La ciencia del poder está más fuerte que nunca

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Por: Irma Cuesta

Los politólogos viven su época dorada. Están por todas partes para clarificar un panorama de lo más confuso. En España se ha doblado en 10 años el número de alumnos que quieren aprender las enseñanzas de Maquiavelo.
«Hace diez años el político te decía: ‘este es el mensaje, distribúyelo’; hace cinco te pedían opinión. Y ahora directamente te preguntan cuál es el mensaje»

El día que David Axelrod, asesor de Barack Obama, le presentó el eslogan con el que el entonces aspirante a la presidencia de los Estados Unidos debía armar la campaña, el candidato le espetó: «¿Yes we can?, ¿no será demasiado cursi?» Axelrod ha contado que fue Michelle la que salió en defensa de su idea y le contestó: «No, no lo es». Aquel día Obama inició un viaje que lo colocaría al frente del país más poderoso del mundo. Es probable que lo hubiera logrado sin su famosa frase, pero también que le habría resultado mucho más complicado. Fue Axelrod quién le guió hasta la Casa Blanca; pero es que, para entonces, en Estados Unidos ya sabían de sobra la importancia de embarcarse en una campaña en buena compañía y el papel que un experto en ciencias políticas puede jugar durante esa larga travesía.

En España, en donde de un tiempo a esta parte los politólogos, seguidores de esa ciencia que estudia, analiza e incide en las diferentes relacionessociales, parecen surgir de debajo de las piedras, aún tuvimos que esperar unos años. En concreto –según la mayor parte de los entendidos– a que el panorama político nacional cambiara y se enredara de tal manera que hiciera falta tirar de una mano experta para tratar de entenderlo. A eso, y a que algunos de ellos dejaran las aulas, dieran un paso al frente, y armaran un partido.

Iván Redondo, el hombre que llevó al popular José Antonio Monago hasta la presidencia de Extremadura, tiene claro que desde hace diez años los politólogos viven en España su época dorada. «Es una evidencia que estamos ganando peso y que se están incorporando nuevas técnicas en la política española». La prueba, asegura este profesional que también trabajó para Antonio Basagoiti en el País Vasco y fue el artífice de la victoria de Xavier García Albiol en Badalona en 2011, «es que hace una década te presentabas ante el político y te decía: mira, este es el mensaje, distribúyelo; luego te decían: este es el mensaje, ¿qué te parece? Ahora, simplemente, te preguntan cuál es el mensaje».

Redondo cree, como muchos otros colegas, que el fenómeno Podemos ha sido fundamental a la hora de convertir las ciencias políticas en una profesión de moda y a quienes las manejan en invitados de honor de cualquier tertulia que se precie. «Ellos las dominan. Trabajaron para otras formaciones, como Izquierda Unida. Podemos ha sido la cuadratura del círculo».

Cuando se le pregunta qué tiene un politólogo para haberse convertido en permanente objeto de deseo, Redondo habla de estrategias parlamentarias, políticas y electorales; de utilizar bases de datos y dominar los contenidos y el mensaje; y de que, cuando se trabaja con un candidato, no se trata tanto de ocultar lo malo como de sacar lo mejor de él. Un montón de cosas que, en una era marcada por las nuevas tecnologías, resultan fundamentales.

Hace unos meses cuando se cocinaba la campaña electoral y España se preparaba para ir a las urnas el 20 de diciembre, Pedro Sánchez, el flamante candidato del Partido Socialista que hoy hace malabares tratando de cerrar un acuerdo de Gobierno, apareció en un vídeo biográfico con testimonios de conocidos, entre ellos, su esposa, Begoña Gómez. A nadie se le escapó entonces que Verónica Fumanal estaba detrás. Ni eso, ni que esta experta en comunicación que antes consolidó la carrera de Albert Rivera mostrándolo como Dios lo trajo al mundo, había copiado un anuncio que protagonizó Michelle Obama cuando su marido libraba la batalla de las primarias demócratas contra Hillary Clinton. La fundadora de Politikom (una consultora de comunicación especializada en política) nunca ha ocultado lo que considera los preceptos irrenunciables: «Tener una marca original, un discurso positivo y capacidad de arriesgar con inteligencia y pasión». Ella es la responsable de que el secretario general del PSOE se paseara por los programas de televisión de más audiencia, y la mujer que sigue empeñada en convertir a Sánchez en el Obama español.

Primera línea

Pero, por mucho que en España creamos haber descubierto a la figura del politólogo hace tres días, en el Colegio Nacional de Doctores y Licenciados en Ciencias Políticas y Sociología se apresuran a precisar que ellos siempre han estado en primera línea gracias a su versatilidad. Eso sí, reconocen que con la aparición del partido liderado por Pablo Iglesias, y la nueva coyuntura política, muchos de ellos han encontrado una forma nueva de ganarse la vida: los medios de comunicación. Aunque Javier González Serrano, su portavoz, alerta del riesgo de confundir al experto en comunicación con el politólogo, y del afán de muchas televisiones, radios y periódicos, por presentar a determinados sujetos como expertos sin serlo.

Una idea que comparte Luis Arroyo, presidente de Asesores de Comunicación Pública, profesor de la Complutense y excolaborador del Gabinete de Presidencia del Gobierno y de varios ministerios. Arroyo mantiene que, de un tiempo a esta parte, todo el mundo es analista, y que las cadenas de televisión se retroalimentan a base de ‘todólogos’, esa suerte de especialistas en todo que en realidad no conocen en profundidad nada de nada.

Hay quien cree incluso que la demanda de expertos en política pasará. Otros, como Jorge Galindo, una de las voces de Politikon, un blog que promueve debates y políticas basadas en el conocimiento de las ciencias sociales, sostiene que habrá politólogos para rato. «En España hay treinta años de déficit de analistas».

Puede que sea esa carencia la responsable de que ahora estemos dándonos un atracón. Toni Aira, presidente fundador de la Societat Catalana de Comunicació i Estratègia Polítiques de Catalunya, tiene su propia teoría: la de que la política sigue una tendencia darwiniana y, por lo tanto, debe adaptarse al entorno si quiere sobrevivir. «Los políticos se mueven ahora en un mundo en el que el factor mediático y comunicacional no tienen nada que ver con el de hace unas décadas. Además, cada vez están más expuestos y, en consecuencia, duran menos».

El caso es que las ciencias políticas están de moda –la prueba es que crecen las matriculaciones en las universidades y los cursos de postgrado– y su desembarco ha contribuido a mejorar la salud de una democracia aún demasiado joven.

Hace ya algunos meses, coincidiendo con la apertura del curso, la politóloga Sandra León felicitó a sus alumnos: «Quisiera inaugurar el curso subiendo el ánimo porque los politólogos están de moda. Quienes nos dedicamos a esta profesión en más de una ocasión tuvimos que aclarar que ser politólogo no es lo mismo que ser político. Ahora, la justicia poética ha querido que cinco politólogos metidos en política sean quienes hayan popularizado el nombre de la disciplina». Se refería a Iglesias, Errejón, Monedero, Bescansa y Gemma Ubasart.
Hace tiempo que la política ya no es cosa solo de los telediarios.

Fuente: Ideal.es


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