Por: Diana Rubio
No hay una segunda oportunidad para causar una primera impresión, ¿o si?
Si esta pregunta la realizamos en el contexto político, podría tener algunos matices interesantes.
La comunicación se encuentra de manera directa e indirecta en las maneras y quehaceres de los políticos y se observa perfectamente como su lenguaje verbal y no verbal cambia cuando pasan a ser representantes de los ciudadanos en las instituciones públicas.
Igual de importante es el mensaje verbal que pueden dar, como el que proyectan con sus actuaciones, lo que podemos denominar se incluye dentro de la etiqueta política.
La cuestión es tener presente junto con la personalidad, su imagen y cómo se expresa, la importancia de la coherencia del contexto en el que se encuentra, donde la vestimenta y estilo debería basarse en los cimientos del sentido común que en ocasiones escasea.
Son diversos los debates abiertos actualmente sobre este asunto, pero me quedaré con dos que dan para mucho; Por un lado, hay parte de la clase política que critica el uso de una vestimenta determinada para todos a la hora de acudir a las instituciones, por otra parte, los partidarios de lo contrario, de fomentar una etiqueta, una indumentaria en coherencia y acorde con los asuntos que se tratan en los organismos en los cuales son representantes.
Realmente, ambas posiciones enfrentadas tienen puntos en común; La importancia de la comunicación en la imagen transmiten a la ciudadania, y no sólo en lo que portan si no también en cómo lo hacen.
La imagen incluso se ha convertido en un arma arrojadiza de doble filo, que los medios de comunicación e incluso personalidades públicas han utilizado para realizar ataques personales mas que políticos, una práctica cuestionable y que puede acarrear una dudosa profesionalidad de quien la lleva a cabo.
Pero debemos recordar que esa etiqueta no solo hace referencia a la ropa que visten o como se peinan, sino también engloban sus comportamientos en las situaciones a las que se enfrentan, siendo por tanto mas mediáticas aquellas intervenciones públicas en las que se juegan en ocasiones su reputación, su mensaje y los votos que han podido conseguir en las pasadas elecciones.
Aunque podemos afirmar que hay personajes políticos que suavizan su imagen para causar una mejor impresión en la ciudadanía, esta tendencia de crear un ambiente de debate político donde la indumentaria fuese un accesorio, se encuentra en vías de extinción y se usa incluso como elemento de reclamación y protesta.
Ya se pudo observar con las camisetas reivindicativas que la actual Vicepresidenta de la Generalitat Valenciana usaba como arma de ataque a los otros partidos y como si de cuchillos se tratase, se le negó la asistencia por la falta de respeto y no corrección de la vestimenta para acudir a este asamblea cuando era diputada, y que ahora plantea forman parte del pasado.
Bajo mi punto de vista, el quid de la cuestión se encuentra en la siguiente suma:
Comunicación + Coherencia + Contexto + Comportamiento = Etiqueta Política.
¿Se debe buscar el ideal de lo políticamente correcto en quienes dan sentido a esta expresión? Creo que la esencia de esta afirmación que se encuentra estrechamente ligada a la representatividad tal y como se conocía, se encuentra en proceso de evaporación.
Como dice Toni Aira, en su artículo “mutaciones políticas” ,todo suma, y la imagen, es la apariencia del poder, de la adaptación a los nuevos tiempos políticos que atravesamos, que en la misma línea acarrean una crisis de la etiqueta política tradicional.