Por: Estefanía Molina
“Dice Trump que escuchó claramente lo que Bush dijo. Bien. Creo que todas las mujeres de este país han escuchado claramente lo que Trump ha dicho“. En la Ronald Reagan Presidential Library del municipio Simi Valley (California) y hospedado por la cadena CNN, se celebró a las 8 pm –hora local– de ayer el segundo de los debates para las primarias del partido Republicano. Este, un programa donde la única candidata femenina del GOP, Carly Fiorina, dio una lección a los organizadores del evento, quienes la habían dejado fuera del encuentro tres semanas antes, pero que logró situarse merecidamente en ese atril gracias a la presión popular –y consiguiente cambio en el cómputo por parte de la cadena para elegir a los contendientes–.
Precisamente, un encuentro donde el machismo del magnate fue pisoteado por la afilada elegancia de Fiorina, y las intervenciones de la mayoría de asistentes, quienes no dudaron en combatir la demagogia “trumposa” con estudiados argumentos.
De ambiente más tranquilo y distendido, al debate de “los ganadores”, lo había precedido el de “los perdedores”. Con 17 candidaturas, la dirección decidió dividir el evento en dos tandas. En primer lugar, se batieron los líderes que estaban en la parte baja de la tabla, Lindsey Graham, George Pataki, Rick Santorum y Bobby Jindal. Este último, un candidato que sentenció cuál era el objetivo de gran parte de los miembros del GOP cuando dijo “dejemos de tratar a Trump como un conservador. Dejemos de hacerlo (…) si de verdad amamos América” y que sirvió para poner encima de la mesa los principales temas de discusión –inmigración, mercado, política exterior, sanidad, etc.–. Un careo a 4 que supo a poco, pero que sirvió para calentar motores hasta la noche, cuando se pudo palpar la crispación de la avanzada carrera republicana, al irrumpir en escena los 11 favoritos para las primarias del partido.
Rand Paul, Jeb Bush, Chris Christie, Ben Carson, Marco Rubio, Donald Trump, John Kasich, Ted Cruz, Scott Walker y la recién llegada, Carly Fiorina, se aplegaron frente a los periodistas Jake Tapper, Dana Bush y Hugh Hewitt de la cadena CNN, que destacó por la correcta moderación del evento, desmarcándose de la Fox News –algo criticada por convertir el anterior debate en un espectáculo caracterizado por las continuadas salidas de tono de Trump y sus diálogos con los presentadores–. Sin embargo, en la presente ocasión el magnate quedó neutralizado y sonó menos estridente en su discurso, ante un esfuerzo de sus competidores por mejorar su anterior perfomance.
Ese fue el caso de Jeb Bush, en quien las miradas estuvieron puestas, tras prometer que esta vez sí plantaría cara a Donald y se desmarcaría como digno adversario. Aunque quedó demostrado que su punto flaco son los directos –volviendo a balbucear en alguna ocasión y siendo demasiado suave en sus maneras– dio en el clavo al subrayar que “podemos elegir entre la doctrina Reagan, la de dar oportunidades a los inmigrantes, o la doctrina Trump, la de acusarlos y decir que todos son malos” cuando se abordó la cuestión de la inmigración. Este, un tema algo delicado para Jeb, casado con una mujer mexicana –argumento de que se había servido Donald Trump para invalidar su postura– y que Bush solía responder de forma emotiva y poco convincente. Como el gran storyteller que es, Marco Rubio también apeló al pasado migratorio de sus padres para afianzar su postura en defensa de la regulación de la situación de quienes tratan de cruzar la frontera estadounidense. “Les voy a contar una historia…” esa fue la del gran valor y esfuerzo que los inmigrantes pueden aportar al país con su trabajo, –principal leitmotiv de su candidatura para ganarse el favor del codiciado voto latino–.
Pero el momento álgido de la noche fue protagonizado por la única “elefante” –símbolo del partido republicano– femenina, a que el público colmó de aplausos cuando rompió el muro infranqueable que Trump llevaba meses construyendo frente a sus rivales. “Miren su cara. ¿Alguien votaría por ella? ¿Puede imaginar esa como la cara de nuestro próximo Presidente?” Esas habían sido las palabras pronunciadas por Donald días antes del encuentro, en relación con Carly Fiorina y por que los hábiles periodistas les interpelaron. Eso, después que el empresario increpase a Jeb sus declaraciones relativas a que se invertía “demasiado” dinero en sanidad femenina. Pero Carly –que por algo fue la primera mujer de la historia en presidir una empresa tecnológica de Silicon Valley– lo derribó con su pericia y dicción en el discurso. “Dice Trump que oyó claramente lo que Bush dijo. Bien. Creo que todas las mujeres de este país han escuchado claramente lo que Trump ha dicho” –es decir, una retahíla de expresiones machistas–. Esta respuesta se coronó con la ovación del público, a lo que el magnate, algo perdido, replicó sobre Fiorina “creo que tiene una cara bonita y es una mujer guapa”.
Afilada y guerrera, quiso también Carly resarcirse de las acusaciones que cuestionaron su acción como antigua CEO de la empresa HP –que fue a la quiebra durante su cargo, como consecuencia del pinchazo de la burbuja tecnológica y rencillas con el hijo del fundador–. “Usted se ha arruinado hasta 4 veces con dinero de los ciudadanos” –procedente de los casinos y de su imperio en el sector inmobiliario– dijo a Donald, acallando su alegato. En materia de política exterior tampoco parece un área donde sus contrincantes vean a Trump nada preparado para dirigir los Estados Unidos de América. Eso le espetó unMarco Rubio –siempre de impecable postura y acertadas palabras–, afirmando junto a Rand Paul, que el magnate no sería capaz de gestionar la crisis Siria, las amenazas del Estado Islámico, entre otras cuestiones que afectan a la seguridad de la nación.
Por su parte, en cuestión de libertades, y enarbolando su bandera ácrata, Paul afirmó que el consumo de drogas no debería estar penalizado, pues solamente estaría perjudicando a la persona que las toma y eso no es asunto del Estado. Incluso, subrayó la hipocresía de quienes las ingieren, pero las niegan públicamente. Ahí sorprendió Jeb Bush, que afirmó haberlas consumido 40 años antes, remachando Fiorina que no eran las mismas substancias que tomaba su hija, enterrado hace pocos años como consecuencia de los problemas que tenía con dicha adicción. Una madre, anti-avortista y partidaria de reducir la financiación en las políticas de planificación familiar, que ilustró apelando a un vídeo de una asociación donde se observaba un bebé completamente gestado –medida de reducción del gasto en dicha partida y moral pro-vida, secundada anoche por Christie, quien ya las aplicó en su Estado, New Jersey–.
Entre tanta tensión, el momento simpático del debate llegó cuando Ben Carson y Trump chocaron las manos. El gesto vino como consecuencia de un error del segundo, quien se consideraba el único debatiente que condena la intervención en la guerra de Iraq por parte de los EEUU –obviando que Carson tampoco la secundaba–. Curiosamente, un gesto amigable que podría responder a algún tipo de estrategia, a sabiendas que el médico cirujano–de inexistente experiencia política– hasta ayer iba segundo en la tabla del GOP, por debajo de Donald. Irremediablemente cómico –aunque se esfuerce en no parecerlo– estuvo de nuevo Ted Cruz, cuya sonrisa imborrable lo acompañó a lo largo de la noche, quitándole credibilidad mientras trataba de defender de calado. Convidados de piedra parecieron John Kasich, de discurso marcadamente estudiado, o Scott Walker –de quien algunos ciudadanos se preguntaban vía Twitter “¿dónde está?”, tal vez esperando un ataque más frontal a los sindicatos–, e incluso Micke Huckabee –que generó algún que otro debate paralelo y se quedó en solitario–. Todos ellos, candidatos que resultarán de poca amenaza para los que desde ayer se perfilan como potenciales front-runners para las subsiguientes fases: Trump, Rubio, Bush y Fiorina.
Precisamente, una Carly que llegó para anular la carta de género de los demócratas, y ser la contraofensiva republicana para Hillary, pero que al mismo tiempo ha creado una marca propia como elefante republicana capaz de imponer su discurso. Así lo mostró sellando debate afirmó que “las mujeres no son un grupo de interés especial. Son el grupo mayoritario y el potencial de esta nación. Y este país estará mejor cuando cada mujer tenga la oportunidad de vivir la vida que elija”. Unas palabras paralelas a lamáxima de Clinton de “cuando las mujeres llevan la delantera, nuestro país avanza; cuando las mujeres van por detrás, nuestro país retrocede”. Con el primer debate demócrata fijado para el 13 de octubre, y la debacle de Trump en esta contienda ¿recuperará Hillary su principal baza, enfrentándose cara a cara con Fiorina para alcanzar la Casa Blanca en 2016? Aún queda mucha carrera por recorrer en su camino.
Fuente: Blog Elecciones USA 2016