La investigación en comunicación política sigue afianzándose institucionalmente en los círculos académicos. De hecho, las secciones de Political Communication en las asociaciones de investigación como la International Communication Association (ICA) o la European Communication Research and Education Association (ECREA) son de las que más miembros cuentan. Desde el Comité de Investigadores de ACOP hemos seguido con atención los temas más prominentes en los congresos de dichas asociaciones y en las revistas académicas del ramo. He aquí diez de esas tendencias, que como el lector podrá comprobar están muy pegadas a la actualidad informativa. Otro indicador de la vitalidad de la comunicación política como campo de investigación.
1.- Populismo
Dada la íntima imbricación entre liderazgo carismático, movilización popular y comunicación de masas (bien sea a través de medios tradicionales o los social media), la investigación sobre el populismo ha emergido como uno de los temas clave para los investigadores. Al populismo se lo define de tres maneras: como ideología blanda (los de abajo contra los de arriba), como estilo de comunicación (un lenguaje llano, una aproximación al ciudadano medio, alejado de guiños intelectuales) y como estrategia para llegar al poder, especialmente en momentos de crisis sistémica: se agregan las distintas demandas sociales bajo un mismo paraguas y un mismo líder. Esta última sería la deficinión de Laclau que abiertamente profesan los líderes de Podemos en España. Un libro reciente de referencia sería Populist political communication in Europe, coordinador por Toril Aalberg, Frank Esser y Carsten Reinemann y editado por Routledge en julio de 2016.
2.- Periodismo por otros medios: Podcasting y documentales
Decía Robert Redford hace unos años que los documentales estaban haciendo el periodismo que ya no cabía o que no se atrevían a hacer los medios tradicionales. Esa tendencia iniciada por Michael Moore hacia un documentalismo desvergonzadamente activista y partidista ha continuado en los últimos años, y está atrayendo la atención de los investigadores. El documental periodístico se ha vuelto menos objetivo y ya no tiene en la televisión convencional a su medio de difusión: se ha vuelto más opinativo y ambiciona conquistar las salas de cine, los canales temáticos o las redes sociales. Tal es el caso de los documentales sobre Snowden (Citizenfour, de Laura Poitras, 2014) u O.J. Simpson (O.J.: Made in America, de Ezra Edelman, 2016). Para una reflexión académica sobre el género, sugerimos la lectura del artículo “Imágenes de la crisis financiera: las intervenciones de las películas documentales” publicado por Jens Eder en el número 20 de la Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad (2016). El inesperado éxito del podcasting Serial, una investigación periodística sobre un ‘cold case’ (caso sin resolver desde hace años) da esperanzas a un nuevo periodismo radiofónico adaptado a la era de Internet que podría tener consecuencias socio-políticas. Numerosos medios tradicionales como el diario Washington Post o la revista New Yorker se han lanzado a experimentar con estos seriales radiofónicos digitales. Recomendamos el artículo “Personal narrative journalism and podcasting” de Mia Lindgren, publicado en el Radio Journal (vol. 14, núm. 1, abril de 2016).
3.- Inmigración y refugiados
Los estudios sobre el marco interpretativo que los periodistas aplican a los inmigrantes, así como las investigaciones de análisis crítico del discurso sobre los demandantes de asilo, son un clásico de los estudios de comunicación política. La crisis de refugiados que ha vivido Europa a raíz de la guerra en Siria ha vuelto a poner en la agenda de los investigadores el tratamiento mediático de ‘el otro’ que llega a nuestras costas o ‘el otro’ que vive entre nosotros. El investigador Paolo Mancini (de la Universidad de Perugia, en Italia) presentó con otros colegas suyos un paper titulado “What shapes the coverage of immigration” en el segundo congreso de la revista International Journal of Press/Politics, celebrado en Oxford (Reino Unido) en septiembre de 2016. La red de investigadores netPOL (liderada por la Universidad del Danubio en Krems, Austria) prepara para 2017 un libro colectivo con estudios de caso nacionales sobre el discurso mediático de la crisis de los refugiados en Europa.
4.- Discursos del odio, discursos inciviles y ‘post-verdad’
El anonimato que brindan las redes sociales tiene un lado oscuro: la utilización de estas plataformas para propagar insultos o acosar a personajes públicos. Aunque Internet tiene la capacidad de recoger y amplificar discursos silenciados por los medios, también es una oportunidad para propagar ‘discursos del odio’ aprovechando la impunidad que brinda la ocultación de la identidad. Los discursos inciviles también tienen lugar en tertulias radiofónicas y televisivas, dando lugar a lo que investigadores como Diana Mutz han denominado ‘in your face politics’, contribuyendo a erosionar la confianza en las instuciones y el proceso político (véase su libro In-your-face politics: The consequences of uncivil media, Princeton University Press, 2016). Los discursos radicales son un tema sensible, ya que a veces es difícil distinguir entre la vehemencia de la libertad de expresión y la agresividad verbal. Los estudios preliminares sobre la circulación de información durante la campaña presidencial norteamericana de 2016 revelan que las noticias falsas tuvieron un impacto inusitado, forzando a los nuevos grandes mediadores (Facebook y Twitter) a tomar medias contra los ‘fake news sites’. El debate sobre la ‘post-verdad’, abierto por la revista The Economist en septiembre de 2016, reverberó en los medios de todo el mundo, hasta hacer de la palabra ‘post-truth’ una de las palabras del año para el Diccionario Oxford. La pervivencia de las mentiras y falsedades en Internet se presenta así como otro de los grandes retos para la academia.
5.- Diplomacia pública (de ayer y hoy)
La investigación en comunicación política internacional ha tenido en la dipomacia pública a uno de sus temas favoritos de estudio en los últimos años. Pero la práctica de intentar favorecer relaciones horizontales entre ciudadanos de distintos países a través de productos culturales como películas o mecanismos de socialización informal como las becas de estudio antecede en décadas a la twitter-diplomacy. Fenómenos como las ayudas a la producción de películas hollywoodienses tienen lugar hoy (en China) pero cuentan con antecedentes históricos como el Hollywood in Madrid que fomentó el gobierno de Franco, como demuestra Neal Rosendorf en su magistral libro Franco sells Spain to America: Hollywood, tourism and public relations as postwar Spanish soft power (Palgrave, 2014). El Camino de Santiago, que ya en sus orígenes fue un intento de unir a Europa (o, mejor dicho, de crear Europa) contra el islam, aguarda todavía un estudio desde la perspectiva de la diplomacia pública. La mejor aproximación hasta el momento es la de Xosé Luis Barreiro Rivas y su monografía La fundación de Occidente: El Camino de Santiago en perspectiva política (Tecnos, 2009).
6.- El derecho a saber y la transparencia
La demanda de la accesibilidad a la información pública y su tardía cristalización institucional en España pueden llevar a pensar que el control público de la acción gubernamental es consecuencia de una reacción a las revelaciones de Snowden. Pero la demanda popular de transparencia institucional es mucho más antigua. En su reciente libro The rise of the right to know: Politics and the culture of transparency, 1945-1975 (Harvard University Press, 2015), Michael Schudson sitúa en la expansión de la educación superior en los Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial una de las causas fundamentales de esta mayor exigencia a los ejecutivos. En el caso español, está por ver la eficacia de la Ley de Transparencia, todavía infrautilizada por los periodistas, pero que puede dar lugar a interesantes trabajos académicos en los próximos años. Un primer paso es el proyecto de investigación “Comunicación pública, transparencia, rendición de cuentas y participación en los gobiernos locales”, que bajo la dirección de Juan Luis Manfredi (Universidad de Castilla-La Mancha) continúa el trabajo iniciado por Amparo Moreno desde la Universidad Autónoma de Barcelona.
7.- El fact-checking y las medias verdades
Los maestros griegos de la retórica, avezados en el arte de convencer siglos antes de que Cristo viniera al mundo, ya advertían (para disgusto de ortodoxos como Platón) que en retórica no importa tanto la verdad como la apariencia de verdad. Las medias verdades de líderes como Putin o Trump merecieron portadas en publicaciones como The Economist (10 de septiembre de 2016) o el suplemento Ideas de El País (26 de septiembre de 2016), y a buen seguro merecen también estudios académicos. La tendencia a comprobar la veracidad de las afirmaciones de los políticos ha llegado a España desde Estados Unidos, donde Lucas Graves ha publicado un estudio llamado a ser la referencia sobre el tema: Deciding what’s true: The rise of political fact-checking in American journalism (Columbia University Press, 2016).
8.- El humor y la ficción
En su libro 50 viñetas que cambiaron el mundo (Ariel, 2016), el historiador Roberto Fandiño nos recuerda que las críticas políticas más memorables e hirientes no tienen forma textual, sino iconográfica. Desde hace décadas los políticos se han rendido al enemigo y se han unido a él, prestándose a aparecer en situaciones cómicas e incluso humillantes. Aunque el politainment es ya un recurso manido y hay quien lo da por agotado, la mezcla de humor y entretenimiento con la política seguirá siendo popular y seguirá atrayendo la atención de los investigadores. Otro tanto ocurre con las series de televisión, que han reemplazado a la novela como gran recurso de entretenimiento masivo. La naturaleza imita al arte y la fría iniquidad del líder psicopático (House of Cards) o las dificultades de un gobierno de coalición en una democracia consociativa (Borgen) son a la vez reflejo y prefiguración de la política contemporánea. Para la investigadora T. Ann Kennedy, series como The Wire son el equivalente contemporáneo de las novelas sociales de Charles Dickens o el periodismo documental de Walker Evans o James Agee.
9.- Salud pública: del pánico a las vacunas y otras historias
El miedo a las vacunas ha revitalizado la aparición del sarampión, que iba camino de erradicarse. Parte del éxito del movimiento anti-vacunas se debe a la norma del equilibrio periodístico: los bandos enfrentados en una controversia reciben igual cobertura aunque los postualdos de una de las partes se sostengan sobre prejuicios o argumentos pseudocientíficos. El periodismo de largo alcance se adelantó a la academia a la hora de abordar este asunto. En 2013 el periodista Seth Mnookin publicó The panic virus: The true story behind the vaccine-autism controversy (Simon & Schuster). Hemos tenido que esperar a 2016 para que un estudio académico sobre la mediación periodística de los temas de salud pública viera la luz en forma de libro. Lo hace a cargo de Charles L. Briggs y Daniel C. Hallin en su Making health public: How news coverage is remaking media, medicine, and contemporary life (Routledge).
10.- Las noticias ya no se buscan, te encuentran
El investigador de la Universidad de Viena Homero Gil de Zúñiga es el proponente de una nueva teoría, la ‘news finds me perception’, que encapsula el sentir de muchos jóvenes con respecto a la información: si las noticias son lo suficientemente importantes, me acabaré enterando a través de mis feeds en redes sociales. A diferencia del ideal de ciudadano responsable que debe hacer un esfuerzo para enterarse y comprender el devenir de la actualidad, el joven consumidor de información adopta una actitud pasiva y deja en manos de los algoritmos de los grandes hermanos de la sociedad de la información su posibilidad de acceder a los asuntos públicos. Lo hace porque, según Gil de Zúñiga, las redes sociales nos invitan (aunque sea de manera inconsciente) a publicitar nuestras inclinaciones políticas cuando compartimos noticias que nos parecen indignantes, algo que no ocurría con otras formas de interactividad en la red.
Publicado en La Revista de ACOP, Núm. 11, Diciembre de 2016
Fuente: Blog de Francisco Seoane Pérez