Por: Diana Rubio
Todos estaremos de acuerdo en que uno de los elementos mas importantes e influyente que se tiene en política es el discurso. Uno de los fines de los discursos políticos es persuadir, emocionar e incluso conmover a la población para que finalmente deposite su voto en una dirección u otra.
De hecho, esta herramienta de la comunicación política será finalmente la mas recordada en la historia política del personaje que lo pronuncie. Casos como el de Martin Luther King, Adolfo Suarez o Hitler, serán rememorados no sólo por sus hechos, sino por sus palabras.
Todos buscan emocionar con las palabras a la ciudadanía, hacer discursos que sirvan de ejemplo. Un correcto control de la prosodia a la hora de leer un discurso es indispensable para conseguir que este cale en el público.
Actualmente, se encuentra en alza la utilización de la estrategia comunicativa del storytelling, a veces de manera brillante, otras no tanto, basada en contar una historia con tintes emotivos, que complemente la imagen de un determinado político y sirva de ayuda en el proceso de humanización del mismo.
No debemos olvidar que a la hora de ensalzar un discurso, este debe realizarse acorde a la población a la que se dirija y al contexto en el que se encuentre.
El empatizar con los oyentes mediante el relato de situaciones vividas por el personaje público, con un carácter idéntico a las pasadas por la población a la que va dirigida, colabora en la tarea de personalización y memorabilidad del político en la sociedad que lo lleva a cabo.
Esta nueva moda de emocionar a los votantes, contrasta con la formalidad de los personajes políticos, siendo en algunos momentos excesiva y me atrevo a decir que inhumana.
Los candidatos y representantes políticos, debido a la exposición pública a la que se ven sometidos, reciben formaciones similares a las recibidas a por los actores, para poder tener autocontrol emocional y aparentar ser robots ante los ciudadanos, donde da la sensación que el destapar sus inquietudes, temores o emociones puede causar daños irreversibles en su carrera.Pero en esa seriedad a veces superflua que los políticos proyectan, esa falta de sensibilidad ante situaciones injustas, la escasa sentimientos a veces queda al descubierto por la sensibilidad, la emoción, la alegría y la tristeza que también padecen.
¿Qué ocurre cuando son los políticos los que se emocionan? ¿Son tan buenos actores que saben dónde y cuándo tienen que emocionarse para influir aún mas a la población? He llegado a leer y escuchar opiniones perniciosas e injuriosas a raíz de contemplar los sentimientos a flor de piel de un político o cargo público. Debemos recordar que ellos, aunque se muestren fuertes y con la sangre helada, también son susceptibles a lo que les rodea.
Hay palabras que continuarán vivas en la sociedad debido al momento en el que han sido pronunciadas y que muestran un lado del político totalmente diferente a lo que estamos acostumbrados. Porque también tienen esencia humana aunque a muchos les cueste mostrarla o verla. En este vídeo realizado por David Redoli encontramos la mejor explicación a la unión de las palabras, el contexto, el sentido y la sensibilidad de los políticos.
Fuente: Política y Protocolo.