Por: Alberto Astorga
Su edad, cualificación, sentido común y actitud no dejan indiferente y todo apunta a que pronto se le pueda ver en la política regional canaria o, por qué no, quizá también en la española.
Soy un chico de 26 años que disfruta con su familia y amigos. Desde 2015 soy concejal de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y desde el año pasado soy el “benjamín” del Consejo General de mi partido. Sueño con vivir algún día en los Estados Unidos de Europa.
Fue una sorpresa muy bonita que supone, sobre todo, una palmada en la espalda para seguir trabajando y seguir mejorando. Lo de “emergente” puede parecer un peso que presiona para terminar de “emerger” algún día, pero lo cierto es que lo único que me preocupa es que lo que hago sirva para aportar algo. ¿De qué sirve ser un líder si no le arreglas los problemas a nadie?
¿Qué es para ti la política?
La política es todo. Todo está influido por la política. Que algo no esté regulado no quiere decir que no lo pueda estar en algún momento o incluso prohibido. Por eso no se puede ser apolítico, como dice Savater, porque eso sigue siendo una decisión política.
Lo puedo resumir en una palabra: Vértigo. Muchos pueden pensar que sería un sentimiento más propio en instituciones más grandes, pero creo que un un ayuntamiento todo se vive de forma más intensa. Te llevas los problemas de la gente a casa y ese es tu trabajo, resolver un problema concreto de alguien a quien le pones voz y cara. Es muy duro pero muy bonito también.
Para lo que quieras que sirva. Hay algunos concejales que su ausencia presta mejor servicio que su presencia. Yo intento ser útil poniéndome al servicio de los vecinos. Mejor entender que tratar de convencer. Convenciendo a alguien puedo ganar un voto, pero entendiéndole le podré ayudar.
En mi caso ha sido una manera de reconciliarme con la política. Te das cuenta de que en todos los partidos la mayoría de la gente es buena y honesta.
No es que lo crea, es un hecho que política y políticos están mal valorados. La política está muy dañada por aquellos que la han manchado y que extienden la mancha sobre los que tratamos de servir de la mejor manera que podemos. Decía Facundo Cabral que“una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye hay millones de caricias que construyen la vida”. Ahora bien, el resto de políticos tenemos la obligación de repudiar de inmediato al que nos mancha a los demás. Eso no ha pasado hasta ahora y ese sí que es el gran problema.
Es tan potente y engloba tantas cosas el término “servicio público” que casi habla mejor por si solo. Bomberos, profesores, médicos… todos son servidores públicos. Los políticos lo que tenemos que hacer es garantizar que los demás servidores puedan hacer bien su trabajo poniendo los medios para que así sea.
He pasado una infancia muy feliz. La adolescencia fue un poco más complicada, pero he tenido suerte de siempre haber estado muy apoyado por toda mi familia. Luego me fui a Madrid con 18 años a estudiar periodismo y economía con un año de Erasmus en Estambul. Puedo presumir de tener un grupo de amigos totalmente envidiable, son de lo más importante de mi vida.
Podría hablar de muchos recuerdos de la infancia: ir a Agaete con mis abuelos paternos a dar una vuelta por el pueblo montado en camello, bailar con mi abuela materna con las canciones de Cine de Barrio, ir con mis padres a los “cochitos”o con mi hermana al circo.
“Mejor entender que tratar de convencer. Convenciendo a alguien puedo ganar un voto, pero entendiéndole le podré ayudar”
De mi abuelo aprendí qunque sea una obviedad, que la gente se muere y que lo más importante en la vida es poder mirar atrás y sentirte orgulloso del camino que dejas.
“Me gustó ver que alguien quería romper con la dichosa dicotomía de los dos bandos y apostar por algo distinto”
La primera vez que me afilié y participé en un partido político fue en UPyD. Fue en 2011, tenía 19 años y me acerqué a una charla que daban en mi Universidad. Siempre me había interesado la política, pero no me sentía identificado por nada de lo que había. Me gustó ver que alguien quería romper con la dichosa dicotomía de los dos bandos y aportar algo distinto. Hoy sigo pensando y defendiendo lo mismo desde Ciudadanos.
Cuesta mucho hablar de uno mismo, pero cuando se lee o se escucha a otro, uno puede sentirse reflejado. A lo mejor es pretencioso pero lo que me viene a la cabeza con esta pregunta es eso que dijo Churchill de “no tengo nada más que ofrecer que sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”. El resto que lo juzguen los demás.
Mi madre dice que soy “muy noble” desde pequeño. Yo espero que eso sea verdad y trato de llevarlo a todos los terrenos de mi vida. También, o sobre todo, a la política.
Me gustaría ver más confianza, optimismo y, sobre todo, tenemos que ser un poco más positivos. La negatividad se contagia y puede enfermar a una sociedad. La política debe ayudar aportando razones para confiar en un futuro mejor. Yo espero poder dejar una huella positiva, grande o pequeña, pero de la que sentirme orgulloso.
Seguro que es muy típico, pero, en lo personal, un político debe ser, ante todo, buena persona. Concretando un poco más, destacaría la importancia de la empatía. También debe ser sincero con uno mismo para saber si estás aportando algo o si ya has dado todo lo que tenías que dar.
Se aprende. Todo se aprende. El corazón también se entrena. Y todo se mejora usando a los demás como espejos.
Elegiría el nacimiento de mi sobrino por todo lo que ha significado después. Descubrí qué era eso de querer a alguien antes incluso de nacer. He aprendido tantas cosas de él que me es imposible quedarme con una.
¿Un libro?
“La rebelión de las masas” de José Ortega y Gasset
¿Una canción?
“Hoy puede ser un gran día” de Joan Manuel Serrat
¿Una frase?
“Persiguiendo quimeras”
¿Un momento histórico?
El Tratado de Adhesión de España a la Unión Europea
En la política municipal al nivel en el que yo estoy, no creo que se tenga que renunciar a nada. Quizás diría que a lo que más se renuncia es al tiempo, porque uno es concejal veinticuatro horas al día, aunque esto no es exclusivo de la política. Hay muchos trabajadores cuyo trabajo les ocupa veinticuatro horas. Y esto lo he visto en casa con mis padres que son pequeños autónomos. ¿Qué se gana? Una alegría por cada persona que se benefia de tu trabajo.
Me siento muy orgulloso del camino que he andado hasta ahora, pero no quiero ser autocomplaciente y prefiero pensar que mi mayor logro está por llegar.