Por: Gladys Pérez
“¿Por qué el perro mueve la cola? Porque es más listo que su cola. Si la cola fuera más lista, la cola movería al perro”. Wag the dog.
Con esta frase que hace alusión al control que pueden llegar a tener los medios y los estrategas políticos sobre la conducta de la ciudadanía, comienza la película estadounidense Wag the dog (1997), conocida en español como La cortina de humo.
La trama comienza con un escándalo sexual del presidente de los Estados Unidos que se hace público once días antes de su reelección, en plena campaña electoral. Al recibir esta impactante noticia, que pronto se esparció en todos los rincones del país, el equipo cercano al presidente y un reconocido consultor político de la Casa Blanca, Conrad Brean (Robert De Niro), se reúnen para definir una estrategia que desvíe la atención de las personas de este asunto, que sin duda podría comprometer la victoria electoral del presidente.
Con el presidente de gira en China, en este momento coyuntural y sin capacidad de gestión directa sobre la crisis dentro del territorio estadounidense, este filme deja claro el alcance y el poder que tienen las personas detrás de los políticos más importantes en las decisiones estratégicas de más alto impacto.
Creando una narrativa de una guerra ficticia contra Albania, el equipo del presidente y Conrad contratan a un afamado productor de Hollywood, Stanley Motss (Dustin Hoffman), para que los ayude con el elenco y la producción de dicha “guerra” para su difusión en los medios de comunicación. Esta escenografía política, esta gran farsa, logra despertar un sentimiento nacionalista que une a todo el pueblo estadounidense contra un enemigo común: Albania. Un país recóndito e irrelevante para la diplomacia americana, perfecto como el antagonista del momento.
Asimismo, este reducido equipo de asesores y expertos logra crear la figura de un héroe. Un joven y valiente soldado americano de apellido Schumann, prisionero de guerra, por el que toda la ciudadanía se une en oración esperando a que vuelva a casa sano y salvo.
Esta escenificación y montaje de guerra logra darle la vuelta al revuelo social y mediático que el escándalo sexual del presidente había ocasionado, y los números electorales se inclinan nuevamente a su favor.
Utilizando algunos recursos de la comunicación política como el storytelling, la retórica emocional, la creación discursiva de un antagonista, la formación de un vínculo emocional con un héroe, la canalización del ánimo social en una causa común; todo esto sumado con el apoyo de los medios de comunicación como formadores de opinión pública, nos da a conocer el aspecto de manipulación de masas que puede ocurrir cuando se cuenta con un equipo que sabe mover los “hilos”.
Durante el desarrollo del filme se muestran situaciones que para muchos podrían llegar a ser “políticamente incorrectas”, donde la moral y los escrúpulos tienen un rol importante y pueden dar pie a un interesante debate sobre las decisiones tomadas desde un grupo de poder, así como de la reacción de todo un pueblo hacia un factor distractor que logra desviar su atención de lo que realmente importa. Por cierto, cualquier parecido al escándalo Clinton-Lewinsky no es mera coincidencia. Sin duda este filme es muy recomendable para aquellos que disfrutan de analizar las líneas finas de estrategia que pueden llegar a dar giros de 360 grados en política.
Dirigida por Barry Levinson y basada en la novela American hero (Héroe Americano) de Larry Beinhart, es una película que hay que ver para comprender un poco más acerca de las cortinas de humo que a veces nos entretienen como sociedad. Ojo, no hay que dejar volar mucho la imaginación. Con el posicionamiento actual de las nuevas tecnologías y los efectos de la globalización y el neoliberalismo en la sociedad moderna, hoy en día sería prácticamente imposible armar un montaje de guerra, no hay que pasar por alto que no deja de ser una creación hollywoodiense del 97.
Reciban un saludo afectuoso desde Guadalajara, México.
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Fuente: Blog Literia