El 23 de marzo, Barack Obama llegaba a Buenos Aires en una importante visita oficial, especialmente para el recién nombrado presidente, Mauricio Macri. Dos días antes, el 21, Macri abría su canal en Snapchat, una red —en constante aumento— que usan 100 millones de personas, la mayoría de 14 a 20 años.
Desde ella, con pequeños vídeos, el equipo del dirigente argentino colgaba contenidos sobre cómo se preparaba el evento. Desde imágenes de la sala donde iban a comer, qué se entregaba a la prensa, qué cortinas se iban a colgar… a cómo llegaba Obama y cómo saludaba a Macri. Todo informal, todo espontáneo (aunque se hubiera pensado antes, esa es la percepción que causa en Snapchat).
Durante tres días, el Snapchat del Presidente argentino se convirtió en el centro de la información, casi en tiempo real, sobre pequeños detalles del encuentro, y es así como muchos jóvenes se informan hoy en día: vídeos cortos, de segundos, con textos insertados, que les explican qué sucede en el mundo y cómo sucede. No quieren noticias políticas, quieren otro modo de informarse. Algo más ameno, más directo y rápido. Las pequeñas historias y detalles que genera cada evento. Si quieren más información no tienen problema en leer otras redes sociales, o ir a un buscador; pero una información sencilla a menudo les basta. Y el vídeo corto es lo más rápido. Los usuarios de Snapchat ven un total de 8 mil millones de videos, al día.
Hubo algunas críticas, sobre todo de periodistas, al nuevo canal de Macri, pero el éxito fue rotundo. 75 mil personas añadieron a Macri en Snapchat en esos primeros tres días. La primera historia publicada fue vista por más de 17 mil personas y alguno de los videos del relato de la visita de Barack Obama superaron las 500.000 vistas.
Pero el de Macri no es el único ejemplo de comunicación institucional a través de Snapchat. De hecho, el primero en hacerlo fue precisamente su visitante. La Casa Blanca dispone de canal en esta red desde el 11 de enero, la víspera del último discurso de Barack Obama sobre el estado de la Unión. Desde Snapchat colgaron vídeos de la preparación del discurso y otros contenidos sobre la temática y sobre los temas de los que iba a hablar. Mostraban esas informaciones sin dar ningún tinte político, pero sí enseñando de modo directo y diferente lo que hacían desde la Casa Blanca y desde el equipo del Presidente para prepararse para la ocasión. Como no podía ser de otro modo, cosechó también un increíble éxito a la hora de difundir contenidos diferentes a los que se comunican normalmente desde las instituciones.
No son las únicas instituciones. El Gobierno de Francia también tiene presencia, así como el Foreign Office británico, el Ayuntamiento de Las Vegas o los representantes republicanos en el Congreso estadounidense, quienes, por cierto, crearon su Snapchat para contraatacar a Obama durante su discurso del estado de la nación.
En cualquier caso, la comunicación institucional debe tener por objetivo llegar a toda la ciudadanía posible. Snapchat es otra manera de comunicarse, y a un público distinto. La gran mayoría de sus usuarios ni siquiera tiene edad para votar. Pero ese el tema: podemos llegar a un público al que nadie llega. Y hacerlo a través de la palma de su mano, desde sus móviles. Y en su propio lenguaje.
No basta con estar. Como en cualquier red social, hay que entender el espíritu de la propia red y adaptar nuestros contenidos a ella y a su público objetivo.
Fuente: Blog de Antoni Gutiérrez Rubí