Por Mario A. Duarte*
¿Cuántas personas en general entienden verdaderamente el término Inteligencia, cuando este se refiere a la búsqueda, procesamiento y utilización de información para una importante toma de decisión? Y ¿Cuántas personas asocian la Inteligencia con el espionaje, los servicios secretos y el trabajo encubierto?
Inteligencia es un concepto amplio que se refiere no solo a la capacidad de entender o comprender, abarca también la capacidad de resolver problemas con habilidad, destreza y experiencia. A la que este artículo se refiere, la Inteligencia proporciona análisis e información para mejorar la toma de decisiones estratégicas orientadas a prevenir o neutralizar amenazas; en defensa de intereses nacionales en el caso de los Estados.
Es difícil de creer, pero, incluso en altos niveles de gobierno, diplomáticos académicos y sociedad civil en varios países de la región, tienen un entendimiento limitado y muchas veces equivocado, que menosprecia la justa valoración de este oficio.
Los países latinoamericanos, especialmente aquellos en los que permanecen los resabios de enfrentamientos armados internos, mantienen una lamentable tendencia a descalificar a la Inteligencia, tildándola de perversa, anticuada e, incluso, innecesaria. Es válida la acotación dado que, en muchos países, efectivamente se abusó (y en algunos sigue la práctica) de las capacidades de las agencias de Inteligencia.
La “democratización de la inteligencia”
En los últimos años, se dio en varios países del hemisferio occidental un fenómeno denominado «democratización de la Inteligencia», el cual define la evolución de los sistemas de Inteligencia más allá del ámbito de la seguridad, con un rol participativo que busca «asegurar la supervivencia de los principios democráticos en un Estado de derecho, mientras se relaciona con otros países del mundo». Esta evolución en los sistemas nacionales de Inteligencia ha permitido una mejor interacción entre las unidades políticas de los diferentes Estados e incluso, que su interdependencia sea más dinámica, y que trascienda en ocasiones la restringida práctica diplomática.
En consecuencia, el perfeccionamiento y la sofisticación de la Inteligencia estratégica, no solo estatal, sino también la política, empresarial y social, se ha convertido en una herramienta indispensable para la conducción de cualquier Estado y de las buenas relaciones entre estos y sus distintos sectores.
Resultaría imposible intentar profundizar en la importancia de la Inteligencia estratégica en el orden local y geopolítico sin antes esbozar someramente el concepto de este arte, tan fundamental para las naciones como el de conducir y tomar las decisiones que determinan posibles caminos a seguir en la consecución de sus objetivos.
“La Inteligencia estratégica puede llegar a ser el brazo derecho de un Estado, y le ayuda a entender, prevenir, mitigar y solucionar una gran cantidad de problemas actuales como la migración, el terrorismo y la escasez de recursos naturales”.
La geopolítica como factor determinante
Sobre la correcta conducción de los Estados, en específico, sus órganos de Inteligencia deben innovar y actualizarse constantemente, tomando como una variable importante los diferentes factores que pueden llegar a afectar al país y al Estado como tal. Uno de esos factores, y quizá uno de los más importantes, es la geopolítica, que puede repercutir no solo en la seguridad interna y externa, sino también en las relaciones (diplomáticas, comerciales, sociales, empresariales) entre Estados.
“La Inteligencia es una de las herramientas más importantes, no solo en la conducción estatal, sino también en la conducción política, diplomática y comercial”.
La Inteligencia estratégica, por tanto, a nivel geopolítico, se basa en tener la información, la comprensión y la apreciación correcta y adecuada sobre el orden geopolítico mundial, hemisférico y regional que abarca una gran gama de elementos como la situación geográfica, la infraestructura, la economía, la producción económica e incluso las alianzas estratégicas entre dos o varias naciones, sin que estas tengan que compartir entre ellas elementos culturales, naturales (fronteras geográficas), comerciales, entre otros.
Es importante resaltar lo anterior, pues las relaciones geopolíticas y, de esa cuenta, la Inteligencia que se deriva de ella, no están sujetas a una frontera natural entendida en términos geográficos, demográficos o étnicos. Por el contrario, en un mundo cada vez más interdependiente, la Inteligencia estratégica y geopolítica debe orientarse a la economía, la política, la cultura, los asuntos sociales y los nuevos retos que van surgiendo dentro de una red de sociedades, debiendo innovarse y evolucionar a pasos agigantados acorde a las situaciones presentadas, como lo son el cambio climático y la ciberseguridad, la migración ilegal asistida, etc.
Es por el último punto mencionado, que, actualmente, la geopolítica ha transitado de ser una ciencia a la que le ocupan cuestiones eminentemente geográficas —aunque por su naturaleza este elemento siempre desempeñará un papel determinante—, a convertirse en un factor decisivo en el desarrollo de estrategias para confrontar probables conflictos internacionales como la seguridad hídrica, seguridad energética, seguridad alimentaria y trasiego de drogas por mencionar algunos ejemplos.
Sin embargo, y de esto surge la importancia de la Inteligencia en la geopolítica, al entender los fenómenos y trazar prospectivamente las tendencias de los mismos, se le puede brindar a los Estados, unidades políticas, socios internacionales, empresas transnacionales, etc. aquellos mecanismos que doten de elementos concisos, veraces y oportunos para la toma de las decisiones asertivas y oportunas.
Por tanto, es válido afirmar que la Inteligencia es una de las herramientas más importantes, no solo en la conducción estatal, sino también en la conducción política, diplomática, comercial, y, ejerciendo su labor en el ámbito geopolítico, se convierte en un mecanismo que por excelencia facilita el desarrollo y la estabilidad, entendiendo que las amenazas que se suscitan hoy, son los probables problemas del futuro y que es posible contrarrestarlos desde antes de que den inicio.
“Su utilidad (de la inteligencia) trasciende lo estatal, lo local y la mera conservación de una cuota de poder en el orden mundial”.
La Inteligencia estratégica puede llegar a ser el brazo derecho de un Estado, y le ayuda a entender, prevenir, mitigar y solucionar una gran cantidad de problemas actuales como la migración, el terrorismo y la escasez de recursos naturales. De esa misma forma, puede llegar a ser igual de importante en las relaciones políticas, comerciales y económicas más allá de lo que le compete a los Estados, es decir, para cualquier persona o entidad que requiera esa relación funcional y efectiva a nivel internacional, multinacional, etc.
A pesar de lo satanizada que pueda resultar la palabra «Inteligencia», es fundamental que las sociedades entiendan la relevancia de su existencia y la importancia de su labor desde tiempos inmemoriales. Su utilidad trasciende lo estatal, lo local y la mera conservación de una cuota de poder en el orden mundial. La anticipación oportuna es menester en la conservación del mundo y de la humanidad, por lo que se concluye que, sin Inteligencia, la raza humana y el planeta tal y como lo conocemos, estaría destinado a la debacle.
Un mecanismo útil para las decisiones trascendentales
La Inteligencia es en esencia, un ciclo de procesamiento de información, a través del cual llega a refinarse hasta convertirse en un mecanismo útil e indispensable en la toma de decisiones relevantes y de trascendencia para un país, una unidad política, una empresa, etc.
Pese a que parecería una labor sencilla, para ser un «productor» de Inteligencia, es necesario contar con una serie de características como: intuición, suspicacia y previsibilidad, dotes sin los cuales sería imposible determinar la gama adecuada de elementos que dan forma al producto final, tal cual lo haría un artista.
- No debe entenderse como una herramienta exclusiva de la coyuntura y de la toma de decisiones en el plazo corto o inmediato. Todo lo contrario, a la definición ofrecida anteriormente debe otorgársele una dimensión estratégica. Es decir, la Inteligencia no siempre puede juzgarse como el plan, sino como la lógica detrás del plan, y la estrategia que determina esta lógica.
- La Inteligencia per se, sería inútil si no se tiene una visión clara y concisa de lo que se quiere lograr. En el caso específico de los Estados, el quehacer de la Inteligencia estratégica lo determinan los objetivos permanentes del Estado, plasmados en las constituciones políticas y planes de gobierno, que definen el rumbo del ideal de país.
- La Inteligencia es menester para tomar las mejores decisiones en el ámbito estratégico, y debe ser orientada a la prevención de los riesgos, las amenazas o las vulnerabilidades a los que puede enfrentarse un Estado, un sistema, un orden o una empresa, entre otros.
- La conducción estratégica puede estar estrechamente determinada por la labor de Inteligencia, toda vez que esté en la capacidad de brindar los insumos necesarios para idear escenarios y posibles alternativas de dirección, tanto en el plano local como internacional, ya que, en un mundo cada vez más globalizado e interdependiente, es menester esa amplitud.
“La Inteligencia estratégica, por tanto, a nivel geopolítico, se basa en tener la información, la comprensión y la apreciación correcta y adecuada sobre el orden geopolítico mundial, hemisférico y regional”.
*Secretario de Inteligencia de la República de Guatemala y Doctorado en Seguridad (t.p.).
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