Por: Daniel Eskibel
La Cámara de los Comunes se pobló de sonrisas incrédulas aquella tarde de 1826. El liberal John Cam Hobhouse mencionaba por primera vez el concepto de ‘leal oposición a Su Majestad’. La idea, poco comprendida entonces, derivaría en una de las principales tradiciones políticas británicas: el Gabinete en la Sombra.
Originado en Gran Bretaña, extendido luego a muchas ex colonias británicas y adoptado también por otros países del mundo, el Gabinete en la Sombra es un gabinete alternativo al gobernante que tiene la obligación legal de ser opositor. Está dirigido por el líder de la oposición e integrado por parlamentarios opositores. Cada uno de ellos ejerce un ministerio paralelo, da seguimiento a los temas de la cartera y al respectivo ministro gobernante y se enfrenta a él para demostrar que la oposición es una mejor alternativa que el oficialismo.
¿Qué ventajas tiene ese Gabinete en la Sombra?
La especialización de cada uno de sus miembros en un área precisa y bien delimitada de gobierno, sin distracciones, sin dispersar sus esfuerzos, sin perder el tiempo.
Lo que cada uno logra es concentración, foco, dominio del tema, precisión, conocimiento profundo no solo del ministerio del que cada cual se ocupa sino además del rival que ejerce oficialmente el cargo.
Cada ministro del gobierno, entonces, tiene su sombra, su espejo, su otro alternativo.
Y funciona.
Pero el concepto de sombra no solo es útil cuando estás en la oposición y decides una marca individual sobre cada miembro y cada área del gobierno.
También funciona cuando estás en campaña electoral.
Especialmente al organizar tu equipo de campaña electoral.
Cómo derrotar al rival más poderoso con la más británica puntualidad
Mi abuelo Jacinto no era británico pero tomaba el té todos los días a las cinco en punto de la tarde.
Era uruguayo y descendiente de vascos, pero allí estaba, con su puntualidad británica para la ceremonia del té.
Su vida era dura, pienso ahora a la distancia. Casado y ya con un hijo desde muy joven, huyendo de la pobreza del campo para vivir en la pobreza de una pequeña ciudad, con varios hijos más que seguían llegando y a los cuales no podía alimentar, sobreviviendo apenas como obrero y viendo a sus hijos trabajar a la edad que tendrían que estar en la escuela primaria.
Pero cada día tomaba su té a las cinco en punto de la tarde.
Rigurosamente.
Como si aquella pequeña ceremonia fuera su manera de enfrentar el tsunami de problemas que la vida le traía. Un pequeño espacio delimitado y claro donde su voluntad podía operar. Un área libre de conflictos. Un espacio de reflexión. Una recarga de energía para poder seguir adelante.
Mi abuelo Jacinto estaba demasiado agobiado por la vida como para prestarle atención a las campañas electorales que pasaban, también puntualmente, por la vereda de su casa y por los márgenes de su vieja radio Spica.
Aquellas campañas electorales de los tiempos de mi abuelo eran más simples que las actuales, claro. Pero también estaban llenas de ansiedad y problemas.
Hoy la vida es más compleja. La comunicación política también. Y las campañas electorales ni hablar. Lo vives en carne propia.
Cada vez que trabajamos en una campaña electoral nos enfrentamos a un conjunto creciente de problemas.
Un verdadero tsunami de problemas.
Y uno de esos problemas es el desborde de los roles que cumple cada uno.
Ya sabes a lo que me refiero: personas que deben encargarse de más asuntos de los que les resulta posible. Y al mismo tiempo otros asuntos importantes de los cuales nadie se ocupa.
Es una tormenta perfecta: personas desbordadas y asuntos desatendidos.
Entonces la campaña comienza a hacer agua.
Algunas personas altamente capacitadas se sienten desbordadas en sus responsabilidades y tareas. Intentan resolverlo todo y no pueden. Y es lógico que no puedan: los tiempos, las energías y las capacidades de cada ser humano son limitadas.
Especialmente importante es el hecho de que la atención humana es limitada. Implacablemente limitada. Mucho más limitada aún que las inexorables 24 horas que acotan cada día.
El mismo desborde, por lo menos en campañas relativamente grandes, sufre el consultor político.
Cuando escribo “el consultor político” ya estoy dando cuenta del problema.
¿Un solo consultor político para una campaña importante?
¿De verdad?
Una sola campaña electoral no equivale a un solo consultor político
Un estratega general, sí. Un único consultor estratega en jefe, claro que sí.
Pero además un equipo.
Equipo de consultores.
La consultoría política es cada vez más el escenario de trabajos fuertemente especializados. Unos consultores se especializan en campañas territoriales, otros en campañas digitales, otros en investigación de la opinión pública, otros en comunicación, otros son estrategas generales.
La clave está en el trabajo en equipo, en la distribución adecuada de los roles y en la existencia de mecanismos claros para la toma de decisiones. El estratega en jefe marca el rumbo y tiene la última palabra, pero más allá de su figura todo un equipo trabaja. Porque la inteligencia colectiva es más amplia y más profunda que la inteligencia individual.
En un contexto de tales características uno de los consultores miembros del equipo de campaña electoral puede especializarse en el seguimiento del principal rival.
Ese consultor será su sombra durante toda la campaña.
La sombra que sorprende a la campaña rival
El significado original de la palabra asombrarse se refería a las caballerías que se espantaban ante la aparición de una sombra. Luego la palabra fue abarcando otros sentidos referidos en general a espantarse y sorprenderse.
Esa es la finalidad de un consultor-sombra: sorprender al rival y, llegado el caso, ayudar a espantar su caballería.
Se trata de un consultor que se ocupa en exclusiva del principal adversario, auditando de modo permanente y sistemático su campaña política. Esto implica un seguimiento diario de las noticias sobre ese rival, interpretando sus movimientos, deconstruyendo su estrategia, su táctica y su mensaje desde un ángulo fríamente profesional.
¿Por qué razones tiene que dedicarse en exclusividad al seguimiento del rival como única tarea?
- Para no estar sesgado por la visión estratégica general de la campaña propia y corregir de ese modo las eventuales zonas ciegas de la misma.
- Para lograr una profunda especialización en ese adversario, un conocimiento de fondo que solo se puede lograr con una intensa localización y concentración sobre sus movimientos.
Durante la campaña electoral el consultor-sombra se despreocupa de su propia campaña, la cual sigue su curso corriente. Y se dedica estrictamente a analizar cada declaración pública, cada decisión, cada spot de televisión, cada tweet, cada entrevista, cada actividad del rival, de su partido, sus voceros principales y sus medios de comunicación aliados y cercanos. Y estudia cada evento táctico en el marco general de la comprensión de su estrategia.
Claro que esta tarea supone cero filtraciones respecto a su propia existencia. La “invisibilidad mediática” del consultor-sombra es una pieza vital del trabajo.
¿Qué busca una campaña colocando a un consultor-sombra sobre el rival?
Busca comprender la campaña rival casi mejor que lo que esa propia campaña se comprende a sí misma. Y si es posible anticipar sus movimientos y respuestas.
Lo que el consultor-sombra le brinda a la campaña general es un reporte periódico que incluye una síntesis de lo ocurrido en la campaña rival, una explicación de la lógica estratégica de lo ocurrido así como sugerencias para la lucha político-electoral contra ese adversario.
En definitiva se trata de una auditoría de campaña con dos diferencias respecto a las tradicionales. La primera diferencia es que se realiza sobre la campaña del adversario y no sobre la propia, y la segunda es que se realiza no después de la campaña sino durante la misma, en tiempo real.
El consultor-sombra contribuye a la campaña general desde un ámbito ultra-especializado. Absorto en su objetivo, que es únicamente el candidato rival. Sin distracciones. Concentrado. Sin perder el tiempo. Sin perder el foco. Firme como una roca en medio del tsunami de la campaña electoral.
Como cada ministro de un gobierno-sombra, solo concentrado en su ministro-espejo.
Como mi abuelo Jacinto, absorto frente a su taza de té a las cinco de la tarde pase lo que pase.
PD: ¿A tu equipo de campaña electoral le haría falta un Consultor Sombra? Entonces comparte este artículo con quien corresponda…(antes que lo haga ese adversario en el que estás pensando).
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Fuente: Blog Maquiavelo&Freud