Por: Daniel Eskibel
En ninguno. No existe un momento exacto de la campaña electoral en el cual se decida el voto. Y no solo porque los tiempos de la decisión de voto varían de persona a persona, sino además porque esa decisión electoral no es un momento aislado sino un proceso.
Pero aunque ese momento exacto no exista, igual todos quieren descubrir por lo menos el proceso. Lo cual tiene su lógica, por cierto.
Conocer cuando y cómo se decide el voto es objeto de interés académico por parte de la psicología política porque ayuda a comprender más profundamente la psicología del votante. Pero al mismo tiempo es algo de alta utilidad práctica para las campañas electorales y la comunicación política, ya que de ese conocimiento se pueden derivar líneas de acción muy específicas dirigidas a persuadir al votante entregando los mensajes en los tiempos más adecuados.
Ya sabes que en política el tiempo corre muy deprisa.
En campaña electoral más aún.
Tic tac. Tic tac.
El reloj te obliga, te limita, te empuja.
Y surgen las dudas: ¿y si cometo el error de concentrar todos mis recursos cuando ya es tarde porque el votante ya está decidido? ¿Y si mi equivoco por malgastarlo todo en un momento de cero apertura para la persuasión política?
La solución es clara: tengo que saber cuando es que el votante toma su decisión y cómo lo hace.
La decisión de voto antes, durante y después de la campaña electoral
En el mundo de la comunicación política y de las campañas electorales existen básicamente tres teorías a la hora de analizar el momento de decisión:
1. Muchos creen que la decisión de voto se toma antes, en ocasiones mucho antes de que siquiera comience la campaña electoral. Para ellos el voto se decide meses o inclusive años antes de que aparezca el primer spot televisivo o la primera valla callejera. Por lo general consideran que los factores que intervienen son básicamente de largo plazo (ideológicos, políticos, sociológicos, demográficos, psicológicos) y que los mismos apenas son rozados superficialmente por la campaña electoral.
2. Otros, en cambio, creen que la decisión de voto se toma durante la campaña electoral. Es en ese margen acotado de pocos días o semanas, variando de acuerdo a la legislación de cada país, que las personas son persuadidas y que optan por elegir un candidato y rechazar a los demás. Para ellos la campaña lo es todo, y la comunicación electoral es el gran factor que inclina la balanza en una dirección o en otra.
3. Finalmente están lo que creen que la decisión de voto se produce luego de la campaña, en ese breve período que comienza al cesar la publicidad electoral y que termina en el momento mismo de votar. Para ellos el factor clave es la reflexión final del votante durante esos días u horas de relativo silencio y aparente calma. Entienden que solo entonces van a florecer todas las flores sembradas antes y durante la campaña.
Las tres teorías tienen algo de cierto. Pero las tres teorías fallan porque suponen que la decisión de voto es un proceso meramente racional, consciente, intelectual. Pero no lo es.
Cuando el votante está decidido antes de tomar una decisión
Para la psicología es cosa juzgada desde hace más de 100 años: las decisiones humanas puramente racionales no existen. Y no es porque tengan un componente irracional agregado, un cierto porcentaje extra de emoción o una variable dosis inconsciente.
No.
Es mucho más que eso.
Es que todo lo que puedes agrupar bajo las denominaciones de racional, consciente, intelectual…todo eso es apenas una mínima parte de los mecanismos mentales. Mínima. Y mucho menos determinante de lo que habitualmente nos gusta creer.
Hacer consciente lo inconsciente, tal era una de las formulaciones de Sigmund Freud respecto al trabajo psicoanalítico.
Y lo inconsciente es inmensamente más vasto y determinante que lo consciente.
Incluso en la toma de decisiones.
Y también en la decisión de voto.
Una masa contradictoria de información política ingresa en el sistema de cada persona. Lo hace al mismo tiempo que otra cantidad de información proveniente de los más diversos orígenes. Esa información fluye, se procesa, se descarta en parte, se modifica y se archiva. Y cada cierto tiempo se rescata del archivo y se vuelve a modificar y se vuelve a archivar.
Esto ocurre de modo permanente.
La vida psíquica inconsciente no sabe de legislaciones electorales ni de tiempos políticos ni de mensajes oportunos ni de épocas de campaña electoral. Es una maquinaria compleja que no se detiene nunca, que siempre está en movimiento.
Cuando la persona decide conscientemente a cual de los partidos o candidatos va a votar, en realidad ya hace rato largo que está decidido. Mucho antes que la decisión racional ocurrió lo que denomino ‘decisión primaria de voto’.
¿Qué es la decisión primaria de voto?
Es una simpatía, una inclinación, una aproximación hacia un candidato o partido. Pero una aproximación inconsciente, irracional y cargada de emociones. Antes de ‘darse cuenta’ racionalmente de su preferencia, pues esa preferencia ya está instalada a un nivel más profundo de su psiquismo.
¿Qué efectos tiene la campaña electoral sobre la decisión de voto?
Para ser precisos y efectivos, entonces, tenemos que considerar dos decisiones de voto en cada persona: la decisión primaria y la decisión racional. Las campañas políticas se obsesionan con la segunda y olvidan la primera, que paradójicamente es la más determinante y la más dura.
¿Esto significa que la campaña electoral carece de efectos sobre el voto?
No, de ninguna manera.
Lo que significa es que la campaña electoral no es ni remotamente todopoderosa a la hora de decidir el voto. En realidad la campaña electoral influye en algunos aspectos que es necesario identificar con claridad:
* La campaña electoral actúa sobre la intensidad de la decisión primaria de voto y puede mantenerla, fortalecerla o debilitarla.
* La campaña electoral también brinda elementos racionales para que cada uno pueda no solo justificar su voto sino además intentar convencer a otras personas.
* La campaña electoral a su vez puede cambiar la decisión primaria de voto de cierto conjunto minoritario de personas.
En suma: la decisión racional de voto se puede producir antes, durante o después de la campaña electoral. Ello depende de las personas y de las coyunturas políticas, culturales y sociales. Pero la decisión primaria de voto se produce siempre antes y suele ser invisible para los analistas.
Es sobre esa decisión primaria que debe operar la campaña electoral.
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Fuente: Blog Maquiavelo&Freud