Por Roger Senserrich
Se dice que la primera decisión presidencial que toma cualquier aspirante a la Casa Blanca es la elección de su vicepresidente. Su selección es muy importante en algunos casos y bastante irrelevante casi siempre. Cada cuatro años, quién o como escoge el candidato o candidatos quién le acompañará en caso de victoria es seguido con devoción por los medios.
¿Qué hace el VP?
La vicepresidencia es el cargo más inútil de todos los presentes en la constitución de Estados Unidos. En el texto original sólo tiene dos funciones asignadas, romper empates en votaciones en el senado y ocupar el cargo en caso de dimisión, incapacidad, o muerte del presidente.
Los padres fundadores pifiaron horriblemente el mecanismo de selección en la primera versión del texto, haciendo que el cargo de vicepresidente lo ocupara el candidato que quedara segundo en el colegio electoral en unas elecciones presidenciales. Tras el caos de la presidencia de Adams (que en Jefferson tenía un VP del partido contrario) y el sainete que fueron las elecciones de 1800 (leed, leed), la duodécima enmienda modificó el sistema a su aspecto actual.
Fue un cambió a mejor, sin duda, pero convirtió al vicepresidente en un tipo que tiene como único trabajo estar sentado en un rincón esperando que el senado se bloquee o que su jefe estire la pata. Lo más habitual es que sean notas a pie de página en los libros de historia, tipos que se pasan cuatro u ocho años inaugurando embalses, acudiendo a funerales y visitando países exóticos en viajes de cortesía.
Esto es así, por supuesto, hasta que al presidente le sucede algo grave. Lyndon Johnson, uno de los presidentes más extraordinarios del periodo de postguerra, estuvo tres años siendo ninguneado por los Kennedy solo para verse sentado en el despacho oval de un día para otro. El día que JFK decidió que el senador por Texas le acompañara a la Casa Blanca fue a buen seguro uno de los más acertados de su presidencia.
No todos los vicepresidentes, por supuesto, han sido notas al pie. Dick Cheney fue notable porque fue un miembro central del gabinete de Bush, el hombre con experiencia que acompañaba y asesoraba a un presidente novato, y tenía control directo en muchos temas de defensa y política exterior (fue también el culpable de muchos de los errores de Bush, y varios crímenes de guerra). Joe Biden, aunque tuvo un papel menos central que Cheney, se ocupó de temas centrales, como la supervisión del enorme plan de estímulo fiscal del 2009 o su papel como consejero en toda la política exterior. El vicepresidente, sin embargo, sólo hace lo que el presidente le pide, y la mayoría de los casos es bien poca cosa.
La elección del vicepresidente para Joe Biden, sin embargo, es más importante de lo habitual. Primero, porque tiene 78 años, así que más vale que tenga un recambio decente por si acaso. Segundo porque durante las primarias hizo dos promesas importantes: su VP será una mujer, y será alguien que debe estar lista para tomar el relevo.
O, dicho en otras palabras, es posible que esté escogiendo la candidata demócrata la presidencia el 2024.
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Fuente: politikon.es