Independientemente de que el Consejo Nacional Electoral de Venezuela haya proclamado a Nicolás Maduro como presidente electo, no hay duda de que éste es el gran perdedor de las elecciones del pasado domingo.
Lo es porque tenía a su favor todos los factores que concurrían a la definición de los comicios y sin embargo apenas logró un deplorable empate que le permite hacerse de la Presidencia de forma ilegítima y cuestionada.
Maduro participó en las elecciones después de haberse hecho nombrar ilegalmente “Presidente encargado” y fue candidato en esa calidad; tuvo a 20 gobernadores trabajando para su campaña las 24 horas del día, dispuso de una chequera oficial inagotable, recibió el sostén de los medios de comunicación del Estado y, como si fuera poco, resultó beneficiario del “voto póstumo” que muchos emitieron como homenaje final a Hugo Chávez. Con esa circunstancia favorable redujo la votación del PSUV, el partido oficialista, en ¡8%!
Por el contrario, está claro que Henrique Capriles es el nítido ganador de las justas presidenciales, enfrentándose a la maquinaria con la convicción de que la conciencia de la mayoría de las venezolanas y los venezolanos sería más fuerte que la prebenda del oficialismo.
Ganó Capriles –claramente– ya que obtuvo 11% más apoyo que hace unos pocos meses. Ganó en algunos estados en los que antes había perdido ante Chávez y donde los gobernadores son acérrimos bolivarianos, como es el caso de Táchira. Finalmente, ganó como lo prueban las miles de actas que fueron alteradas a la hora de la adición oficial.
Ahora bien, repasemos las razones por las cuales perdió Maduro:
- 1) Porque a los pocos días de la muerte de Chávez y en pleno luto popular llevó adelante una campaña de jolgorio y derroche que espantó a muchos dolientes verdaderos.
- 2) Porque en lugar de actuar con decoro y sencillez (no necesitaba en absoluto reconocimiento ni exposición mediática), provocó un efecto de saturación con su presencia inopinada en todo lugar y a toda hora.
- 3) Porque su oferta electoral se limitó a dejar claro que él era el “heredero” designado por Chávez, olvidando que su contexto no era una monarquía sino una sociedad de mujeres y hombres libres. Nunca respondió a la pregunta básica de una campaña electoral que es por qué la gente debía elegirlo a él y no a Capriles.
- 4) Porque cometió muchos y garrafales errores en la administración de la comunicación política, como aquél referido al episodio del supuesto espíritu de Hugo Chávez encarnado en un pajarito.
- 5) Porque, ensimismado en su soberbia, puso al frente innecesariamente a importantes sectores de la sociedad venezolana como los homosexuales, al hacer constantes alusiones homofóbicas y machistas.
- 6) Porque atacó con armas innobles al candidato Capriles, generando, al contrario de sus intenciones, un efecto de solidaridad del electorado indeciso e inclusive de voto blando del chavismo.
- 7) Porque su histrionismo exagerado y su afán desmesurado por imitar a Chávez, lejos de provocar adhesión, producía burlas y rechazo. Maduro en la campaña nunca fue Maduro, sino una mala copia de Chávez.
- 8) Finalmente, porque lo que denotaban su altisonancia y su tono guerrerista era una tremenda inseguridad que fue transmitida al electorado y que se expresó en una migración imparable en la intención de voto.
¿Por qué ganó Capriles?
- 1) Porque cuando la sensatez política le aconsejaba prudencia y no participar de estas elecciones, que se sabía de antemano resultarían amañadas y desiguales, pudo más su valentía personal, su patriotismo y su sentido común.
- 2) Porque, desde el punto de vista profesional, llevó adelante una campaña formidable, impecable, con una combinación, en dosis adecuadas, de apelación al voto emocional y al voto razonado.
- 3) Por último, porque no cayó en la tentación suicida de presentarse como una antípoda de Chávez, sino como su continuidad dialéctica, rescatando todo lo bueno y comprometiéndose a corregir lo malo.
Perdió Maduro, ganó Capriles. Venezuela no es la misma.
Ricardo Paz Ballivián es sociólogo.