Por: Ignacio M. Granados
Lo fundamental de una campaña electoral, lo que verdaderamente importa, es el mensaje y relato político. Sin embargo, para que nuestra narrativa llegue mejor a los potenciales votantes, necesita del envoltorio del marketing político que ayude a que nuestro candidato o candidata tenga más presencia en medios de comunicación, una imagen adecuada, conozca cuál es el mensaje idóneo para una audiencia segmentada, etc. Porque tampoco debemos olvidar que el fin último de las campañas electorales es ganar, motivo por el cual las campañas electorales constantemente están integrando nuevas técnicas e instrumentos.
Por tanto, todos los profesionales que trabajan en campañas electorales y comunicación política deben estar a la última en cuanto a innovaciones que consigan trasladar más y mejor el mensaje de su cliente/candidato.
Superado el boom del amplio abanico de posibilidades que ofrecen las diferentes redes sociales (y las que aparecerán en los próximos años), en los últimos tiempos hemos asistido a novedades como la aparición de un candidato en varios escenarios gracias a los hologramas, la gamificación como alternativa de comunicación, las apps móviles, la neurociencia aplicada a la política, el activismo digital, la financiación vía micromecenazgo o la evolución de la analítica de datos, por citar sólo algunas.
La aspiración de cualquier campaña es llegar a cuanta más gente mejor, pero a través de una comunicación personalizada. Por eso, las principales innovaciones que nos encontraremos en el futuro girarán en torno al video y al big data.
En cuanto al vídeo, hace unas semanas Facebook lanzó una nueva sección (“Watch”) dedicada a videos grabados y en vivo, una amenaza potencial para YouTube y otros servicios de video. Este hecho pone de manifiesto que el video y las tecnologías visuales están cobrando cada vez más importancia a la hora de interactuar. La próxima generación de productos y servicios de consumo permitirá acercar eventos en vivo a los usuarios, poder grabar cualquier espectáculo y personalizarlos, ofreciendo tanto experiencias de uso a los hogares conectados, como creación de contenido más dinámico, lo que abre múltiples posibilidades en la acción política.
Ya existen agencias trabajando en estas posibilidades aplicadas a las campañas electorales. Por un lado, en realidad virtual, explorando mundos generados completamente por ordenador, una experiencia inmersiva desconectada de la vida real, pero con apariencia de realidad. Por otro, en realidad aumentada, es decir, añadiendo una capa de realidad virtual encima del mundo real. Y en video 360º o inmersivo que deja una huella más duradera que el video normal.
Respecto al big data, la analítica de datos seguirá permitiéndonos mejorar nuestra estrategia y personalizar más la comunicación, por lo que la captación y tratamiento de datos para segmentar audiencias y mensajes tendrán gran desarrollo.
En los últimos años, la analítica de datos políticos ha avanzado desde el microtargeting a la verdadera ciencia de datos predictivos. Actualmente, los expertos en computación están utilizando cantidades masivas de datos, modelos complejos y algoritmos avanzados (no sólo fundamentados en bases de datos públicas y privadas atendiendo a identificaciones demográficas y económicas, sino al análisis semántico y emocional de las conversaciones en redes sociales) para entender el comportamiento del público durante las campañas electorales.
El método de Cambridge Analytica -la polémica consultora británica que ayudó a Trump a ganar las elecciones y en la victoria del brexit-, utiliza técnicas de Deep Learning para identificar rasgos de personalidad, además del modelo de datos y el desarrollo de perfiles psicográficos para aumentar el público, identificar a los principales líderes de opinión y conectar con personas apelando a una reacción. Según su CEO, Alexander Nix, si eres un adulto que vive en Estados Unidos, esta compañía tiene un perfil específico sobre tu personalidad y sabe qué mensaje puede ser más persuasivo para ti a la hora de decidir tu voto.
La importancia del big data y la capacidad creciente para analizar e interpretar estos datos resulta indiscutible, pero el debate se sitúa en el eje ético de la utilización de ellos, su análisis y repercusión, máxime cuando se trata de información almacenada en manos privadas. La amplitud de este tipo de técnicas no sólo se puede enfocar en campaña electoral sino que puede cambiar el modo real en el que se hace política.
Pero además de estas innovaciones, motivado por la aparición de las noticias falsas, los ataques cibernéticos, los bots y la manipulación de los medios sociales, las campañas electorales se han convertido en un escenario en el que no sólo está en juego la integridad de las elecciones sino del funcionamiento de la democracia. Además, estas amenazas no tienen por qué proceder de otros países, sino de la propia nación (grupos radicales que busquen hackear, robar y publicar material privado para perjudicar o favorecer a otro candidato próximo a sus intereses) por lo que la ciberseguridad se antoja, además, un requisito imprescindible en las futuras citas electorales.
* Éste artículo ha sido escrito para “La Revista de ACOP”, número 19, de septiembre de 2017.
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Fuente: Blog de Ignacio M. Granados