Cesar Gaviria, jefe único del Partido Liberal Colombiano fue uno de los principales opositores del Gobierno de Álvaro Uribe en los años del 2002 al 2010, siempre criticó las políticas que se promovieron desde el denominado “uribismo”, razón por la cual el Partido Rojo permaneció huérfano de poder por algo más de ocho años, hasta que el Presidente Juan Manuel Santos le brindó un nuevo aire burocrático que conllevó a que los principales líderes liberales ocuparan importantes posiciones dentro del Gobierno actual.
Ahora bien, después del fuerte revés que tuvieron los liberales que apoyaron tanto a Humberto de la Calle como a Germán Vargas Lleras en la primera vuelta presidencial, no les ha quedado más opción que acercarse sutilmente a quien consideraban como su enemigo principal, “el uribismo”, so pena de quedarse por fuera del poder burocrático estatal que muy seguramente ostentara Iván Duque, precursor de las ideas de Álvaro Uribe Velez y quien muy probablemente se convertirá en el nuevo inquilino del Palacio de Nariño.
La famosa obra de Sun Tzu denominada: “El arte de la guerra” menciona en uno de sus apartes que “es mejor capturar el ejército rival, que destruirlo”; sin embargo, el gran desafío siempre será sentarse con el enemigo y resolver las diferencias. La política siempre estará nutrida por la confrontación y la lucha de poderes, no obstante impera quien juegue con mayor inteligencia de sumarse al bando ganador así sea el contrario, toda vez que el antagonista, contrario, enemigo o rival nunca va a desaparecer, convirtiéndose en un juego de nunca acabar.
En ese sentido, el político tarde o temprano debe aprender a negociar y a sentarse con sus rivales a plantear de una forma estratégica las condiciones bajo las cuales estará supeditada su participación, si no lo hace podría en determinado momento estar condenado a desaparecer del escenario público, la capacidad de negociación es la principal virtud de cualquier líder, el político debe negociar con su familia, con sus amigos, con los dirigentes de su partido en cada reunión, con los militantes de su partido, con dirigentes políticos externos y que están distantes de su doctrina ideológica, debe negociar con organizaciones sociales y empresariales, con sindicatos, con gobiernos, con ministros, con opositores, con medios de comunicación, con todos.
Ahora bien, para muchos negociar con el enemigo es casi una tarea imposible e ilógica, pero si se negocia en las guerras, en las huelgas más difíciles, en la toma de rehenes, en las dictaduras y revoluciones ¿Por qué no se podría negociar con un enemigo político?
En consecuencia, me permito citar al maestro Daniel Eskibel que entre líneas dice lo siguiente:
“Negocia con tu enemigo. Con tu enemigo, sí. Con el que está en tus antípodas. Con el que representa tu contra cara, tu sombra, la suma de todos tus rechazos. No digo que te entregues ni que seas blando ni condescendiente. Digo que seas fuerte. Fuerte en tus convicciones y en tus principios, en el coraje de ser quien eres tanto en la confrontación más dura como en la mesa de negociaciones.
La política no es un juego de todo o nada. No se trata de ganarlo todo o de perderlo todo para siempre. No hagas caso al pequeño círculo de radicales que te empuja con aplausos y vítores hacia el abismo. No hagas caso a esa zona de tus propios impulsos que te lleva a querer exterminar políticamente al otro.
Abre tus ojos y tu mente. Respira. Refresca tu mirada sobre la escena política. Recuerda que tanto tú como tu enemigo representan a sectores sociales importantes. Recuerda que tanto tú como tu enemigo seguirán estando allí en el futuro cercano. Nadie saldrá ganando si dos enemigos políticos avanzan uno contra el otro, frontalmente y hasta el final. Si los dos se enfrentan con lógica de guerra hasta las últimas consecuencias, pues ninguno de los dos proyectos políticos quedará en pie. Ambos serán apenas un montón de escombros y tu sociedad habrá retrocedido dolorosamente en el camino de las soluciones”.
Con el tiempo se ve que son los buenos negociadores son quienes terminan salvando los proyectos políticos. Los más radicales, intolerantes y drásticos…suelen ser sus enterradores.
Fuente: Blog de Jamer Chica