Por: Daniel Ureña

Durante el último año, los medios de comunicación han prestado mucha atención al Tea Party. El martes, gracias a los resultados obtenidos por sus candidatos, ha demostrado que no es sólo un fenómeno ideado y alentado por la prensa conservadora, sino que se trata de un movimiento ciudadano que ha sido capaz de articularse desde las bases y que ha contribuido decisivamente a girar el rumbo de la política estadounidense.

Desde Europa, son habituales los análisis simplistas que lo califican de “extrema derecha”, pero la realidad es algo diferente. Es evidente que dentro de sus filas hay personajes conocidos por su radicalismo, pero la esencia del Tea Party es otra. Se trata de una nueva revolución conservadora que reivindica ideas muy asentadas en el pensamiento político americano: el rechazo al intervencionismo del Estado, la reducción de los impuestos, el libre mercado y, en definitiva, la exaltación de la libertad individual frente al gran Gobierno.

La sociedad civil no se detiene en Estados Unidos y si hace dos años surgió todo un movimiento que canalizó el descontento con la Administración Bush y encontró en Barack Obama su símbolo, ahora otra parte notable de la población ha sido capaz de organizarse por su cuenta, llevando la delantera a los partidos políticos. A partir de ahora, el Tea Party tiene la responsabilidad de influir decisivamente en el futuro político del país no desde las calles, sino desde dentro de las propias instituciones.

Fuente: abc.es