Por: Edurne Ochoa
Hay gestos que por pauta biológica marcan actitudes de dominio y supremacía, un ejemplo de ello es aquel acto conocido de marcar territorio relacionada con los machos en diferentes especies. En el caso de los seres humanos hay gestos que identificamos como actitudes de poder.
Un estudio entre la Universidad de Columbia y la Universidad de Harvard se propuso medir este postulado a través de los efectos que producen tanto los gestos de poder como los que no por medio de los siguientes indicadores:
- Sentimientos de seguridad sobre uno mismo. Aquellos individuos con mayor confianza y control sobre sí mismos demuestran ‘mayor voluntad de pasar a la acción y más dispuestos a tomar riesgos’.
- Elevación de la testosterona (hormonas de dominio). Los altos niveles de ésta aumentan proporcionalmente una actitud dominante. La competitividad es un rasgo característico.
- Disminución de la hormona del estrés (cortisol). Ello como resultado de una mejor resistencia a los desafíos lo que significa una respuesta adaptativa. Se ha visto que personas con un ‘bajo poder social’ presentan con mayor frecuencia enfermedades derivadas del estrés.
- Aumento de la tolerancia al riesgo. Es perceptible la capacidad de resistencia a la frustración y liderazgo en ambientes de trabajo pesados.
Los gestos que pueden percibirse con mayor frecuencia, a la vez que son permanentes en este tipo de perfiles, son aquellos en donde las extremidades se expanden, es decir, hay apertura corporal. Se ha evidenciado que posturas como la espalda encorvada, los dedos entrecruzados con los pulgares escondidos denotan ansiedad y estrés.
No se puede afirmar que un simple gesto nos garantice convertirnos en presidente de una nación o CEO de una compañía, sin embargo, es cierto que éstos tienen una marcada influencia en el comportamiento a nivel psicológico como fisiológico. También es cierto que la comunicación no verbal analiza el significado de nuestros movimientos corporales para a partir de ello descifrar aspectos en la comunicación que el simple discurso verbal no logra. Conocemos más de las intenciones y emociones que rodean a las personas a través de su corporalidad.
Recuerda: “Si quieres entender a una persona no escuches sus palabras, observa su comportamiento.” Albert Einstein.
Fuente: elcuerponomiente.com