Por: Gabriel R. Otazo
Se denomina nativos digitales a aquella generación nacida durante los años 80 y 90 del siglo XX, que han crecido durante el desarrollo de las tecnologías de información y comunicación (TIC).
Dicho término ha sido elaborado conjuntamente con el concepto de “inmigrante digital” por Marc Prensky, un escritor y orador neoyorquino especialista en el aprendizaje y la educación, en su último artículo titulado “On The Horinzon” publicado en el año 2001.
Prensky en su artículo hace referencia específicamente a los estudiantes universitarios que han sido influidos, educados y amoldados por las nuevas tecnologías digitales (Internet, videos juegos, redes sociales, etc) y que presentan una singularidad a la hora de aprender y comprender el mundo o más bien la cosmovisión del mundo. Todo es espontáneo, online, ya que trabajan en red para conseguir información, a diferencia de los “inmigrantes digitales”, es decir aquella generación que nació con anterioridad al desarrollo de las TIC’s, que prefieren lo tradicional, ya que son reacios a lo virtual, y eligen socializar con personas de carne y hueso, llevando toda actividad al plano offline.
En este sentido, los inmigrantes digitales tienen poco aprecio por estas nuevas habilidades que los nativos han adquirido y perfeccionado con años de interacción y práctica. Éstas habilidades son casi totalmente extrañas para los inmigrantes, ya que ellos prefieren y eligen enseñar más lentamente, paso a paso, una cosa a la vez, individualmente, y sobretodo, seriamente.
De este modo, se plantean “brechas” en la educación con los instructores inmigrantes digitales (docentes), que hablan una lengua anticuada (de la edad pre-digital) y realizan todo lo necesario para enseñarles a los estudiantes a hablar una nueva lengua.
De esta manera, si llevamos la problematización que ha planteado Prensky a la esfera de la política podemos evidenciar claramente dicha cuestión. Se plantea la convivencia de la vieja y la nueva política comunicacional.
En primer lugar, toda sociedad cuenta con nativos digitales (jóvenes) que están disponibles en las redes sociales, “conectados” horas y horas, socializando y llevando a cabo prácticas y rituales totalmente opuestas a la de los inmigrantes digitales (políticos) que generalmente no entienden, por cuestión generacional, el uso de las nuevas tecnologías de la información.
Si bien es cierto que muchos políticos cuentan con muy buenos asesores que los mantienen a la vanguardia de los últimos cambios tecnológicos, es necesario que ellos mismos puedan compenetrarse e interactuar con esa “masa disponible” para poder establecer y llevar a cabo objetivos mancomunados, para con ello los jóvenes puedan aprender de lo viejo y los políticos sobre cómo utilizar lo nuevo.
De esta manera, la forma de poder acercarse a los jóvenes ha cambiado, existen muchas herramientas webs que permiten ayudar a los políticos a aproximarse a ellos. Facebook, Twitter, blogs y micro cuentas son las más utilizadas por los nativos digitales.
En toda sociedad las diferencias entre la vieja política y la nueva política comunicacional es cada vez más estrecha. Existe una fusión y una coexistencia de ambas. En este sentido la nueva política, que es 2.0 plantea una nueva forma de hacer política (comunicacional) a través de las plataformas webs y redes sociales, que hoy día cumplen un rol fundamental para el desarrollo y planificación de toda estrategia en la campaña electoral, más aún las redes sociales, donde concentra a más de 1000 millones de usuarios a nivel mundial.
Es por eso que todo político debería repensar en nuevas estrategias o mecanismos que permitan acercarse a los jóvenes a través de un lenguaje común para obtener una efectiva participación o socialización , es decir la de carne y hueso, en el aquí y ahora. Es necesario para ello poder estar y entender el nuevo lenguaje digital pero no es suficiente, ya que la verdadera eficacia de la política se traduce en la verdadera participación, que es offline.