Por: Diego Mota
La palabra es el rasgo característico de nuestra raza, con ella formamos cultura que es lo que nos hace, a priori, más evolucionados que el resto de los animales. La palabra siempre ha sido la forma primordial de pasarnos conocimiento desde que existimos sobre faz de este planeta, así ha sido y así será. Decía Octavio Paz “Los hombres somos hijos de la palabra. Ella es nuestra creación, también es nuestra creadora: Sin ella no seríamos hombres”. Y es que con la palabra no solo nos comunicamos sino que damos forma al mundo que nos rodea, por eso es tan importante la oratoria en la política, que los líderes manejan a la perfección un arte tan primitiva y a la vez tan sofisticada, los grandes discursos en los momentos precisos han hecho cambiar el rumbo de la humanidad y perduran por siempre en nuestra cultura.
La historia cuenta que la oratoria política nació en Sicilia y se desarrolló posteriormente en Grecia, donde fue considerada un instrumento para alcanzar prestigio y poder político. Sócrates creó una escuela de oratoria en Atenas en la que se buscaba que el orador fuese un hombre instruido y movido por altos ideales éticos a fin de garantizar el progreso del estado. En este estilo de oratoria llegó a considerarse el mejor en su arte a Demóstenes. Han pasado siglos y este arte sigue presente, los políticos exitosos tienen, por lo general, dotes de buenos comunicadores.
¿Pero cómo se logra ser un gran orador? La respuesta es, con trabajo. La comunicación es algo inherente a nosotros por lo que nos puede parecer que no hay que entrenarla, que ya venimos con ese software instalado de fábrica y la verdad es que no es así, de hecho la mayoría de los problemas de la humanidad son por mala comunicación. Y aunque es verdad que hay personas que nacen con más facilidad que otras, también es verdad que con trabajo esas personas logran ser brillantes. Hagamos el paralelismo con un futbolista, se puede nacer con la más maravillosa motricidad en los pies pero si esta no es entrenada nunca va a ser aprovechada al máximo, además de ser contadas las personas que nacen con tan extraordinarias características, con la comunicación pasa exactamente lo mismo.
El discurso político a nivel masivo tiene otro aspecto conflictivo y es el hablar en público, lo que hace ponerse nervioso a cualquiera y exponer al máximo las falencias de comunicación. Este miedo a hablar en público también se supera con práctica, no hay otra manera.
Para que la comunicación sea fluida debe ser genuina, honesta y empática, esto es lo que hay que entrenar y la forma es practicarlo todos los días con todo el mundo. Si se realiza una comunicación con estos tres factores todos los días, con todas las personas, no solo serán mejores políticos y mejores líderes, serán mejores seres humanos. Está demás decir que cada uno tiene fortalezas y debilidades en su comunicación y para cada caso hay que planificar un entrenamiento especial con profesionales del tema, buscando de esta manera sacar lo mejor de cada uno, y nuevamente reitero, esto no se logra simplemente sabiendo un par de trucos, hay que entrenar, entrenar y entrenar. Pero para que la oratoria sea fluida, honesta y empática lo que más tiene que importar, ademas de entrenar, lo más fundamental para un político, debe ser su público y ese público debe sentirlo. Entonces para ser un buen orador también hay que saber escuchar y percibir a la gente.
Por último y tomando como punto de partida la oratoria política como forma básica de la comunicación con la ciudadanía, es necesario reflexionar y plantear un desafío a futuro. Hoy en día estamos viviendo una crisis de la política a nivel mundial, los grandes relatos históricos han caído y los políticos que están logrando mayor éxito, últimamente, son los que se paran en el lugar de la despolitización, en el vacío ideológico, que dicho sea de paso es una ideología, aunque suene paradójico.
En estos últimos años han habido revueltas sociales en todos los continentes y manifestaciones en contra de los modelos políticos actuales, existe una brecha entre los gobernantes y gobernados. Las redes sociales y la gran revolución globalizante que es internet han brindado algunas soluciones y caminos para que los políticos tiendan puentes con la ciudadanía, aunque por lo general la herramienta sigue siendo usada unidireccionalmente, es decir para comunicar y no para comunicarse. Es en este contexto que surge este desafío de los políticos por trabajar sobre su oratoria, entendiéndose ésta, como su forma de relacionarse con la gente, por el medio que sea y en el escenario que sea, las herramientas de hoy han ampliado las capacidades de llegada, está ahora en los políticos poder mostrar su rasgo más humano, mejorar la relación política-sociedad y esto se logra conversando con la gente, trabajando, escuchando, siendo empáticos y honestos.
Fuente: Blog de Diego Mota