GreenHouse es una aplicación creada por el joven estadounidense Nicholas Rubin cuando tenía 16 años en 2014. Hoy ya tiene 18 y es reconocido por múltiples medios de comunicación, a nivel mundial, por su sentido de la responsabilidad con el manejo transparente del dinero en política por parte de los lobbies y los miembros del Congreso de Estados Unidos, buscando «descubrir el impacto real del dinero en el sistema político [de su país]».
En un vídeo de octubre de 2014, cuando acababa de lanzar el proyecto, Nicholas explicaba por qué tuvo la idea de crearlo y qué buscaba fomentar con esto en su país: «Mi objetivo es exponer y dar a conocer, a través de la tecnología, esta grave relación condicionada [entre la política y el dinero], y hacerla visible, con los datos más relevantes, en los sitios web donde la gente lee —todos los días— acerca de las acciones (o las omisiones) de los miembros del Congreso».
Es decir, se trata de una aplicación que permite ver, en tiempo real, las relaciones de influencia económica de los representantes cuando hablan o proponen sobre un tema. Y sin salir del entorno de lectura del usuario. Una aplicación que ayuda a ver y comprender las posibles relaciones causales y secuenciales entre lo que hacen y dicen los representantes y sus vínculos e implicaciones económicas con el poder del dinero.
GreenHouse, de acuerdo con su lema «Algunos son rojos [republicanos]. Algunos son azules [demócratas]. Todos son verdes [refiriéndose al dinero]», pretende demostrar lo que significa la influencia del dinero en el gobierno, y advierte que no es un asunto partidista, sino patriótico y democrático: «Ya sea demócrata o republicano, todos deberíamos desear un sistema político que sea independiente de la influencia de los grandes capitales y no dependa de ciclos interminables de recaudación de fondos de intereses especiales. Estados Unidos de América fue fundado para servir a las personas, no a los intereses de grandes industrias. Sin embargo, cada año nos parecen moverse más y más lejos de la visión de nuestros fundadores».
La aplicación sólo está disponible, de momento, para utilizar en el escritorio de los ordenadores. Tras instalarla, siempre que aparezca el nombre de cualquiera de los miembros del Congreso en cualquier página web, éste aparecerá resaltado y, sólo pasando el cursor por encima, saltará un pop-up con los datos referentes a las contribuciones totales recibidas, las contribuciones por parte de pequeños donantes y el top diez de donantes de la industria. Para los datos que se recogen en la aplicación, Rubin cuenta con el apoyo de dos grandes instituciones cívicas como son OpenSecrets.org y Sunlight Foundation.
El joven Rubin también promueve, entre otros emprendimientos, la herramienta Quink, que ayuda a leer las noticias más rápido sin salir de la página web en la que uno se encuentre. Muestra un resumen de los artículos o páginas vinculados, sólo con pasar el cursor por encima. O la plataforma YouthCorp, que conecta e integra empresas dirigidas por jóvenes mediante el uso de una red global con dichas organizaciones, para lograr un mundo con más poder de la juventud.
GreenHouse demuestra tres poderes: el de la tecnología (en especial, de las aplicaciones y el big data); el del emprendimiento (en este caso de un talentoso joven); y el de la vigilancia democrática de la ciudadanía. En una sociedad decepcionada, crítica y muy informada, cada vez aparecen nuevas herramientas para monitorizar y fiscalizar las actividades políticas. En ausencia de una rendición de cuentas exhaustiva, los ciudadanos han pasado a la acción.
Tucídides, historiador y militar en la Antigua Grecia, ya nos advertía y animaba a cumplir con nuestra responsabilidad cívica: «Cualquier poder tiende a ir hasta el límite de su poder. ¡Ha llegado la hora de la vigilancia!».
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Fuente: Blog de Antoni Gutiérrez Rubí