Por: Luis Tejero
Cada viernes, antes de comer, el portavoz del Gobierno se sienta en la sala de prensa del Palacio de la Moncloa para responder a una avalancha de preguntas tras el Consejo de Ministros. Tradición convertida en la parte más visible de un trabajo que tanto el actual ocupante como sus predecesores coinciden en calificar de “difícil”. Para algunos, casi una tortura.
Con el fin de reflexionar sobre el pasado, presente y futuro del cargo, el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (CEPC) ha reunido este lunes en Madrid a seis de los nombres que han puesto voz y rostro a los mensajes de los Gobiernos de Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy en las últimas décadas:
- Íñigo Méndez de Vigo (2016-actualidad)
- Alfredo Pérez Rubalcaba (1993-96, 2010-11)
- Pío Cabanillas (2000-2002)
- Josep Piqué (1998-2000)
- Rosa Conde (1988-93)
- Eduardo Sotillos (1982-85)
De experiencias tan dispares se extrae que “no existe un currículum específico para ser portavoz”, según Cabanillas. “La clave es trabajo, trabajo, trabajo. Y también un poquito de inspiración y suerte”, concede Méndez de Vigo, prácticamente un novato en el puesto, al que se incorporó en noviembre de 2016 sin abandonar la cartera de Educación, Cultura y Deporte.
Estas son algunas lecciones de la jornada La política de comunicación en los Gobiernos de la democracia, moderada por los catedráticos María José Canel y Juan Luis Paniagua (Universidad Complutense de Madrid):
1. Asúmelo: eres el “apagafuegos”
Después de haber ejercido el cargo con dos presidentes distintos, Rubalcaba reconoce la evidencia: “Nadie quiere dar las malas noticias”. Y por ello, “es inevitable que el portavoz se convierta en una especie de apagafuegos”. “Las buenas noticias ya las dan los ministros: si baja la gasolina, sale el ministro de Industria; si sube, que salga el portavoz”, resume el exlíder socialista.
2. No te canses de explicar, aunque aburras
Con una trayectoria en común como mensajeros del Ejecutivo y también profesores universitarios, Méndez de Vigo y Rubalcaba ven vínculos entre uno y otro trabajo. “Ser portavoz se parece bastante a la tarea de un profesor: hay que tener una historia, saber contarla y disponer de credibilidad”, explica el segundo. “El problema es que, mientras a los profesores se les supone esa credibilidad, los portavoces tienen que ganársela”.
Por su parte, el representante del Gobierno de Rajoy reconoce “una cierta obsesión por explicar el porqué de las cosas”. “Si no explicas bien las razones, es difícil que convenzas a la gente”, argumenta. Y si es necesario insistir hasta la saciedad, se insiste. Porque, como recuerda Rubalcaba, una estrategia de comunicación solo empieza a funcionar “cuando empiezas a aburrirte de repetir lo mismo una y otra vez”.
3. Define tu estrategia
Piqué, portavoz de Aznar durante su primera legislatura, coincide con Rubalcaba en que los Gobiernos “deben tener estrategias para los grandes temas”. “O repetimos mucho más la importancia del proyecto de Europa o ganarán la batalla aquellos que creen que no vale la pena; o repetimos que el Estado del bienestar debe reformarse para sobrevivir o conseguiremos que no sobreviva; o repetimos que la inmigración, si se hace bien, es imprescindible para la supervivencia de nuestras sociedades o ganarán aquellos que culpan de todos los males a la inexistencia de fronteras”, opina el exministro de Industria y de Exteriores, hoy en el sector privado.
Otro de esos “grandes temas” fue, durante años, la lucha contra ETA. “La democracia tenía una estrategia de comunicación”, recuerda Rubalcaba. “Existía la teoría del empate infinito, según la cual ni el Gobierno ni la banda iban a ganar, y era necesario combatir esa inevitabilidad. Por eso, cada vez que deteníamos al número uno de ETA, yo siempre repetía: ‘No sabemos cuándo llegará el siguiente, pero sí sabemos que solo durará tres meses’”.
4. Defiende tu agenda
Políticos y periodistas se cruzan a diario en pasillos, salones y despachos, pero sus intereses “no coinciden”, dice Cabanillas, otro de los ocupantes del cargo durante la era Aznar. “Tu agenda como portavoz no coincide con la de aquellos que te interrogan”, confirma Méndez de Vigo. “Los periodistas son muy hábiles, por no decir otra cosa, e intentan que digas algo que tú no quieres decir”. ¿Solución? “Tú olvídate de los periodistas, tienes que hablar con la sociedad”, le aconsejó Alfonso Guerra, entonces vicepresidente, a una joven Rosa Conde que se estrenaba a finales de los 80 como la primera mujer al frente de la portavocía.
5. No pretendas saber de todo
El vocero debe integrarse en la estructura del Gobierno. “Es fundamental que tenga peso político y que, como mínimo, sea ministro en igualdad de condiciones con los demás”, aconseja Sotillos, que en su día hizo una pausa en su carrera periodística para incorporarse al primer equipo de González.
Pero participar en el Consejo de Ministros no garantiza saberse al dedillo cada uno de los temas calientes. “Nadie puede pretender que sepas todo e incluso hay cosas que no te cuentan. El portavoz no es el depositario de todos los secretos”, admite Méndez de Vigo. Además, para Rubalcaba, “cuando hay un problema técnico, es el técnico quien tiene que hablar; ya sea un ingeniero en un accidente aéreo o un policía en un atentado terrorista”.
6. Evita hacerte el gracioso
Socialistas y populares están de acuerdo: ocurrencias con un micrófono delante, las mínimas. “Hay portavoces que se creen chistosos. Un chiste te puede matar”, alerta Rubalcaba. “Hay que intentar no hacerse el gracioso. Así te evitas algún disgusto”, zanja Méndez de Vigo.
Y ojo con improvisar por cansancio. “Las ruedas de prensa infinitas son malas”, avisa el exvicepresidente. “Hay que huir de los minutos de la basura. Cuando ya vas por la decimoquinta pregunta, bajas la guardia y te pillan”.
7. No mientas, ni cuentes toda la verdad
La persona que representa públicamente al Gobierno debe decir siempre la verdad. ¿Toda? “No es necesario”, se sincera el exministro Piqué. “Como portavoz tuve que decir cosas con las que no estaba de acuerdo, pero solo una vez dije una mentira, sin saberlo”, dice Conde. Y Cabanillas remata: “Más de una vez nos hemos podido sentir engañados o utilizados”.
8. Actualízate o muere
Para terminar, una reflexión sobre la tradición de celebrar ruedas de prensa tras el Consejo de Ministros. En esta época de inmediatez y redes sociales, ¿vale la pena mantenerlas tal cual? “Es un ritual obsoleto, propio de otros tiempos”, se moja Piqué. “Seguimos con estructuras analógicas en una era digital”, coincide Cabanillas, su sucesor. “La rueda de prensa de los viernes es algo tan mecánico que, al final, lo único que transmites es que a ver cuándo termina y nos vamos a casa a pasar el fin de semana”.
Fuente: Blog de Luis Tejero