Por Daniel Eskibel
La comunicación política entre dos personas es más efectiva cuando es presencial. Las prioridades en cuanto a canales de comunicación, ordenadas de mayor a menor eficacia, serían las siguientes:
- Conversación presencial
- Videollamadas
- Conversación telefónica
- Intercambio de mensajes
Ante un listado así te preguntarás por qué el canal de comunicación presencial es el más recomendable. Más aún: te preguntarás si todavía hoy sigue siendo importante la comunicación política entre dos personas.
¿Para qué comunicarnos de uno en uno si podemos comunicarnos con millones?
Es simple: en algunas ocasiones es imprescindible la comunicación política con una sola persona.
Una y solo una.
Piensa por ejemplo en los siguientes escenarios:
- Dos dirigentes tienen que iniciar una negociación política o consolidar un acuerdo.
- Una persona quiere persuadir a alguien que conoce para que adopte una determinada posición política o electoral.
- Dos militantes desean superar algunas diferencias que les separan.
- Un gobernante debe tratar un asunto delicado con alguien de su staff de gobierno.
- Dos miembros de un equipo de campaña electoral deben coordinar acciones entre sus respectivas áreas de trabajo.
- Un dirigente político va a ofrecerle a una persona un lugar en su partido, en su gobierno o en su campaña electoral.
- Un candidato evalúa la contratación de un consultor político, de un asesor o de un publicista.
En todos estos escenarios la conversación debe ser de persona a persona. Al igual que en otra multiplicidad de situaciones que exigen esa misma comunicación personalizada.
Para que esa comunicación personalizada logre sus objetivos tienes que considerar muy seriamente cual será el canal de comunicación política que vas a utilizar.
Canales para la comunicación personalizada
En una comunicación uno a uno hay dos personas emitiendo y recibiendo mensajes. Pero además hay un canal a través del cual los mensajes circulan entre ambos.
Cada canal tiene sus características propias y esas características influyen sobre la calidad de la comunicación que se pone en juego.
En la conversación presencial las dos personas que se comunican están presentes en el mismo lugar de forma física y simultánea. Los mensajes van y vienen entre ellos a través del aire, del espacio físico que los separa y los conecta.
En este caso la comunicación es muy completa y ambas personas disponen de una gran riqueza de información. Ambas se comunican con la palabra hablada, con el silencio, con el volumen de la voz, con las inflexiones de la voz, con la mirada, con la sonrisa, con los pequeños gestos faciales, con los movimientos de las manos, con la postura corporal, con el desplazamiento del cuerpo en el espacio compartido, con el tacto en los momentos de roce o conexión corporal, y hasta con los aromas que se puedan percibir.
Además es un canal cálido de comunicación en la medida que ambos inevitablemente expresan emociones y pueden también conectarse con las emociones propias que el otro provoca.
En cambio cuando nos comunicamos a través de videollamadas siguen siendo potentes las vías visuales y auditivas de circulación de los mensajes pero se pierde una parte de la información y en alguna medida se enfría la comunicación.
De hecho la pantalla como canal de comunicación tiene un impacto que es importante pero que es menor al de la conexión presencial misma.
La comunicación telefónica, por otra parte, conserva muchas de las inflexiones de la voz pero pierde toda la información visual. De esa manera resulta en una comunicación más pobre que la de la videollamada.
Finalmente tenemos el intercambio de mensajes, ya sea de vídeo, audio o texto. Este intercambio se aleja extraordinariamente del diálogo y de la conversación natural. Es un intercambio que produce un efecto de fragmentación que resulta algo más artificial: primero produzco mi mensaje, luego lo envío, hago una pausa más o menos larga, después recibo la respuesta, vuelvo a producir otro mensaje y así sucesivamente.
Más allá de la velocidad con la cual se haga, de todos modos este intercambio de mensajes tiene un volumen de información mucho menor. Aquí un factor decisivo es que en realidad no tenemos un retorno auténtico acerca de la repercusión de nuestro mensaje en el otro. Y además la comunicación se hace entrecortada y en muchas ocasiones con mensajes demasiado calculados racionalmente, mensajes que muchas veces se revisan y se corrigen antes de enviarse. Mensajes, además, desprovistos de contexto.
Todos los canales pueden ser adecuados. Todo depende de la situación, de las características de quienes se comunican y de lo que quieren o no quieren comunicar.
Pero no todos funcionan igual para una comunicación política efectiva como la que estamos analizando. Y siempre es necesario tener claro el orden de prioridad que les damos a cada uno de ellos.
Orden de prioridad de los canales
Como señalé al principio de este artículo, te recomiendo que tengas claras las prioridades cuando se trata de comunicaciones importantes. Te reitero el orden que recomiendo, comenzando por el canal más efectivo y continuando luego en orden descendente:
- Conversación presencial. Tú y tu interlocutor compartiendo un mismo espacio al mismo tiempo. No existe nada tan contundente y tan efectivo y tan completo como un diálogo presencial.
- Videollamada. No importa a estos efectos cual sea la herramienta elegida (Skype, Zoom, WhatsApp, FaceTime, Signal…). Lo que importa es la integración entre lo auditivo y lo visual.
- Llamada telefónica. Puede ser a través de un teléfono de línea, de un móvil, de WhatsApp, Telegram, Signal o cualquier otra. Si no tienes la oportunidad de recurrir a ninguno de los dos canales anteriores, pues por lo menos puedes recurrir a los matices de la voz en una conversación que también puede alcanzar cierta naturalidad.
- Finalmente, si no tienes otra opción, puedes recurrir al intercambio de mensajes. Es la opción más pobre, menos rica en información y con mayores posibilidades para equívocos, falsedades y malas interpretaciones. Pero sigue siendo una opción, claro. Además es veloz y suele tener poco compromiso emocional.
Claro que no todo tienes que hacerlo a través del mismo canal. Pero es bueno saber que tienes opciones. Que cada una de esas opciones tiene características diferenciales. Y que la elección de un canal o de otro está en tus manos en cada momento.
Pero nunca olvides el valor de lo presencial.
Piensa en una clase
Eso, una clase. Ahí tienes un ejemplo fácil de comprender. Que ya no tiene que ver con la comunicación política de uno en uno. Pero que atiende al mismo principio.
Las clases online son estupendas.
Es una maravilla acceder a los contenidos en vídeo, audio y texto. Y lo puedes hacer desde la comodidad de tu casa. Sin viajar. Con tus propios horarios. Repasando cada material cuantas veces sea necesario.
Pero nada sustituye la magia de la clase presencial.
Cuando el tema te interesa y el profesor es bueno, claro está.
Porque si estás dentro del mismo salón de clase con el profesor vas a recibir un caudal de información mucho más completo y potente. Un caudal pleno de contenidos pero además cargado de contexto, de apuntes laterales, de clima emocional, de información que simultáneamente viaja por canales diferentes. Y tendrás unas posibilidades de interacción mucho más directas y mucho más humanas.
Sí.
Lo adivinaste desde un principio.
Por estas mismas razones es que nuestro curso de Experto en Psicología Política tiene, además de la modalidad a distancia, una modalidad presencial.
Para que estés allí. Dentro del salón. En esa especial comunión que es el aprendizaje.
Porque no te olvides que todos estamos aprendiendo. Siempre. En todos los terrenos. Y también estamos aprendiendo a comunicarnos mejor en el ámbito de la política.
Comunicación política de uno en uno
Te sugiero que pongas en práctica mi sugerencia. Cuando tengas que realizar una comunicación política importante con una persona, piénsalo bien.
Piensa más allá del contenido de esa comunicación. Piensa en el canal que vas a elegir para la ida y la venida de los mensajes.
No desprecies ningún canal.
Pero si puedes, elige el canal presencial.
Fuente: Blog Maquiavelo&Freud
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