En teoría, los debates forman parte de un ejercicio de comunicación política y aportan información para mejorar la democracia. Se trata de poner en práctica la capacidad para escuchar y discutir ideas que podrían ser incluidas en la agenda pública dentro de un marco de civilidad y respeto. En la práctica, un debate es un juego de percepciones.
Los medios de comunicación juegan un papel relevante en esta confrontación de posturas, que no de ideas. En la era de la televisión, el primer debate fue realizado el 26 de septiembre de 1960, entre el senador John F. Kennedy, del Partido Demócrata, y el vicepresidente republicano, Richard Nixon. En este paradigmático encuentro, Nixon se vio disminuido ante la presencia de un candidato que supo aprovechar la telegenia.
En México, el primer debate nacional televisado fue hace 22 años, el 12 de mayo de 1994, entre los candidatos presidenciales Ernesto Zedillo del PRI, Diego Fernández de Ceballos del PAN y Cuauhtémoc Cárdenas del PRD. La elocuencia, agresividad y capacidad de argumentar le dio el triunfo en el debate a Diego Fernández de Ceballos, sin embargo el ganador de la contienda presidencial fue Ernesto Zedillo. Es decir, no siempre quien gana el debate, gana la elección.
Actualmente el Instituto Nacional Electoral establece reglas, previo acuerdo con los partidos políticos, para llevar a cabo este tipo de encuentros. Los cuales en realidad son monólogos y no una confrontación de ideas y propuestas. Ante este paradigma, sugiero aquí 8 puntos a considerar para aprovechar un debate:
1. Conocer y aprovechar las reglas del juego.
Los representantes de los partidos políticos discuten las condiciones en las cuales se va a presentar su candidato, por ello es importante abogar por una ventaja competitiva. Revisar orden de aparición a cuadro en toma abierta, orden de participación; quien abre y quien cierra; los elementos gráficos que pueden presentarse en las exposiciones.
2. Ubicar la posición de cada candidato en la contienda.
Un puntero nuca voltea a responder a un adversario menor, a menos que el argumento de ataque afecte de manera sensible su posicionamiento. El segundo en las encuestas sólo debe atacar al puntero. Por lo regular un tercer lugar no tiene nada que perder y sus argumentos de ataque siempre le darán puntos. De la cuarta posición en adelante siempre tendrán oportunidad de ganar puntos, en la medida de que sus ataques no parezcan comparsa de los primeros lugares.
3. Entender que el debate, al ser televisado, se da en el terreno de las percepciones.
La vestimenta a utilizar en el debate, postura, expresión corporal, seguridad, nivel de entonación en el momento de enfatizar. Ritmo, volumen y velocidad son elementos que los televidentes toman en cuenta a la hora de calificar la manera en que se desenvolvieron los candidatos.
4. Argumentar con ideas-fuerza.
Más que propuestas, lo que se queda de los debates son aquellas ideas-fuerza que se sintetizan en frases cortas y contundentes. No sólo para argumentar una oferta de campaña, sino en el momento de atacar al contendiente. Pueden ser frases coloquiales, acusaciones, calificativos u otras construcciones que quedan en el recuerdo de los televidentes o pueden utilizarse para viralizar en redes sociales.
5. No hacer disertaciones académicas o mencionar cifras incomprensibles.
Los televidentes no comprenden si un número de kilómetros de carreteras a construir o empleos a generar son en verdad relevantes. Tampoco alcanzan a comprender en uno o dos minutos una disertación académica que sólo pretende mostrar a un candidato conocedor de la problemática. Lo que si entienden son los beneficios que puede obtener de manera directa si votan por uno u otro candidato. En ello debe centrar su oferta.
6. Estar atentos al factor sorpresa.
Un candidato que debate siempre debe estar preparado a responder, controlar o ignorar señalamientos que ya sabe le van a presentar durante el encuentro. Pero también debe tener preparadas respuestas ingeniosas y contundentes a los ataques que no tenía previstos durante el entrenamiento al que fue sometido.
7. Entender que una verdadera utilidad es ganar indecisos.
Por lo general, los debates son vistos únicamente por los seguidores de los respectivos candidatos. Sin embargo hay una pequeña franja de indecisos que podrían orientar su voto en favor de quien ven con mayor presencia y contundencia de argumentos. Incluso hay quien podría cambiar su voto, de un candidato que vio débil a uno con mayor desempeño al momento de exponer.
8. El debate se gana en el post-debate.
Los equipos de campaña deben estar preparados para actuar de inmediato en cuatro frentes: a) en redes sociales durante el debate; b) en la demostración de fuerza al terminar el debate -calles y plaza pública-; c) en las mesas de discusión y análisis que hacen los medios de comunicación electrónicos y digitales; d) en la prensa escrita al destacar el desenvolvimiento de su respectivo candidato.
En resumen, un candidato no puede presentarse a un debate si no cuida: que dice, como lo dice y como se ve cuando lo dice. Por ello es importante que haga una pausa en su campaña y se someta a una jornada de entrenamiento que le de plena seguridad a la hora de presentarse ante las cámaras.
Fuente: Blog de Javier Sánchez Galicia