Por: Diana Rubio
Dentro de los numerosos eventos que existen dentro del mundo político, hay uno que tiene lugar cada año en EEUU desde el año 1920 y viene derivado del cuidado y mejora de las relaciones por parte de las instituciones de aquellos que informan acerca de ella de manera internacional. Un evento esperado por muchos debido a lo que su celebración lleva implícito. Hablo de la conocida cena que la Casa Blanca realiza para sus informadores.
Esta cita que se celebra como homenaje a la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca se ha ido adaptando y transformando con los años, pasando de ser una cena formal mas a un gran evento al que asisten personalidades del mundo del cine, la televisión y la música.
Una de sus peculiaridades actuales es esa, la asistencia de personalidades y estrellas de otros sectores, invitados por la máxima autoridad en el país norteamericano, lo que hace a este gran evento aún más seguido.
Otro de los aspectos que la hacen especial es la mezcla de formalidad en la vestimenta, donde sus asistentes deben adherirse a un código de vestimenta estricto de la llamada “etiqueta negra” con la informalidad de las conversaciones y el ambiente que realmente se respira en el.
Pero si hay algo que hace totalmente diferente a este evento, es el fomento del llamado efecto wow entre quienes asisten, este año sobre 3000. Pero la esencia no está solo en la aparición de este fenómeno, sino en quien lo lleva a cabo; El anfitrión, el presidente, el maestro de ceremonia, es el propio plato fuerte de la gala.
Es en este evento en el que el protocolo, la tradición y las nuevas tendencias encuentran su lugar y en el que se han dado momentos para la posteridad como es doble de Bush, el solo de saxo de Clinton, pero sobre todo, los que podemos llamar “discursos – monólogos” que éstos realizan cual showman en un club nocturno derrochando simpatía y provocando más de una carcajada.
“Si mi slogan en 2008 era yes we can, este año es crtl Alt Suprimir”. Esta frase considero que nos ayuda a hacernos una idea de la acidez y mordacidad que sus palabras concentrarán para hacer reír y pasar un momento diferente a los asistentes a la cena, hablando de manera distendida sobre el contexto político nacional e internacional, mostrando una faceta humorística del representante de mas alto nivel y al que siempre nos imaginamos dentro de unas rígidas formalidades por la responsabilidad de su trabajo.
Será el recuerdo posterior de lo allí vivido lo que en eventos podemos denominar la estimulación de la memorabilidad.
Por tanto, este evento basado en la unión de la formalidad e informalidad a través de la figura del presidente Obama, nos sirve de justificación para abogar por la exclusividad de cada celebración y la genuinidad por las cosas que en él se viven en contra del encasillado y la normalización de un sector al alza y que supone una herramienta comunicativa indispensable que entremezcla tradición con nuevos elementos, fomentando la flexibilidad del protocolo( al que muchos consideran obsoleto y rígido) e intercambiando factores que hacen cada evento único.
Nadie dijo que el reírnos de nosotros mismos fuera saltarse el protocolo, ¿o si?