Por: Fabrico Betancourt
Un incidente bastante peculiar le ocurrió al presidente Reagan durante una intervención en Japón: al soltar una broma que hizo estallar en risa al público y terminada su intervención, Reagan felicitó al traductor por haber interpretado tan bien el sentido de su chiste. Este un tanto incomodo, le contesto: “Pero señor presidente, yo no he traducido nada. Simplemente les dije que había contado un chiste”
Comparto con ustedes esta anécdota histórica de sentido del humor de Reagan, para hacerles notar lo complejo que es ponerse de acuerdo, incluso para los expertos del tema. sobre lo que es el sentido del humor. Un chiste que funciona bien en una cultura, en el extranjero probablemente no lo hace igual de bien, en otra, salvo la excepción antes mencionada. Cabría preguntarse, ¿por qué podría ocurrir esto? Umberto Eco sostiene que lo trágico y lo dramático son universales, mientras que lo cómico, no. En su opinión, tanto lo trágico como lo cómico se basan, de alguna manera, en la violación o ruptura de una regla social pre establecida.
Investigaciones recientes tienden a mostrar que el humor es más universal de lo que parece. Estudios etnográficos de humor revelan que las historias cómicas se basan en las mismas pretensiones infladas y las mismas caídas en el ridículo, que pueden encontrarse en las comedias de Cervantes, Molière, Shakespeare o Boccaccio. Todos los personajes fracasan a la hora de cumplir las exigencias más básicas de sus papeles. Eduardo Jáuregui autor de varios libros como: “El sentido de humor: Manual de Instrucciones (RBA), indica que: “Las diferencias en el sentido de humor de una u otra sociedad, son más una cuestión de gustos, modas y énfasis, que de sustancia“.
Hay aspectos transversales que hacen reír a las personas incluso en los escenarios más solemnes y en contextos atípicos como la política. Tal es el caso, cuándo el receptor se percata de que el actor político es el ridículo de otros, porque realiza un acto de ruptura de tabúes y creencias, o porque el político evade los temas principales por ser espinosos, al salpicar sus discursos con humor para desviar la atención del elector, mediante respuestas divertidas, que evitan tensionar más aún el escenario político.
Para que el humor viaje mejor depende del tipo de sociedad: colectivista –separa del grupo a aquellos que no forman parte- e individualista –se interactúa con grupos variados y es necesario explicitar la información antes del chiste– este último tipo de humor, como el británico, viaja mejor por lo que alcanza mayor popularidad. En el caso de Estados Unidos, al ser un país de influencia mundial, el humor penetra más fácil en otros territorios. Es por ello que reíamos al ver un político como Donald Trump en campaña electoral proponer lo absurdo, hacer shows y otra serie de posturas no comunes, para los políticos tradicionales. Inclusive, sus burlas se mezclaban con otras emociones negativas que potenciaban su mensaje-
Es indudable que algunas formas humorísticas son prácticamente universales y funcionan bien. Por ejemplo, humor gestual o sin palabras en escenas relacionadas a política por famosos actores en películas, como: Mr. Bean con la realeza cuando la Reina lo saluda al tratar de acomodarse el traje la golpea, y causa carcajadas a la audiencia en “Meeting Royalty”; Charlie Chaplin ridiculizando a Hitler al imitarlo satíricamente en “El gran dictador”; y, Mario Moreno Cantinflas, que imita a un político en su desempeño habitual inventando, alagando, y al final, deja un mensaje de protesta en “Su excelencia”. El más claro ejemplo de humor gestual es lanzar una torta en la cara, es un clásico.
En este mismo devenir el humor metalinguístico, es decir, aquel que juega con las palabras, es el más difícil de entender. Encuestas han demostrados que los hermanos Marx, en España, son divertidos y absurdos. En cambio, en EE.UU, tienen fama de ser inteligentes e ingeniosos. Por ejemplo en el video “Duck Soup, en la parodia de reunión de gabinete político, los hermanos Marx actúan de forma disparatada lo que provoca hilaridad.
En fin, el humor no se limita al mero uso de palabras que se pueda entender. Lo que hace funcionar bien al humor es la empatía, que no depende de la broma en sí, sino que está asociado con la idiosincrasia, cultura y sistema de valores propios de la sociedad donde sea difundido. De esta manera, el humor te conecta con lo que te identificas; pues lo que cambia es el mensaje y el momento histórico. Y si no, preguntémosle a Ronald Reagan.