Por: Diana Rubio
Resulta novedoso ver en campañas electorales cambios en cuanto a los actos realizados para la promoción del partido y candidatos del mismo. Va a ser cierto eso de que cuando hay poco presupuesto agudizas el ingenio y la creatividad. Ahora lo que mas se lleva, son los actos micropolíticos, donde el principal objetivo es establecer una relación cercana con el ciudadano, del que conseguirás información directa, junto con un bajo coste de organización y gestión en comparación a otra clase de eventos. Temas aparte, estos actos conllevan lanzar una pelota en el terreno de juego electoral a los candidatos y poner de manifiesto su improvisación, estimulando también su espontaneidad.
A la hora de realizar este tipo de actos en campaña, primero hay que tener conocimiento de algunas variables que pueden influir de una u otra manera en la celebración de los mismos; el lugar donde se realizará, el contexto político o incluso el tiempo que hará son ejemplos de la documentación que hay que realizar con anterioridad a la celebración del mismo, para no dar pie a determinados imprevistos que dependan de los organizadores de estos actos.
También sea dicho que quien se expone a estos actos debe saber lo que puede encontrarse, y mas ahora que la desafección política y la credibilidad se percibe como nula. No siempre conllevan resultados positivos y conllevan dos inconvenientes a tener en cuenta; por un lado, promocionan al individuo mas que al partido, por otro, pueden poner en peligro la integridad física del candidato y la imagen de quienes le apoyan.
En campaña electoral son los medios de comunicación los que tienen un papel clave a la hora de dar la noticia pertinente. Últimamente, suele ser mas noticia el que un acto haya ido mal que bien. El haber encontrado un enfrentamiento ideológico entre un ciudadano y el candidato hace que corra mas tinta que cuando transcurre sin problemas.
Es de suma importancia conocer el ambiente en el que tienen lugar esos desafíos entre el candidato y el ciudadano, siendo la reacción del político la que siempre se llevará las criticas. Si no es capaz de crear debate de manera real con el ciudadano, si no controla el nerviosismo, o la respuesta que su espontaneidad da es indiscreta, puede hacer que toda la campaña se vea perjudicada.
La respuesta siempre debe llevar la cortesía y el respeto por bandera, pero aun entrando en descalificaciones personales hacia su persona y su partido, nunca se debe ofender de manera directa ni atacar con las palabras al ciudadano que se acerca. ¿Mejor callar? El silencio es una buena respuesta en algunos casos, no en todos y dependerá del político y de su estrategia el dar un silencio como una respuesta acertada que ayude a sumar en vez de a restar .
Bajo mi punto de vista, esta confrontación son “matchpoints” a favor del político que la ciudadanía pone a su disposición, que el medio retransmite, y que el mismo candidato se juega en unos segundos, dando el partido por ganado o perdido.
Para estos casos, considero que la mejor defensa, es un ataque medido y educado.
Fuente: Política y Protocolo