Poco a poco, la mediática Presidencia de Barack Obama va tocando a su fin. Antes siquiera de que los dos grandes partidos de Estados Unidos celebren sus tradicionales Primarias, una candidata se perfila como principal favorita a la sucesión. Nos referimos a la demócrata Hillary Clinton, ex primera dama con Bill Clinton y exsecretaria de Estado con Barack Obama.
Sin voluntad de profundizar, hemos querido subrayar algunas claves que hemos considerado fundamentales para su estrategia de campaña:
-Poner en valor su experiencia: nos referimos tanto la adquirida como primera dama como la recientemente demostrada como secretaria de Estado. Su campaña ha de comunicar que la candidata es una política responsable, formada y preparada para gobernar, sin que ello implique conservadurismo y sin necesidad de desmenuzar su gestión al frente de ambos cargos, lo que siempre generará controversia y revelará puntos débiles. Por otro lado, ha de atraer el voto útil, presentándose como la única alternativa sólida y viable para frenar las políticas regresivas (según los demócratas) del Partido Republicano.
-Proyectarse hacia el futuro: al igual que hizo Obama hace seis años, Hillary Clinton debe transmitir esperanza a los electores en un momento histórico tan crucial para los Estados Unidos. Su ilusión y su energía deben contrarrestar los efectos negativos que puedan causar su relativamente elevada edad y el hecho irrefutable de que lleva muchos años en político.
-Encarnar valores progresistas: tras años de dominio conservador, el triunfo de Obama ha puesto de relieve que la sociedad estadounidense actual y el momento histórico que atraviesa es proclive a un proyecto progresista (dentro de los estándares ideológicos de este país). Clinton debe presentarse como adalid de la igualdad de oportunidades y la lucha contra la discriminación.
-Cercanía al ciudadano: el vídeo de presentación de su campaña ya apunta en esta dirección. Como aclararemos más adelante, también será esencial presentar propuestas realistas para los problemas que más preocupan a los estadounidenses.
-Presentar al Partido Republicano como tóxico: la clave anterior nos lleva a pensar que, en la batalla ideológica que se va a librar, Hillary debe esforzarse por retratar al Grand Old Party como una formación elitista, conservadora, pasada de moda, anclada en el pasado y únicamente preocupada por ganar votos ofreciendo una visión derrotista de Estados Unidos.
-Centrar gran parte de su discurso en la economía: Estados Unidos se ha defendido de la crisis mucho mejor que Europa. Pese a la incertidumbre financiera que marcó el final de la Presidencia de Bush y el inicio de la de Obama, con este último en la Casa Blanca el país lleva años creciendo y creando empleo. Estudios de opinión revelan que en el imaginario colectivo estadounidense los republicanos son considerados mejores gestores económicos. Para el Partido Demócrata puede ser el momento de atacarles en su punto fuerte.
-Identificarse con los logros de Obama: las dos claves anteriores nos llevan inevitablemente a la idea de que Hillary debe sacar pecho por la reforma financiera, la reforma sanitaria, por una política exterior menos agresiva, por la bajada del precio del petróleo, etc. Sin perder perfil propio y sin empantanarse en los asuntos más controvertidos de los ocho años de Gobierno de Obama, el discurso de Clinton debe convencer a los electores de que, si bien aún queda mucho por mejorar, la nación avanza en la dirección correcta.
-No olvidar su base electoral: las dos victorias de Obama se produjeron gracias a una especia de coalición social de electores formadas por las principales minorías étnicas del país (latinos, afroamericanos y judíos) y por otros sectores discriminados de la sociedad, como los jóvenes y las mujeres. Su discurso y sus propuestas deben tener muy en cuenta los anhelos de estos grupos de población. Igualmente, tal como apuntan los consultores Stan Greenberg y James Carville -quienes, además, fueron dos de los grandes gurúes de la presidencia de su marido Bill-, Hillary debe aparecer como la gran defensora de la clase media estadounidense, que desde hace décadas viene perdiendo poder adquisitivo y calidad de vida.
Y para terminar, ya un hipotético gobierno presidido por ella -el primero en la historia estadounidense con una mujer al frente, consideramos que habría que tener presente las siguientes prioridades:
-Aprobar una nueva ley de inmigración.
-Poner fin a los conflictos raciales que sacuden al país.
-Frenar el empobrecimiento de la clase media.
Fuente: Blog El Atril
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