En política las cosas no suelen ser como se espera que sean, porque en ese juego algunos logran sus objetivos concretos y otros no. Por esto no es recomendable adelantar procesos políticos en función simplemente de la realidad que se percibe, de la que se espera. En la construcción de escenarios electorales deseables, la consultoría política se encarga de construir una percepción de la realidad, y sobre esta diseñar una estrategia de campaña pertinente. De ahí el posicionamiento de la consultoría en la actualidad.
Ser derrotado en política es un suceso normal del ejercicio de la democracia. Las causas para ganar o perder una contienda electoral son tan múltiples como votantes hay, son tan variadas y tan inesperadas como en esencia es el ser humano, cambiante e impredecible.
Después del 7 de octubre la oposición venezolana, en todos sus niveles, tiene un profundo duelo. 6 millones y medio de ciudadanos estaban esperanzados en la renovación política, desconfiando de las encuestadoras más serias del país –incluso las extranjeras–, que daban como ganador a Hugo Chávez.
¿Que significa perder una contienda y porque se esta empezando a hablar de depresión post electoral? ¿Qué hay en el estado de ánimo de los derrotados? La sensación de fracaso esta empezando a ser analizada por expertos.
En Estados Unidos, la decepción postelectoral tiene incluso una denominación específica: Síndrome de Estrés Traumático Postelectoral (PESTS, por sus siglas en inglés). Concepto acuñado tras la derrota electoral de John Kerry ante George W. Bush en 2004.
¿En qué consiste este síndrome? A través de la BBC Mundo, pese a que no tiene el valor de un diagnóstico psicológico válido, expertos aseguran que, tras la derrota de su candidato preferido, “una persona puede sentirse invadida por una suerte de desánimo ante la vida, falta de confianza en las instituciones electorales, cierta indignación o rabia, y también apatía”, señalan. Aparentemente el parte de los expertos también es positivo por un lado, quienes se recuperan del PESTS, renacerían más sabios y más energéticos políticamente que antes; lo que explica que muchos candidatos sigan activos a pesar de una o múltiples derrotas.
En el momento en que se perfila un candidato, y esto pasa en todas las sociedades, por que es más un asunto de sentimientos que de realidades económicas o políticas; se gesta una ilusión, independientemente de la entrega de uno u otro; cuando elegimos una opción política, nos comprometemos y nos entregamos con el corazón, muchas veces sin darnos cuenta. Precisamente por eso lloramos, por eso sentimos impotencia. Por eso, se explica que un niño lloré desconsolado por que Chávez ganó en Venezuela, quien lleva desafortunadamente en el poder, el tiempo equivalente a tres presidencias de la era democrática.
En este escenario empiezan a escucharse frases como la de, “yo más nunca voto” o “el voto no sirve para nada”. Como cualquier relación que se termina es necesario vivir el despecho. Los más escépticos consideran que la sociedad moderna está creando síndromes para todo y que hablar de depresión postelectorales es una exageración. Pero no lo es! Perder en política duele, y mucho.