David Beckham.
En sus años en Bain, en 1994, hizo su primer intento político: quitarle el puesto de senador por Massachusetts a Ted Kennedy. Perdió. En 1999 le llamaron desde Utah -la pequeña patria mormona- para salvar los Juegos Olímpicos de invierno de Salt Lake City de 2002, con problemas de financiación y manchados de corrupción. Fueron un éxito.
En noviembre de 2002 logró ser gobernador de Massachusetts, un estado progre con tradición de gobernadores republicanos. No fueron años de éxito y en 2006, con poca popularidad, no se volvió a presentar. Ya tenía en la cabeza la idea de ser presidente. Pero esos cuatro años le permitieron aún hacerse célebre con una medida extraordinaria: la reforma sanitaria. Poco después, esa ley estatal sería la base del proyecto nacional del presidente Obama.
2. Es empresario
El mensaje de Mitt Romney en estas elecciones es simple: al contrario que Barack Obama, he dedicado mi vida a la empresa privada y a crear empleo, sé cómo hacerlo, el país necesita a alguien como yo. Es obvio que deberá afrontar cuestiones de política exterior, cuestiones sociales -aborto, matrimonio gay- y derechos civiles, pero el tema de las elecciones es la economía y no va a cambiarlo. Cada día que pase donde se hable de matrimonio gay, inmigración o Bin Laden es una victoria para Obama.
Romney conoce y habla el lenguaje de los ejecutivos de Wall Street y de pequeños empresarios. Son algunos de los más descontentos con el gobierno actual.
3. Sabe encontrar dinero
Los ejecutivos de Wall Street dieron más dinero a Obama que a McCain hace cuatro años. En esta campaña Romney gana en Wall Street. Durante toda su vida Romney se ha dedicado a dar confianza y promesas de réditos a cambio de dinero: en Bain y en los Juegos Olímpicos primero había que reunir fondos para que el objetivo saliera bien.
En la campaña presidencial también es así. Romney debe convencer a los que tienen dinero que con él estará a mejor recaudo que ahora. Su éxito es sin precedentes: en junio su campaña y el Partido Republicano obtuvieron 106 millones de dólares. Obama y los demócratas, solo 71, que ya son muchos. Aparte de ese dinero, hay que sumar las contribuciones a las nuevas Super PAC, organizaciones que reúnen dinero sin límites para gastárselo en apoyo a un candidato.
Los dos candidatos han convertido la campaña en una carrera hacia el dinero. Ambos han renunciado a los fondos públicos, que pone límites a los gastos. A mediados de junio Obama había hecho 160 actos para lograr fondos. En 2004, George W. Bush había convocado 79 a esas alturas. Con Romney no hay datos oficiales, pero sus actos para lograr dinero son continuos.
A final de julio Romney irá a los Juegos Olímpicos de Londres y a Israel (quizá también a Alemania y Polonia). Será un viaje para hacer crecer su aura internacional, pero habrá al menos tres actos para conseguir dinero. Dos en Londres: una recepción a 2.500 dólares y una cena privada con bastantesbanqueros con el plato a entre 25 y 75 mil dólares, niveles insospechados en Gran Bretaña. Uno en Jerusalén, a 60 mil dólares por cabeza.
Romney necesita más dinero que Obama. El presidente tiene la ventaja del púlpito. El aspirante debe comprar más anuncios para lograr hacer pasar su mensaje; en 2004 John Kerry también logró más dinero que George W. Bush. En las últimas semanas, Romney se ha dedicado sobre todo a viajar a estados donde no se decidirá la elección. En los estados muy conservadores o en las zonas más ricas de los estados progres está el dinero. Las reuniones de millonarios en algunos encuentros han dado citas graciosas.
4. Su familia es perfecta
Uno de los baluartes de Barack Obama es Michelle Obama, más popular que el presidente. En una entrevista en la tele bromeó con la diferencia. El presentador le dijo: “Su popularidad está por la nubes, es como el helado, mientras que la de su marido”, Michelle acabó la frase: “Es como la verdura”.
Ann Romney no está a ese nivel ni es tan conocida, pero también es popular. Su campaña la usará. Hace poco más de 10 años le diagnosticaron esclerosis múltiple y salió adelante. Su historia de madre y ama de casa sacrificada por su marido no es algo que la campaña oculte, como se ve en la foto. En una entrevista de 2007, Romney dijo que había cambiado pañales de pis, pero no los otros. El mérito era de su mujer.
Al contrario que algunos colegas republicanos, la familia de Romney es tan perfecta que roza lo cursi. Con una parte de Estados Unidos funciona bien. A principios de julio toda la familia se reunió de vacaciones en la casa de los abuelos junto a un lago en New Hampshire. Organizaron unas competicionesque llamaban “Romney Olympics” (algunos eventos: quién resiste más encima de una barra, quién lanza más lejos un balón, quién clava más clavos en dos minutos) y por la noche cada hijo hablaba de sus esperanzas profesionales y problemas paternales. Los demás opinaban y ayudaban.
Los votantes más conservadores pueden estar tranquilos: es uno de ellos. Es imposible que le salgan historias de amantes o locuras con drogas. Es el prototipo de hombre serio. Por ser mormón, no bebe alcohol ni cafeína ni fuma ni por supuesto toma ni ha tomado otras drogas. Es un valor social seguro.
Craig Romney, uno de sus hijos, acaba de grabar este anuncio en español para los votantes hispanos.
5. Es un politico genérico
Cuando aún no hay un candidato seguro, en los sondeos se pregunta si votarían al presidente Obama o al candidato republicano. Ese político genérico, sin concretar, saca mejores resultados que uno con nombre y apellido. Los votantes suelen imaginar que cumplirá con sus preferencias. Cuando tiene ya nombre, algunos lo ven como demasiado moderado, radical o poco serio.
Romney era el mejor político en las primarias republicanas de 2012 para reflejar esa generalidad. Ha sido moderado en Massachusetts y ahora es más conservador en lo social. En lo económico ha pasado una reforma sanitaria casi demócrata pero ahora sigue a rajatabla las pretensiones de recortes de impuestos y de gasto público de su partido. Más allá de su capacidad de gestor, nada define mucho a Romney. Los moderados pueden centrarse en su perfil económico, los conservadores en sus declaraciones recientes. Hay algo para todos.
Fuente: Obama World