Por: Diana Rubio
Hay un género periodístico que se encontraba en un momento de “stand by” y que ha vuelto a estar en boca de todos, consiguiendo rellenar espacios en medios de comunicación y redes sociales desde primeros de este 2013. Han hecho que la sociedad se vuelque y reflexione sobre ellas, sobre su uso y finalidad. Me refiero a la entrevista.
Este elemento del periodismo está basado en realizar preguntas a una persona y que las vaya contestando, cumpliendo, bajo mi punto de vista unos objetivos de información y cambio determinados:
- Función informativa a la sociedad. Todas las entrevistas muestran algún aspecto novedoso del entrevistado; una opinión, un mensaje, un aspecto de su vida profesional o privada, etc…
- Consecución de un cambio o lavado de imagen a alguien que la tiene deteriorada por el aspecto que sea: corrupción, problemas con la justicia, etc…
Pero hay una finalidad omnipresente y que agrupa las dos anteriores: la influencia de un determinado público hacia el que va dirigida la misma, para hacerle reflexionar y crear opinión, incluso cambiarla sobre determinada célebre personalidad.
Hay multitud de contextualizaciones a la hora de realizar la entrevista; pueden tener un aspecto mas formal, informal e incluso mas cercano al coloquio, lo que da como resultado un género flexible y personalizable, como un traje a medida para quien pregunta y quien responde.
Gracias a la revolución digital, las entrevistas tradicionales en prensa, radio y televisión, dejan paso a las entrevistas online, complementadas por una “webcam”, o realizadas a través de una red social, como por ejemplo Twitter. En el caso de este tipo de entrevistas, la cosa cambia, ya que debido a las redes sociales, el nivel de control y exigencia hacia las contestaciones de la persona entrevistada es extremadamente alto. En este formato no sólo habrá periodistas que se estén jugando su protagonismo o profesionalidad, también se da la opción a participar a los usuarios virtuales.
Hay veces que es tal la gana de dejar en ridículo a determinados personajes que los entrevistadores se informan en exceso para intentar quedar por encima, lo que puede derivar en un efecto rebote. Y hemos visto algunos ejemplos en la política internacional, como fue el caso de Sarkozy y su “espantá” al periodista que le estaba entrevistando por considerar inoportunas las preguntas que le estaba haciendo.
Siempre habrá alguien que de la nota en sus contestaciones para bien o para mal, ya que piensan en este género como parte de un espectáculo que derivará en ríos de tinta mediáticos. Incluso el “silencio administrativo” o rehusión a contestar determinadas preguntas, ha hecho que aparezcan nuevas figuras, los líderes de opinión, normalmente periodistas, resultando en algunos casos impertinentes por la manera que tienen de preguntar hasta conseguir poner incómodo al entrevistado, haciendo que crezca la tensión y la audiencia por conseguir la respuestas que todos esperan.
Creo que lo que necesitan los entrevistados, es ponerse en el lugar del público y dejar de lado las respuestas preparadas para dar una mayor cabida a aquello que realmente le preocupa a la ciudadanía que representa. Y los entrevistadores ponerse en la piel del entrevistado, siempre preguntando con educación ya que ésta habilidad unida a la profesionalidad, se hacen mas evidentes cuando respetas las contestaciones recibidas.
Fuente: Política y Protocolo