El poder político tiende a la previsibilidad. Los conceptos de orden y poder están íntimamente asociados. En este sentido, el protocolo es un instrumento que visualiza, a la vez, el orden institucional y el poder político, y que regula la autoridad social. Liberarse del protocolo previsible, de la pauta o la tradición es una posibilidad cada vez más extendida entre los líderes políticos en todo el mundo, con objetivos diversos: reforzar su popularidad, tensar la responsabilidad de los representantes o gestores públicos y ejercer un liderazgo directo y sin intermediación.
El presidente francés, François Hollande, es uno de los políticos que ha tratado de combatir su creciente impopularidad introduciendo algunos cambios en su agenda habitual, que le alejan del encorsetamiento protocolario, tratando con ello de buscar proximidad con la ciudadanía que le sea favorable. Una de estas iniciativas tuvo lugar a finales del año pasado, cuando decidió visitar por sorpresa a una asociación que había sido distinguida por el gobierno unos días antes. Hollande se presentó solo y sin avisar a los medios de comunicación. Fueron las propias personas con las que mantuvo una conversación tranquila y agradable las encargadas de compartir la noticia y sus propias fotografías tomadas en el transcurso de su visita, entre sus contactos (a través de las redes sociales) e incluso con los propios medios de comunicación que no habían sido avisados de forma oficial. El resultado de esta visita tuvo una gran acogida y difusión, precisamente por su factor sorpresa y por dejar en manos de los propios protagonistas la opción de comunicarlo a su manera.
Barack Obama es otro de los presidentes que suele hacer visitas sorpresa, lo que causa un gran impacto y difusión en los medios, a partir de imágenes profesionales realizadas por su propio fotógrafo o subidas a las redes sociales por parte de las personas con las que se encuentra. El Presidente estadounidense no duda en hacerse fotos con los móviles de cualquiera que se lo pida durante esas “escapadas”, que tienen una gran aceptación y contribuyen a la percepción de Obama como alguien cercano al pueblo, y que no vive desconectado de la realidad de la gente “normal”.
Quien también hace este tipo de visitas cada fin de semana es el presidente de la República Dominicana, Danilo Medina. El mandatario ha visitado 112 pueblos en cada una de las 31 provincias del país. En el transcurso de estas visitas, la gente habla con él para explicarle sus necesidades y, fruto de estas conversaciones, se conceden ayudas para desarrollar distintos proyectos. En su conjunto, estos proyectos han beneficiado a alrededor de 750 mil personas, creando hasta finales de 2013 más de 33 mil 500 empleos directos.
Entre las iniciativas acordadas durante las visitas, constan créditos a la producción, así como obras de drenaje y habilitación de caminos en numerosas poblaciones rurales, por ejemplo. La narración en tiempo real del encuentro (textos y fotos) se lleva a cabo a través de la cuenta Twitter de la Presidencia. Los acuerdos y compromisos son compartidos con los medios de comunicación y los ciudadanos y ciudadanas. El relato, pues, es completo.
La visitas sorpresa muestran un estilo de gobernar activo, cercano y solidario; salen del protocolo y, por su excepcionalidad, llaman la atención de los medios y se aprovechan, también, de la difusión exponencial que pueden tener en las redes sociales. Son una herramienta más de comunicación política, cada vez más útil para romper el tedio, la monotonía y la previsibilidad.
Fuente: Blog de Antoni Gutiérrez-Rubí