Frecuentemente asesores y consultores externos presentan estrategias y recomendaciones que posteriormente en buena medida no son implementadas. Muchas ideas son discutidas, acordadas, e incorporadas a planes de trabajo, solo para después pasar al cementerio de las buenas ideas no ejecutadas. Este escenario “perder-perder” genera frustración al candidato y su equipo, y también al equipo consultor que ve mermada su capacidad de generar cambios reales.
Los clientes del mundo político esperan mayores resultados, y mayor involucramiento de los consultores en la implementación de las estrategias acordadas. De igual forma, hay una expectativa clara de contar con una retroalimentación mas rápida y efectiva ante desviaciones, riesgos y oportunidades. El modelo tradicional de consultoría política entendido como un ejercicio de brindar consejos “desde afuera” con seguimiento distante pudiera estar perdiendo valor.
El problema de fondo suele ser que existe un corto-circuito entre los procesos de planificación estratégica, el control de metas y objetivos, y la gestión del día a día de la campaña. Para acabar con este dilema es recomendable trabajar en 3 dimensiones integradas:
- Definir objetivos y metas específicos y monitoreables,
- generar un conjunto mínimo de protocolos y espacios formales de seguimiento, análisis y toma de decisiones, y,
- consensuar un modelo de acompañamiento permanente que facilite mayor fluidez en la interacción entre los equipos cliente-asesor.
En buena medida, el desafío es no perderse en el día a día y permitir que el caos y el status quo se apoderen de la campaña. El equipo consultor debe trabajar bajo un enfoque integrado que va desde la investigación hasta la definición de la estrategia, posteriormente aterrizando la misma en un plan de comunicaciones, y culminando con la movilización requerida para garantizar el éxito el “día D”. Adicionalmente debe acompañar los procesos de capacitación que sean necesarios para el candidato y su equipo. Esto es lo que llamamos “el ciclo de apoyo permanente” (Ver Figura I).
La gestión y operacionalización de la estrategia requiere construir consensos fundamentales con el cliente. Mi sugerencia es trabajar sobre 4 variables clave (ver Figura II – Modelo META):
- Mensaje y posicionamiento central que debe guiar la instrumentación del plan de comunicación a través de los diversos canales y en relación a las diversas audiencias.
- Equipo de campaña con responsabilidades absolutamente claras, y con espacios concretos de seguimiento, análisis y toma de decisiones.
- Articulación en territorio de nuestra red de liderazgos sociales y políticos. La campaña debe girar alrededor del candidato y de forma paralela debe haber actividades permanentes en todo el territorio “sin el candidato”.
- Estructuración de una agenda sólida del candidato y sus voceros con las diversas audiencias, ante los medios, con la red de organizaciones sociales, con nuestra militancia, etc.
El consultor en territorio tiene la primera función de ser el gestor de la estrategia, articulando permanentemente a los miembros del equipo de campaña para cumplir con los acuerdos y planes establecidos. La columna vertebral de su función es asegurarse de que todas las acciones comunicacionales de la campaña, incluyendo al candidato en cualquier intervención, respondan a la estrategia y a su mensaje rector. Planteado de otra manera, el consultor en territorio debe generar las condiciones para articular que la estrategia sea efectivamente implementada.
De forma complementaria, los consultores en territorio deben fungir como guías, recordando constantemente el horizonte estratégico. En este rol, deben explicar tantas veces sea necesario como se integran las acciones que se están ejecutando, y presentar en los términos mas sencillos como c/u de ellas refuerza la estrategia. Al mismo tiempo, es importante asumir una faceta de motivador, inspirando al equipo a ir mas allá del status quo, a no seguir trabajando “como siempre lo hemos hecho”, y a ejecutar con fe el plan de campaña.
El monitoreo “milimétrico” de compromisos y planes es otra de las tareas que debe ser ejercida por el consultor en territorio. Consecuentemente, debe actuar ocasionalmente como una especie de gerente de campaña adjunto que invita a la disciplina estratégica y a la rigurosidad metodológica. Adicionalmente a la mirada interna, el acompañamiento permanente debe proveer unaobservación del entorno y de las campañas de nuestros adversarios con la intención de identificar y tomar decisiones asociadas a oportunidades, desviaciones y riesgos.
Confianza es el nombre del juego. El éxito en el trabajo diario del consultor reside 100% en su capacidad de inspirar y construir confianza tanto de parte del candidato como de su equipo de trabajo. El equipo del cliente tiene que sentir que el consultor en territorio suma valor permanentemente tanto por sus aportaciones como por su presencia. El equipo del cliente tiene que sentir que es parte de su equipo, y que además disfruta del día a día de la campaña. El consultor en territorio exitoso tiene que posicionarse como el facilitador de un proceso de cambio que culmina con el éxito esperado.
Fuente: www.ricardoamado.com